República Dominicana está lista para ser la anfitriona de la XXVIII Cumbre Iberoamericana que se efectuará en Santo Domingo entre el 24 y 25 de marzo. La cita representa otra oportunidad para el posicionamiento de la retórica izquierdista, debido a que la agenda sólo incluye temas relacionados con la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la ciudadanía digital.
Ni la incidencia de la guerra de Ucrania sobre los 22 países miembros de la Cumbre Iberoamericana ni la condena a las dictaduras en Cuba, Nicaragua y Venezuela -países que forman parte- serán prioridad en los dos días de reuniones, lo cual contradice el lema de este año: “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”.
Después de cuatro años sin cónclaves presenciales, 14 jefes de Estado y dos vicepresidentes aterrizarán en el país caribeño para intentar rescatar el espacio de concertación política y de cooperación. En este encuentro República Dominicana concluirá su Secretaría Pro Tempore (SPT) y entregará la antorcha a Ecuador.
La rehabilitación internacional de Maduro
Más que debate o diálogos diplomáticos, la Cumbre Iberoamericana podría convertirse en el escenario para la rehabilitación internacional de Nicolás Maduro, ante la alta probabilidad que existe de su arribo a Santo Domingo para participar en nombre de Venezuela, después de fracasar en su intento por llegar a la cofradía de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se celebró en Argentina en enero ante la inminente posibilidad de ser detenido.
Ahora, si logra llegar a República Dominicana sería la primera en sus diez años en Miraflores que pisaría esta conferencia. Maduro faltó a las cuatro citas que se han realizado desde que tomó el poder en 2013, tras la muerte de Hugo Chávez. En 2018 estaba prevista su presencia en Guatemala, pero finalmente optó por enviar al entonces canciller, Jorge Arreaza. Lo mismo ocurrió en la de 2021 en Andorra, cuando a última hora delegó en la vicepresidente, Delcy Rodríguez, pese a que la intervención tenía que ser telemática debido a la pandemia.
Desembarcar le serviría para coincidir no sólo con los mandatarios de la región, sino también con el Rey Felipe VI de España y con el presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez.
¿Forzaría un saludo con ellos o un breve encuentro? Todo es posible después de la COP27 hecha en noviembre en Egipto, donde forzó un encuentro con el presidente francés, Emmanuel Macron; un saludo al primer ministro portugués, Antonio Costa; así como también un apretón de manos con John Kerry, emisario para el cambio climático de Joe Biden.
Una guerra al lado
Las últimas declaraciones de Andrés Allamand, secretario general iberoamericano, también confirman que el impacto de la guerra de Rusia contra Ucrania tampoco será parte de los temas de la cumbre porque la prioridad es un “relanzamiento de las relaciones entre Europa y América Latina y Caribe”.
De la cita en Santo Domingo es casi un hecho que no saldrá ningún mensaje conjunto o propuesta porque la Comunidad Iberoamericana se rige bajo la regla del consenso, por lo cual, cualquier texto o declaración necesitaría el respaldo de los 22 países que la componen –19 de América Latina junto a España, Portugal y Andorra–.
Además, la ausencia del presidente de Brasil, Luiz Inazio Lula da Silva, el último en la región en formular una propuesta de negociación para resolver el conflicto y de su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, otro de los que apuesta por una solución dialogada vuelve improbable un posicionamiento concreto a adoptar por los 22 países.
La indiferencia frente a los ataques de Moscú contra Kiev durante esta conferencia dista de lo sucedido en otras citas internacionales donde el abordaje fue inevitable como la Cumbre de las Américas.