En ambos casos se plantea la duda de cómo saber que el quinto proceso de negociación no naufragará como los cuatro anteriores.
En este sentido, Michael Penfold, investigador Global del Wilson Center en Washington y profesor titular del IESA en Caracas, reconoce que el incipiente proceso de negociación es frágil y conlleva muchos riesgos, pero sostiene que tiene cambios significativos respecto a los diálogos anteriores, especialmente el cambio de política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela y la coordinación estratégica entre la administración Joe Biden y la Unión Europea.
De hecho, a diferencia de los cuatro procesos anteriores, en este caso se ha establecido -dentro de los puntos a discutir y acordar- el seguimiento a los acuerdos.
En el memorándum de entendimiento firmado entre los representantes de Maduro y la Plataforma Unitaria Venezuela, las partes se comprometen a “llevar a cabo un proceso de diálogo y negociación integral” compuesto por siete puntos
- 1. Derechos políticos para todos.
- 2. Garantías electorales para todos. Cronograma electoral para elecciones observables.
- 3. Levantamiento de las sanciones. Restauración de derecho a activos.
- 4.Respeto al Estado Constitucional de Derecho.
- 5.Convivencia política y social. Renuncia a la violencia. Reparación de las víctimas de la violencia.
- 6.Protección de la economía y medidas de protección social al pueblo.
- 7. Garantías de implementación, seguimiento y verificación.
Según el memorando «el objetivo es llegar a un acuerdo, a través de una negociación intensa, integral, incremental y pacífica, para establecer reglas claras de convivencia política y social, con respeto absoluto a la Constitución Nacional».
Cumplir acuerdo
En su análisis del proceso de negociación en México el economista Francisco Rodríguez destaca lo que considera un aspecto crucial: “No es difícil llegar a acuerdos, lo difícil es lograr que se cumplan. El acompañamiento y seguimiento internacional son importantes, mas no suficientes. Si no hay voluntad de cumplir lo pactado, los acuerdos no serán estables (…) Para que los acuerdos se cumplan, tiene que ser compatibles con los incentivos de ambas partes. Esto requerirá buscar soluciones de coexistencia que bajen los beneficios relativos del poder”.
En relación con los incentivos de las partes a cumplir con los acuerdos los informes de la firma Carpe Diem han destacado en las últimas semanas lo que sus analistas consideran uno de los puntos más débiles de la negociación: la poca convicción de ambos sectores en lograr un acuerdo a través de estos mecanismos. En su análisis de entorno la firma destaca que el gobierno de Maduro y la oposición venezolana accedieron a un nuevo proceso de negociación porque los eventos de los últimos meses los impulsaron a tomar ese camino, pero no porque estén convencidos de su utilidad.
Esta firma mantiene que para ambos bloques se mantiene la tesis del todo o nada, muy alejado a la mayoría de las recomendaciones internacionales.
Acuerdos que no se cumplen
En el 2014 se generó el primer proceso de diálogo entre Maduro y la oposición venezolana como respuesta a las protestas ciudadanas que comenzaron el 12 de febrero de ese año. En este proceso se utilizó al Nuncio Apostólico como observador de buena fe.
El único acuerdo concreto de este proceso fue la designación de una Comisión de la Verdad que debía investigar las protestas de ese año y un acuerdo de renovación de los Poderes Públicos. Ninguno de estos acuerdos se cumplió.
2016
El siguiente proceso de negociación ocurrió en 2016 después de que el Tribunal Supremo de Justicia declarara que la Asamblea Nacional (en poder de la oposición después de las elecciones parlamentarias de 2015) se encontraba en desacato y se bloqueara la petición de un referendo revocatorio en contra de Maduro.
Este proceso de negociación contó con la participación del Vaticano (Claudio María Celli), Unasur (Ernesto Samper) y los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá).
Aunque la oposición venezolana cumplió con las exigencias de desmontar la agenda de protestas de calle que se acordó en estas conversaciones, el régimen de Maduro no respetó el acuerdo y mantuvo el desacato sobre la Asamblea Nacional y se negó a permitir la renovación de los Poderes Públicos.
2017-2018
El conflicto político, la creciente crisis humanitaria y las protestas de calle en 2017 provocaron que se convocara un tercer proceso de negociación en República Dominica. En esta ronda de negociaciones se realizaron con la participación -como garantes del proceso- de los cancilleres de Chile, Bolivia, México, Nicaragua, San Vicente y las granadinas, el presidente Danilo Medina de República Dominicana y el exjefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Este proceso comenzó formalmente en diciembre de 2017 y culminó en febrero de 2018 con el gobierno de Maduro llamando a elecciones presidenciales anticipadas. Adicionalmente el fracaso del proceso llevó al exilio a varios dirigentes opositores como el hoy canciller del gobierno interino Julio Borges.
2019
En 2019 un nuevo actor internacional intentó concretar un acuerdo entre Maduro y la oposición. El Reino de Noruega logró reunir por varios meses a representes del chavismo y del gobierno interino.
No obstante, los preacuerdos alcanzados se truncaron en octubre de ese año cuando el chavismo abandonó la mesa de conversación -que se instaló en Barbados- denunciando la imposición de nuevas sanciones internacionales contra el país y contra funcionarios del régimen por parte de la administración de Donald Trump.
¿Qué se le puede ofrecer a quien lo tiene todo?
Para Francisco Rodríguez el abordaje de la negociación es clave para que este proceso sea exitoso: “Pensar que el chavismo busca entrar en una transacción mercantil de intercambio de concesiones electorales a cambio de una flexibilización de sanciones es reincidir en el error analítico de ver al gobierno de Maduro como un actor motivado por intereses económicos. Al chavismo no le interesa el dinero: le interesa el poder (…) El chavismo no es ni una coalición mercantil en busca de beneficios económicos ni un gobierno benevolente que busca el bienestar de sus ciudadanos. El chavismo es un movimiento político con aspiraciones hegemónicas.
Para Rodríguez “Maduro no está buscando el levantamiento de las sanciones. Maduro está buscando recuperar la legitimidad política que perdió durante la crisis de reconocimiento de 2019. Él sabe que esto no lo va a obtener en una mesa de negociación. Sabe que solo lo puede lograr a través de unas elecciones reconocidas internacionalmente que lo legitimen en el poder. Maduro es el primero que quiere que en Venezuela se hagan elecciones que sean reconocidas como libres y justas por la comunidad internacional. Su única condición es que quiere estar seguro de que las va a ganar”.
Fuente: Diario las Américas