La relación de Estados Unidos con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, está comenzando con tensión ante el arribo de dos buques iraníes sancionados por el Departamento del Tesoro al puerto de Río de Janeiro, lo que constituye un claro desafío a Washington, considerando además que EE. UU. ha acusado a Irán de ayudar a Rusia en la guerra contra Ucrania.
El Iris Makran y el Iris Dena son las dos embarcaciones pertenecientes a la Marina iraní que ya atracaron en la turística ciudad portuaria brasileña este 27 de febrero, donde permanecerán hasta el próximo 4 de marzo con el permiso del vicealmirante Carlos Eduardo Horta Arentz, quien emitió un decreto para que la tripulación descansara en sus aguas territoriales.
El beneplácito que permitirá al Makran, portahelicópteros con 228 metros de eslora y 42 metros de manga que forma parte de la flota naval del Ejército de Irán desde enero de 2021, y el Dena, equipado con diversas armas, como torpedos, cañones navales y misiles de crucero antibuque, también contó con el respaldo del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Una maniobra de Lula para postergar la tensión
La llegada de los buques iraníes a Brasil esta semana parece parte de una diplomacia hipócrita o estratégica de Lula, considerando que ambas embarcaciones tenían previsto arribar entre el 23 y el 30 de enero pero el mandatario supuestamente rechazó la solicitud hecha por Teherán.
Hoy, aquello parece una maniobra, cuando Lula tenía en agenda su viaje a Washington el 10 de febrero para encontrarse con su homólogo estadounidense Joe Biden. ¿Arriesgaba una cancelación aceptando los buques en la víspera del encuentro? Es muy probable.
«En el pasado, esos barcos facilitaron el comercio ilegal y las actividades terroristas, y también han sido sancionados por Estados Unidos. Brasil es una nación soberana, pero creemos firmemente que esos barcos no deben atracar en ningún sitio», expuso Elizabeth Bagley, embajadora de Estados Unidos en Brasil.
El mandatario conocía esta presión sobre todo porque el Departamento del Tesoro de Estados Unidos tiene en sus radares el «viaje internacional» que realizan por América del Sur.
Lula esperó hasta concluir su visita a la Casa Blanca para aprobar el ingreso de los barcos iraníes, ante el claro desafío a EEUU que esto representaría. Con ello, Teherán avanza en su penetración en el hemisferio occidental y lo está logrando a grandes pasos.
Con rumbo al Canal de Panamá
La nación islámica tiene también a la Autoridad del Canal de Panamá a su favor. La instancia anunció que «permitirá que los buques de guerra iraníes transiten por su canal, siempre que cumplan con los estándares internacionales».
La Autoridad basó su decisión en el Tratado Internacional de 1977, redactado durante la presidencia de Omar Torrijos en Panamá y Jimmy Carter en los Estados Unidos, en virtud del cual asumió en el año 2000 la administración del canal de manos de los Estados Unidos de América con el compromiso de mantenerlo en una posición neutral.
En un comunicado señalan que la posición del canal obliga a mantenerlo seguro y abierto para el tránsito pacífico, «teniendo en cuenta la necesidad de que los buques se rijan por normas de seguridad de navegación, no cometan actos hostiles y paguen las cuotas debidas, por lo que la autoridad del canal está obligada a permitir el paso de cualquier buque que cumpla con estas condiciones y requisitos”.
Teherán aprovecha este anuncio que surge después del portavoz de las Fuerzas Armadas iraníes, general de división Aghai Shekarji, reconocer que consolidan una etapa de progreso militar y tecnológico que permite enviar satélites al espacio exterior y buques de guerra a alta mar, por primera vez en su historia.
También coincide con la celebración del cuadragésimo cuarto aniversario de la victoria de la Revolución Islámica iraní.
Lula, del otro lado de la guerra
No es un secreto que desde finales del siglo XIX, Estados Unidos asumió al Mar Caribe y el Canal de Panamá como una parte de su seguridad nacional que debe controlar para evitar que otras potencias lo penetren, ya sean enemigas o incluso amigas.
Sin embargo, la geopolítica mundial tiende a causar reveses. Las acciones de Lula van en esa dirección. Ya negó ayuda a Ucrania. No enviará municiones pese a Alemania solicitarle respaldo para enfrentar a Rusia. Pero en este caso Brasilia dice que se trata de «neutralidad».
El argumento es difícil de creer cuando Noruega, Alemania, Países Bajos, Estados Unidos y España son aliados de Ucrania. ¿Prefiere a Vladímir Putin? No hay dudas, considerando que Lula autoriza el ingreso de buques iraníes a puertos brasileños, mientras Estados Unidos ha sancionado a empresas iraníes por suministrar drones a Rusia para emplearlos en la guerra contra Ucrania, según la medida impuesta en septiembre por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro estadounidense.
Washington no solo apunta a privados. «Irán ahora está implicado directamente sobre el terreno», afirmó en octubre en una rueda de prensa el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, al momento de denunciar que tropas iraníes se encontraban en la anexionada península de Crimea ayudando a los militares rusos a utilizar drones de fabricación iraní para atacar a Ucrania.