Venezuela ha estado en cuarentena desde el 16 de marzo, tres días después que se confirmaron los dos primeros casos. Los expertos atribuyen en buena medida el número bajo de casos al aislamiento que vive el país después de años de crisis política, económica y social.
“Mi idea era permitir la flexibilización de los siete días”, pero los “números de verdad nos prende una alarma”, en Caracas y el vecino estado Miranda, agregó.
Los trabajadores de “sectores priorizados” –alimentación, salud, medios de comunicación y de servicios públicos esenciales como agua, electricidad y gas—serían los únicos que podrían mantener sus labores, acotó el dictador.
Entre el 1 de mayo y el 14 de julio se registraron 9.730 casos que evidencian que los contagios se acrecientan de manera sostenida en el país.
El régimen atribuye el repunte de los casos domésticos de COVID-19 al regreso de aquellos venezolanos que migraron a países vecinos como Colombia y Brasil en medio de la pandemia, resaltando que muchos de ellos en semanas recientes han ingresado a Venezuela por caminos abiertos en la maleza para burlar los controles fronterizos, que incluye 14 días de cuarentena obligatoria en recintos designados por el régimen.
Venezuela es señalado repetidamente por los críticos locales y extranjeros de la administración de Maduro, entre ellos Estados Unidos, como uno de los países más vulnerables de las Américas para contener el nuevo coronavirus, citando entre otros factores el deterioro de la infraestructura hospitalaria, la habitual escasez de insumos médicos, medicinas y camas de cuidados intensivos.
Además, las continuas fallas en los servicios de agua y electricidad afectan rutinariamente el funcionamiento de los centros de salud en la mayoría de los 23 estados del país.
Fuente: Diario las Américas