SONIA SCHOTT,
Sea quien gane las elecciones del venidero noviembre, se enfrentará a múltiples crisis potenciales en todo el mundo y necesitará nervios de acero para afrontar los desafíos.
Hasta ahora, de lo que se desprende de sus apariciones públicas, la candidata demócrata Kamala Harris y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota, Tim Waltz han dado la impresión de ser una pareja que se complementa mutuamente.
Si bien Harris durante su candidatura presidencial en 2020 adoptó algunas posiciones hacia la izquierda, en comparación con su historial anterior, ahora parece haber echado marcha atrás en algunas de ellas, según David Graham, del The Atlantic.
Por su parte, Waltz con una reputación de afable y accesible, dispuesto a hablar con sus oponentes legislativos “se ufana de sus raíces rurales en un partido que se inclina por lo urbano, lo suburbano y los altamente educados” según Peter Slevin, de The New Yorker.
Sin embargo, Harris y Waltz tendrán que demostrar a los votantes que también representan la combinación adecuada para mantener a Estados Unidos a salvo de sus adversarios.
Solo hay que mirar las posibles crisis en los próximos años para darse cuenta de lo vital que será, para quien ocupe La Casa Blanca, el mostrar fortaleza y decisión para defender los valores occidentales cuando haya que enfrentar a regímenes autocráticos que busquen socavar y limitar la influencia y los valores estadounidenses.
Los potenciales desafíos pueden ir desde un Irán con armas nucleares, una invasión de China a Taiwán, un conflicto extendido en el Medio Oriente, un ataque con misiles balísticos por parte de Corea del Norte hasta una mayor agresión de Rusia contra algún país de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Con estos eventos que podrían suceder en los próximos cinco años, ¿cómo afrontarán Harris y su afable vicepresidente, maestro de escuela, cualquiera de esos desafíos que podrían incluso presentarse todos al mismo tiempo?
Si hubiese alguna duda entre los votantes, el republicano Donald Trump, quien siempre ha prometido mano dura con todos los adversarios y resolver los conflictos actuales, especialmente la guerra en Ucrania, al poco tiempo de asumir el cargo representaría una mejor opción.
Hasta ahora, poco se sabe de las capacidades de Harris para afrontar desafíos de marca mayor, pues aunque ha ocupado una posición relevante junto al presidente Joe Biden, simplemente, al igual que vicepresidentes anteriores, ha dado su respaldo a cualquier decisión tomada por el jefe de Estado.
La excepción a esta tradición fue Dick Cheney, vicepresidente de George W. Bush, quien dejó sentir su influencia y poder especialmente en política exterior y de seguridad nacional.
Cuando Hillary Clinton se postuló para la presidencia en 2016, ciertamente dio la impresión de que abrazaría una línea dura.
Entonces ¿se puede contar con que Harris tendrá una posición firme?
Sin duda, habrá muchas oportunidades para que demuestre sus cualidades cuando debata con Trump en septiembre.
De igual manera su compañero de fórmula, quien se ha ganado una buena reputación como gobernador de Minnesota con sus políticas liberales familiares, podrá medirse con su rival republicano, el senador J. D. Vance, quien al igual que Trump se ha forjado una imagen dura.
Cuando faltan unas doce semanas para las elecciones, la demócrata debe presentarse no solo como una líder que continuará los logros de Biden en política exterior, especialmente manteniendo a la OTAN unida ante la confrontación con Rusia, sino que también deberá desarrollar sus propias políticas tomando en cuenta un escenario mundial en constante cambio.
Como vicepresidenta, Harris fortaleció relaciones con otros líderes mundiales, pero competirá con un Trump quien ya pasó cuatro años como presidente y demostró sus capacidades para enfrentar los retos.
Si bien su estilo de liderazgo alarmó con frecuencia a los aliados más cercanos del país, especialmente en Europa, su enfoque sólido y dominante a veces tuvo el efecto deseado, por ejemplo, al persuadir a los socios de la OTAN de invertir más en defensa, un logro clave de su presidencia.
Los debates televisivos de septiembre resultarán vitales tanto para Harris como para Trump, y está vez la atención se centrará en sus cualidades políticas en lugar de la cuestionada actuación de Biden frente a su rival republicano.