La muerte del general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja es, en la arquitectura del castrismo, un derrumbe mucho mayor que el del hotel Saratoga.
En un análisis publicado por Diario de Cuba, se afirma que el hombre fuerte del neocastrismo, el arquitecto del capitalismo corporativo y autoritario, quien se encargaba de construir en Cuba hoteles de lujo mientras la población muere sin medicamentos y en la desatención médica, no tiene ya ningún futuro.
Dada su preparación, dado su recorrido por el organigrama del poder y los lazos de parentesco con Raúl Castro, Rodríguez López-Calleja resulta insustituible. El castrismo no podrá continuarse ya con la coartada de no repetir el apellido Castro, pierde su oportunidad de ser dinastía sin ser acusado de serlo.
Queda en pie, por supuesto, el conglomerado GAESA que él dirigía, y continuará el propósito oficial de dejarle al pueblo el sálvese cómo puedan, mientras jerarcas y familiares ejercen la rapiña del país. Sin embargo, la desaparición de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja resulta un mazazo para un régimen cada vez más vulnerable, con un país en ruinas, bajo una represión cada vez más feroz y con cada vez más protestas.
La muerte del general Rodríguez López-Calleja tumba la mayor apuesta del régimen; en unos días se conmemorará el primer aniversario de las más generalizadas protestas contra ese régimen; y las condiciones que llevaron a esas protestas populares no han hecho más que acrecentarse en este año: esta es la situación actual en Cuba. Raúl Castro y los jerarcas de su régimen tienen que lidiar con un derrumbe muy grande, colosal.