A pesar de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aún no ha reconocido oficialmente a Luiz Inácio Lula da Silva como su sucesor y el Partido Liberal pidió anular los comicios ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) -ente que desestimó la petición- los planes para la toma de posesión del líder del Partido de los Trabajadores avanzan e incluyen la eventual asistencia del dictador venezolano, Nicolás Maduro.
Según el diario OGlobo, el equipo de transición de Lula maneja a Maduro como uno más de la “larga lista” de asistentes que recibirá la invitación, la cual ya fue aprobada y será enviada a los jefes de Estado en los próximos días, para la ceremonia del 1 de enero.
Sería el primer cara a cara, mano a mano de Lula y Maduro en los últimos cinco años que tienen, como mínimo, sin estar frente a frente. El socialismo los une. Además, para el referente del Partido de los Trabajadores (PT) su aliado chavista, destaca por «la lucha de proyectar a Venezuela en el mundo y en la construcción de una América Latina más democrática y solidaria».
Un desacato
Si Lula invita a Maduro, tal como pretende, incurrirá en un completo desacato a una ordenanza firmada no solo por Bolsonaro, sino también por quienes eran sus ministros de Justicia y Asuntos Exteriores de entonces, Sergio Moro y Ernesto Araújo, respectivamente. Este documento prohíbe la entrada del dictador venezolano a Brasil.
La disposición número siete emitida en 2019 establece que “se impide el ingreso al país de altos funcionarios del régimen venezolano, que con su actuación contravengan las principios y objetivos de la Constitución Federal, atacando la democracia, la dignidad de la persona humana y la prevalencia de los derechos humanos».
Maduro es uno de los señalados. La Cancillería de Brasil lo incluyó basándose en resoluciones de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) y declaraciones del Grupo de Lima, que lo reconocen como un mandatario ilegítimo.
Sin embargo, el equipo de transición de Lula evalúa las maniobras judiciales y políticas para evadir la ordenanza. De acuerdo con OGlobo, “estudian cómo viabilizar la llegada del chavista”, porque admiten que Bolsonaro rechazaría cualquier solicitud de la revocación.
Un giro drástico
La amargura por la ausencia de Maduro en la toma de posesión de Lula le durará poco, en caso de un inevitable fracaso de la invitación. Es obvio que Miraflores y el Palacio de Planalto retomarán el contacto para dar un giro drástico a las relaciones diplomáticas.
Además, está como antecedente reciente la toma de posesión del izquierdista Gustavo Petro en Colombia. Si bien, el mandatario saliente, Iván Duque, prohibió el arribo de Maduro a Bogotá para la ceremonia, después de ella, se reabrió la frontera, nombraron embajadores y ya sobran las visitas y acuerdos.
El camino para la profundización de las relaciones estará despejado, considerando que el liderazgo de Juan Guaidó dejará de ser reconocido como legítimo y, consciente de ello, su embajadora, María Teresa Belandria, ya notificó al cuerpo diplomático extranjero en Brasilia que su misión en el país terminará el próximo 26 de diciembre. Belandría saldrá de Brasil antes de la toma de posesión siguiendo las reglas del protocolo diplomático y por decisión propia.