Los tiempo de solidaridad automática quedaron en el pasado. La izquierda latinoamericana que busca mantenerse en la senda democrática observa con atención y recelo el proceso electoral en Venezuela. Es así como los presidentes de Colombia, Chile y Brasil han venido abogando por la celebración de unas elecciones competitivas que arrojen resultados creíbles para dar inicio a una “transición tranquila”. Esta última frase pertenece al canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, quien hace un par de meses desató la ira de Diosdado Cabello por asomar la postura del gobierno de Gustavo Petro al respecto. El chileno Gabriel Boric no ha dejado de denunciar las violaciones a los derechos humanos en el país caribeño y más recientemente alertó sobre el deterioro de las instituciones venezolanas. Y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue mucho más directo en las últimas horas, enviando un duro mensaje a Nicolás Maduro.
Tras recordar que en democracia, “el que pierde se lleva un baño de votos, no un baño de sangre”, Lula agregó que “Maduro tiene que aprender que cuando uno gana se queda, y cuando pierde se va y se prepara para otras elecciones”. De esta manera, el mandatario brasileño dejó claro que no se prestará para avalar un posible fraude en Venezuela, a propósito del tono violento del régimen en los últimos actos de campaña. Y es que Maduro no solo amenazó con un “baño de sangre” si no gana las elecciones sino además habló de una supuesta “guerra civil” en el escenario en que sea derrotado.
Esto alarmó enormemente a su par brasileño pese a las coincidencias ideológicas que han tenido. “Me asusté con esa declaración”, dijo Lula en una entrevista en la que reveló que ha conversado en dos ocasiones con Maduro para dejarle claro que “si quiere contribuir a resolver el problema de crecimiento de Venezuela y la vuelta de los que se fueron, tiene que respetar el proceso democrático”, pues para el presidente de Brasil la elección del domingo es “la única oportunidad” para que Venezuela “vuelva a la normalidad”.
Un giro por la estabilidad de Brasil
No hay que olvidar que Brasil, al igual que Colombia –por ser países fronterizos con Venezuela– se verían seriamente afectados con una nueva oleada migratoria en caso de un escenario indeseado de inestabilidad y violencia producto de un eventual fraude o desconocimiento de los resultados de las elecciones. Es por esta razón que tanto Lula como Petro tienen particular interés en que el proceso se desarrolle con normalidad y respetando la decisión de los electores.
Si bien Lula pareció alinearse con Maduro cuando en tono poco diplomático dijo que María Corina Machado debía “dejar de llorar” luego de haber sido ratificada la inconstitucional inhabilitación en su contra y, en su lugar nombrar un sustituto, el mandatario brasileño fue consecuente con su discurso y reclamó cuando sin motivo alguno se bloqueó la postulación de la filósofa Corina Yoris, elegida inicialmente por Machado para representarla en el tarjetón electoral. Ahora Lula mantiene la coherencia al insinuar que no avalará un eventual fraude en Venezuela y llamar a Maduro a “aprender” que si pierde tiene que irse.
Pese a la limitada observación internacional, Brasil contará en los comicios del domingo en Venezuela con dos observadores que conformarán la misión de la Justicia electoral brasileña. Además, el excanciller y asesor de Asuntos Internacionales del mandatario brasileño, Celso Amorim, viajará a Caracas para presenciar la jornada de votación, según anunció Lula da Silva.