Hablan de justicia social, de igualdad y de precarización, pero detrás de escena, los representantes del socialismo son fanáticos de lujos que sus seguidores apenas pueden soñar con tener. Ocurre en Cuba, con los millennials del clan Castro viviendo en un mundo de opulencia, en Venezuela con los jerarcas del chavismo y sus familias amasando enormes fortunas, y recientemente, con la vicepresidente de Colombia, Francia Márquez, trasladándose en un helicóptero Black Hawk y viviendo en el exclusivo sector Dapa, en Cali.
Historias como esas sobran. Mientras en sus discursos critican al empresariado y a la clase alta, a escondidas disfrutan de riquezas y de su influencia desde el poder. Por ende, no podía esperarse que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, actuara diferente.
El motivo es que el avión que usa para sus viajes presidenciales ya no le gusta. Prefiere otro más grande, con oficina privada y suite con cama matrimonial. El costo de la nueva nave, modelo A330, oscilaría entre 70 y 80 millones de dólares (casi 400 millones de reales). La Fuerza Aérea Brasileña (FAB) determinó que ese sería el avión que busca Lula da Silva luego de un estudio efectuado a petición del mandatario para sustituir el Airbus A319-ACJ, conocido actualmente como “Aerolula”.
Las erróneas prioridades de Lula
Debido a urgencias económicas que tiene el país sudamericano y a las muchas otras prioridades que existen antes de comprar un avión, el Tribunal Federal le dio al gobierno izquierdista cinco días para explicar cuál es su interés por reemplazarlo. De acuerdo con Gazeta do Povo, la decisión fue firmada el 18 de septiembre por el juez Marllon Sousa, del Séptimo Juzgado Federal del Distrito Federal.
La acción viene motivada por el reclamo que presentaron ante la justicia varios diputados conservadores, entre ellos, Nikolas Ferreira del Partido Liberal. Por su parte, Luciano Zucco, de Republicanos, recordó que los millones que pretende gastar el presidente en un nuevo “Aerolula” podrían ser destinados “para los municipios, programas sociales, infraestructura y asistencia a las víctimas de la catástrofe en Rio Grande do Sul”.
En un mensaje más reciente publicado vía X, Ferreira aseguró que tras presentar una solicitud de información ante la Comisión de Inspección y, al mismo tiempo, presentar dicha demanda colectiva ante el tribunal federal por la posible compra de un nuevo “Aerolula” más lujoso, el Gobierno Federal “dio marcha atrás en la iniciativa y suspendió la idea de comprar un nuevo avión”. Desde el Palacio de Planalto no hay declaraciones, pero de cualquier manera, que Lula da Silva —apodado irónicamente como “pai dos pobres” (padre de los pobres)— haya tenido la intención de cambiar de avión, deja mucho para decir.
Más asientos, oficina privada y suite
El presidente izquierdista se ha quejado “de la incomodidad en los viajes internacionales desde que comenzó su tercer mandato”, apunta el medio Estadão. Pero ¿Qué tan “incómoda” es la aeronave que usa ahora como jefe de Estado? Esta es la descripción que hace dicho portal:
“El avión utilizado actualmente por Lula es un A-319, adquirido en 2004 por por 56,7 millones de dólares, que en su configuración comercial cuenta con 12 asientos semirretirados y 114 asientos en clase económica. El Airbus se divide en tres sesiones. El principal, en la parte delantera del avión, tiene diez asientos y alberga a las principales autoridades. También hay una zona reservada para el presidente, con una suite privada.
En el centro del avión hay una sala de reuniones, con asientos más amplios y cómodos, tapizados en cuero claro, alrededor de una mesa de trabajo. En la parte trasera, los asesores y otros invitados viajan en unos 40 asientos similares a los de los aviones comerciales”.
A Lula da Silva no le basta. Él apuesta a un nuevo “Aerolula” con 100 asientos semi-secretos, oficina privada, suite con cama matrimonial y baño con ducha. Si bien, el A330 estaría usado previamente, expertos indican que por lo general sus anteriores dueños (probablemente algún jeque árabe) lo descartan al poco uso.