Lo que ocurrió este lunes en Venezuela con el cierre del periodo de postulaciones impidiendo a la opositora Plataforma Unitaria Democrática inscribir a su candidata sería insólito para un país democrático. Pero no es el caso. De manera descarada y sin el menor disimulo, Nicolás Maduro, mediante el control del Consejo Nacional Electoral (CNE) desde el Palacio de Miraflores, mantuvo extorsionada a la coalición opositora con un pedido muy particular digno de un dictador: o le permitían a él escoger a su rival o las tarjetas de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y Un Nuevo Tiempo (UNT) se mantendrían bloqueadas hasta el cierre de la jornada para que no pudieran acceder al sistema y presentar una candidatura. Finalmente, Manuel Rosales, gobernador del Zulia y fundador de UNT, cedió a la extorsión del régimen y rompió la unidad, inscribiéndose a último minuto para ser el rival a la medida que pedía Maduro.
De esta manera, Rosales, que fue candidato contra Hugo Chávez en 2006, se prestará una vez más para dar una imagen de aparente normalidad democrática con otra farsa electoral que no será muy distinta a la de 2018, cuando Maduro se declaró reelecto sin la participación de los partidos de oposición. Ahora, tras darle la espalda a María Corina Machado, queda claro por qué la tarjeta de su partido fue una de las dos que el organismo electoral decidió habilitar. La jugada que ya había anunciado el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, se ejecutó en último momento para la tranquilidad de la dictadura.
Dictadura pura y dura
Más temprano, en una entrevista con CNN, Corina Yoris, la elegida por María Corina Machado para ser su representante en las votaciones al estilo ruso que se celebrarán el 28 de julio, reveló que había “fuertes discusiones” a lo interno de la coalición opositora porque Maduro no aceptaba su postulación y la de ningún candidato que contara con el respaldo de Machado, ganadora indiscutible de las primarias con más de 92 % de los votos. La insólita situación solo ocurre en Venezuela y tiranías como la cubana, donde el dictador escoge sin el menor disimulo al rival más cómodo para garantizar su permanencia en el poder simulando un supuesto proceso democrático.
Además de Nicolás Maduro y los nueve aspirantes de la falsa oposición inscritos previamente, el exrector del CNE, Enrique Márquez, también puso su nombre para participar en esta farsa, todo gracias a que sospechosamente el organismo electoral había habilitado 24 horas antes la tarjeta del partido Centrados.
“Maduro no permitió la inscripción de la candidata”
Por su parte, la MUD aclaró que nunca se le permitió inscribir a su candidata sin recibir ningún argumento, pues Corina Yoris no está inhabilitada ni había forma de inhabilitarla, ya que nunca ha ejercido cargos públicos. “Nicolás Maduro no permitió la inscripción de la candidatura unitaria. Nunca se nos permitió al acceso al sistema de postulaciones”.
Ahora, más allá de los nombres de los candidatos, todos a la medida del régimen, cuyo propósito era no solo evitar competir con María Corina Machado sino también con cualquier aspirante que tuviera su respaldo, Nicolás Maduro logra enviar el mensaje de que controla hasta a sus supuestos adversarios y que en el país solo se hace lo que él diga. Por las buenas o por las malas.