El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha cesado a casi medio centenar de miembros de las Fuerzas Armadas que se desempeñaban en funciones de seguridad del Palacio de la Alvorada, la residencia oficial, evidenciando aún más la desconfianza que ya expresó tras el asalto de las instituciones.
Entre los cesados están cuarenta militares de las Fuerzas Armadas que se desempeñaban en un departamento de la Secretaría General de la Presidencia que se encarga de la seguridad de la residencia oficial y otros que hacían parte del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), uno de los organismos más señalados tras los ataques del pasado 8 de enero en la Explanada de los Ministerios.
La decisión del presidente Lula evidencia los recelos que ya manifestó en relación a la presunta connivencia que habrían mostrado ciertos sectores de las fuerzas de seguridad y los militares con quienes entraron a las sedes de los poderes públicos hace unos días, afirmando que estaba seguro de la presencia de «cómplices» en aquellos hechos violentos.
«Hubo muchos cómplices, cómplices en la Policía Militar, cómplices en las Fuerzas Armadas. Estoy convencido de que las puertas del Palacio del Planato se abrieron desde dentro porque no estaban rotas», dijo el pasado jueves.
Las sospechas de Lula se extienden a gran parte de su gabinete y del Partido de los Trabajadores (PT), donde incluso han puesto en tela de juicio la gestión del ministro de Defensa, José Múcio, uno de los cuestionados en esta crisis por no haber actuado antes contra los campamentos de simpatizantes de Bolsonaro que se levantaron frente a las sedes del Ejército en los que se reclamaba la legitimidad del resultado de las elecciones.