He querido preguntarle a María Corina Machado durante muchos años cómo fue revivir la pesadilla que fue el principio del fin para Venezuela y finalmente tuve la oportunidad de hacerlo. A la luz de las elecciones estadounidenses de 2020 y algunas de las máquinas de votación que han sido cuestionadas —y sus vínculos con una empresa venezolana y su software—, esta entrevista es quizás más importante que nunca. Ella fue extremadamente valiente al hacer esto y soy plenamente consciente del riesgo personal que está tomando.
María Corina Machado fue electa diputado para la Asamblea Nacional de Venezuela en septiembre de 2010. En ese momento, se convirtió en la parlamentaria más votada. Machado fue candidata presidencial durante las primarias de la oposición en el año 2012 y actualmente es líder del partido político Vente Venezuela, fundado en 2012.
Machado jugó un rol fundamental en la denuncia del fraude electoral en Venezuela por parte del voto electrónico y hoy es, sin duda, una de las voces más influyentes y reconocidas de la oposición venezolana.
¿Qué tuvo que ver usted con el proceso electoral del 2004 y la denuncia del fraude en Venezuela?
En el año 2002, cinco amigos ingenieros que nunca habíamos soñado involucrarnos en la política, decidimos hacer algo para revertir el profundo daño que Hugo Chávez le estaba haciendo a nuestra sociedad. Con ese fin creamos una organización ciudadana: Súmate.
Chávez; militarista, golpista y socialista, había llegado al poder en Venezuela anunciando que iba a provocar la división y el enfrentamiento del país, con una agenda donde claramente iría contra las libertades democráticas, como en efecto lo hizo desde el primer día. Atacó la libertad de expresión, la propiedad privada, realizó una razia en los tribunales y modificó ilegalmente nuestra Constitución, para prolongar su permanencia y aumentar su poder.
Estas tensiones sociales comenzaron a generar reacciones en muchos venezolanos para defender nuestros derechos. En ese entonces, decidimos que era necesario, como ciudadanos, organizarnos y actuar para canalizar estas tensiones sociales pacíficamente, y encontramos en la Constitución la posibilidad de convocar un referéndum revocatorio al presidente —si se conseguía el 20% de las firmas de los venezolanos inscritos en el registro electoral; lo cual equivalía a 2.400.000 firmas—.
Todos nos dijeron que éramos unos locos sin experiencia política, porque creímos que era posible movilizar a la ciudadanía de esa manera. ¡Y lo hicimos! En menos de tres semanas, desde Súmate convocamos a más de 30.000 voluntarios. El 2 de febrero de 2003, en un solo día superamos todas las expectativas y recogimos más de 3 millones de firmas. Inmediatamente, a través de un atropello juridico, el régimen anuló todo el proceso. Ilegalmente impusieron todo tipo de requisitos adicionales que hacían casi imposible recoger las firmas de nuevo, ¡pero lo volvimos a hacer!
Chávez se vio obligado a aceptar que se convocara el referéndum revocatorio presidencial. Pero lo que Chávez no iba a permitir jamás, era perder esa, ni ninguna otra elección. Por lo tanto, en ese mismo momento comenzó una gran operación para impedir que la sociedad venezolana, que mayoritariamente ya se oponía a su mandato, pudiera expresarse libremente. Una de las primeras cosas que entendió el régimen fue que tenía que controlar completamente el sistema electoral, pero eso sí, jamás dejar huella de su fraude.
Para lograrlo, necesitaban cambiar la plataforma electrónica de votación existente. La Ley venezolana exigía que la adquisición de una nueva tecnología electoral fuese a través de un proceso de licitación pero encontraron una excusa para no hacerlo: la existencia de una “nueva” tecnología que ofrecía un “paper trail” (boletas impresas de cada voto electrónico), que permitiría contar los votos en físico y evitar el fraude electrónico. La empresa recién creada, sin ninguna experiencia electoral, a la cual se le adjudicó el contrato fue Smartmatic.
¿Cómo describe usted la elección del 2004 en Venezuela? ¿Cómo fue contado el voto? ¿Y cuándo sintió usted que algo estaba mal?
Nadie puede dudar que el referéndum revocatorio del 2004 fue un fraude completo, de principio a fin. El régimen inventó artificios “legales” para postergar lo que debía haber sido un inminente referéndum después de entregar las firmas requeridas. Necesitaban tiempo para ejecutar muchas cosas, desde intervenir en las encuestas —las cuales ubicaban a Chávez con una desventaja gigantesca—, hasta montar una ostentosa campaña de propaganda apuntalada en mecanismos de distribución de grandes sumas de dinero a través de pagos directos a la población y así justificar lo que sería el fraude más grande de nuestra historia.
Pero sobre todo, necesitaban tiempo para que una nueva plataforma electoral pudiese desplegarse y garantizar que el régimen de Chávez apareciera triunfando, sin que hubiese la menor huella del fraude cometido.
Una vez adquirida Smartmatic, sin licitación, alegando que tenía la ventaja del “paper trail”, progresivamente y en cuestión de pocos meses, el compromiso de contar el 100% de las boletas se redujo al 30% y, finalmente, al 1% (equivalente a 196 mesas de votación), argumentando que, estadísticamente, era una muestra más que suficiente.
En representación de Súmate, me opuse rotundamente a que no se contaran todas las boletas, pero algunos representantes de los propios partidos de la oposición, se plegaron al planteamiento que formuló el entonces rector del Consejo Nacional Electoral, Jorge Rodríguez. Los representantes alegaron que si se contaban las boletas y había una discrepancia con los votos electrónicos, eso generaría “problemas en las mesas”. Era un argumento inaudito por parte de representantes de la oposición, pero que hoy se explica al ver que esas personas están descaradamente operando dentro de las fuerzas del régimen.
Otro elemento que denunciamos desde el principio, fue el hecho de que las máquinas de votación imprimieran los resultados después de que se estableciera una conexión a internet, que Smartmatic aseguraba que era unidireccional —es decir, que sólo transmitía información desde la máquina de votación al centro de cómputos—. Posteriormente se tuvo acceso a los registros de transmisión (logs) de la empresa de telecomunicaciones CANTV, y se constató que hubo transmisión de información bidireccional antes de imprimir los resultados.
Para el referéndum revocatorio, se desplegaron más de 180.000 testigos y voluntarios en todos los centros de votación. Adicionalmente, desde Súmate contratamos a la prestigiosa empresa Penn, Schoen & Berland, que validó un exit poll independiente que se sumaba a otros dos exit poll realizados por partidos políticos de Venezuela. Nuestro análisis era claro: mientras más alta fuera la participación, el triunfo sería más contundente.
Llegó el 15 de agosto de 2004 y con el paso de las horas vimos cómo en toda Venezuela la gente salió masivamente a votar. Los resultados de los tres exit polls independientes eran muy similares y ratificaron lo que esperábamos: un 56-58% de votos a nuestra opción del SI, y poco más del 40% al NO de Hugo Chávez.
Sin embargo, cuando se comenzaron a transmitir los resultados en la noche, la situación era otra. Sorpresivamente, los números cambiaron exactamente a la inversa: Chávez sacaba una ventaja de más de 15 puntos, contradiciendo todos los exit poll que se habían hecho durante el día.
Lo más grave ocurrió cuando fuimos a buscar los resultados del conteo de las boletas de las cajas de votación que conformaban la muestra estadística de 196 cajas que debían haberse abierto para contrastar con el resultado de cada máquina Smartmatic. En la mayoría de los centros de votación correspondientes a esas mesas, al momento del conteo se produjeron eventos de amedrentamiento o violencia y, por instrucciones del régimen, el conteo físico de las boletas no se realizó. Es decir, no habría forma de demostrar que los votos depositados coincidían con los datos de las máquinas Smartmatic, a menos que se abrieran y contaran las boletas en todas las cajas, las cuales estaban bajo el control del Consejo Nacional Electoral.
El régimen reaccionó con agresividad, presionando duramente a todos los actores internacionales, especialmente a los observadores externos, amenazando con un escenario de conflictividad y violencia. La presión que se desató contra nosotros en Súmate fue brutal, tanto por parte del régimen, como por actores politicos de oposición que querían reconocer los resultados fraudulentos, y por algunos miembros de organizaciones internacionales de observación electoral que estaban dispuestas a validar los resultados. Nuestra posición les resultaba “incómoda”; había que silenciarla y si eso no era posible, descalificarla completamente.
¿Qué fue lo que Jimmy Carter y el Centro Carter, vieron en Venezuela que les hizo creer que los votos eran legítimos?
No puedo contestar completamente esta pregunta. No sé qué información recibió el presidente Jimmy Carter, ni a qué instancias tuvo acceso. Sí puedo decir que el Centro Carter, durante el proceso de validación de las firmas para convocar el referéndum revocatorio, fue absolutamente permisivo con un Consejo Nacional Electoral controlado por el chavismo. Este organismo arbitrariamente fue agregando más y más requisitos para la validación de las firmas, que ya se habían recogido, en un intento desesperado de anular un número tan grande de ellas que no se cumpliera la meta.
Para nuestra profunda decepción, el Centro Carter publicó un informe sobre el proceso de recolección de las firmas y la validez de las mismas, que presentó muy graves deficiencias estadísticas. Ante nuestro firme reclamo y anuncio de que lo denunciaríamos públicamente, procedieron a corregirlo.
Posteriormente, horas después del referendo, el 16 o 17 de agosto de 2004, en una reunión privada en mi oficina, el gerente electoral para Venezuela del Centro Carter, me reconoció, con testigos presentes, que efectivamente, la apertura del 1% de las cajas para validar las boletas con el voto electrónico no se había realizado. También nos dijo que tenía prohibido hablar de ese tema con nosotros.
Los observadores del Centro Carter tuvieron acceso en tiempo real a la auditoría física en sólo 6 centros de votación de todo el país, de las cuales en sólo 1 se contaron las boletas. En definitiva, el CNE le entregó al Centro Carter copias de los informes de auditoría de sólo 25 centros de votación de los 4,766 centros automatizados —y en la mayoría de este reducido grupo, no se había realizado el conteo de las boletas—.
Al final, considero que un elemento que influyó en la decisión del Centro Carter de obviar toda la evidencia de los atropellos del régimen en el proceso electoral y los indicios del fraude, fue que consideraron que por la “gobernabilidad del país” y para buscar “la paz social”, era admisible sacrificar la justicia y la verdad.
Cuando ustedes lograron convocar el referéndum del 2004, ¿por qué creyeron que iban a ganar contra Hugo Chávez? ¿Ustedes creen que este robo fue orquestado solo por Chávez, o hubo apoyo internacional?
Haber logrado convocar el referéndum del 2004 fue una proeza cívica, una demostración de la fuerza ciudadana comprometida con la democracia de nuestro país. Estaba convencida de que lo podíamos ganar, por la magnitud del entusiasmo y de la organizacion que se generó, y también por la fuerza y la valentía de los ciudadanos.
Pero sí, hay que reconocer que todos subestimamos, no solamente la capacidad del fraude que tenía Chávez, sino el apoyo de una gran operación que incluyó, desde luego, a actores internacionales.
El referendo revocatorio de 2004 fue un fraude sofisticado. Realizaron diversas prácticas que alteraron los resultados, y que al sumarse, capa sobre capa, configuraron un gigantesco fraude. Esto incluyó el abultamiento del registro electoral en 21% incorporando personas que estaban muertas y extranjeros que no cumplían los requisitos para votar. Otra práctica fue aplicar el miedo en la población, tanto en la campaña pública, como en la presencia de agentes del régimen en los centros de votación, muchos de los cuales se instalaban al lado de la máquina Smartmatic eliminando el secreto del voto. Pero indiscutiblemente, el fraude mayor fue una plataforma electrónica que generó un fraude electrónico, el cual fue concebido para no dejar huella; y cuando existía una huella, es decir, la boleta de papel, asegurarse de que la misma no fuera auditada antes de destruirla.
En las semanas siguientes al referendo revocatorio, muchos técnicos y estadísticos iniciaron un profundo análisis de los resultados electorales. Los resultados son contundentes: estadísticamente esos números son imposibles de explicar. Entre los diversos estudios, está el realizado por los profesores Luis Pericchi y David Torres donde aplican la Ley de Newcomb-Benford, una distribución estadística que se utiliza para verificar la veracidad de los resultados electorales. Su hallazgo fue impactante:
“Las conclusiones son bastante claras. Los votos NO (a favor de Chávez), en las mesas automatizadas violan la Ley de Newcom-Benford con probabilidad virtualmente 1. (La probabilidad de la hipótesis complementaria, osea la hipótesis de que cumpla la Ley es de 1.34 x 10-36, virtualmente 0).” Es decir, hubo un número enorme de votos agregados a la opción del NO; por eso no podían permitir que se contaran las boletas.
No tengo duda de que esta operación del chavismo tuvo la asesoría y el acompañamiento del régimen cubano, tanto en el diseño y despliegue de la propaganda, como en los mecanismos de terror y control social.
Yo no tenía experiencia política alguna, y menos exposición pública, cuando creamos Súmate. En cuestión de días organizamos a decenas de miles de voluntarios en todo el país e iniciamos una campaña de concientización y movilización ciudadana inmensa. Eso me puso de inmediato en el spotlight, y alguien tenía que darle la cara a los medios de comunicación. Recuerdo el día que se acordó la fecha para la recolección de firmas a nivel nacional; la rueda de prensa estaba convocada y más de 100 periodistas esperaban. Tuve que respirar profundo y salir al ruedo, aunque nunca antes había dado una entrevista en mi vida.
Eso hizo que el régimen enfilara toda su furia contra mí. Al poco tiempo, en una rueda de prensa de Jorge Rodríguez, desde el Consejo Nacional Electoral, furioso ante la evidencia y las denuncias que nosotros formulábamos, apuntó a la cámara con un dedo y dijo: “Tú, María Corina Machado, terminarás entendiendo lo que aquí se va a imponer y lo que aquí va a pasar”. Es decir, personalizaron en mí al enemigo a derrotar.
Con los años he entendido por qué, si yo no era un contrincante político, el ataque era tan feroz. La razón es que nosotros, desde Súmate, cuestionamos la base de la legitimidad del chavismo que provenía de una supuesta mayoría en el apoyo popular, y sobre la cual justificaron tantos atropellos y crímenes. Nosotros, no solamente cuestionamos esa realidad, sino que demostramos que era falsa.
Iniciaron una campaña brutal, contra mí, contra mi familia, contra Súmate, utilizando todos los medios del Estado para descalificarnos, sobre todo moralmente. Por último, iniciaron un proceso legal, acusándonos de traición a la patria y de conspiración.
A los pocos días del referéndum revocatorio, viajé a los Estado Unidos a una conferencia del Miami Herald, para intervenir en un panel junto a Jennifer McCoy, del Centro Carter. Minutos antes de empezar mi conferencia, me llegó la información de mi abogado informándome que había una orden de detención en mi contra. Yo tenía cientos de personas en frente esperando por mí. Apagué mi teléfono y dije la verdad.
Esa noche mi mamá me llamó pidiéndome que no regresara a Caracas; fue difícil que entendiera que si no lo hacía de inmediato, no podría regresar después. Cambié mi pasaje y regresé al día siguiente.
Desde el 2004 y hasta el 2017, Smarmatic hizo 14 elecciones en Venezuela, ¿mantuvieron el mismo sistema y procedimientos del 2004, o fueron sofisticando sus mecanismos?
Efectivamente, si algo aprenden estos sistemas criminales es a no cometer el mismo error dos veces. Con cada proceso van haciendo más sofisticada su trampa y más difícil de detectar. Al poco tiempo, nosotros nos dimos cuenta de que no había una sola razón que explicara todo el fraude, sino que era una sumatoria de eventos y mecanismos que van agregando alteraciones a la voluntad de los electores, capa sobre capa. Cada una aporta un componente del fraude, y en conjunto, el resultado es devastador.
Para el 2005, correspondía una elección parlamentaria, y conscientes de que seguía creciendo el repudio popular contra Chávez, el régimen decidió incorporar un mecanismo aún más perverso al sistema, que consistía en conectar la máquina “captahuella ” —un dispositivo que verificaba la identidad del elector y registraba su huella dactilar— con la máquina de votación Smartmatic. El supuesto propósito era impedir que una persona votara más de una vez, pero en la práctica tenía otro fin: acabar con el secreto del voto.
Jorge Rodríguez y los directivos de Smartmatic afirmaron que esto no era posible, porque las máquinas de Smartmatic tenían un procedimiento interno que alteraba la secuencia en la que los votos se iban produciendo y, por lo tanto, aunque la máquina captahuella sí mantuviera el orden, era imposible saber cómo había votado cada persona.
El 23 de noviembre de 2005, diez días antes de la elección, en una instalación del Consejo Nacional Electoral en Caracas, sorpresivamente, el CNE accedió a hacer una auditoría en una máquina de votación Smartmatic, con la presencia de observadores de la Unión Europea y de la OEA.
El experto técnico Leopoldo González fue registrado por un partido de oposición para participar en esta auditoría y realizó una simulación de votación con quienes allí se encontraban. Acto seguido, González tomó la máquina Smarmatic, la manipuló por unos minutos y dirigiéndose a los presentes dijo: “Tú votaste A, tú votaste B, tú votaste C”. Fue como si hubiera caído un rayo en el lugar. El representante del CNE detuvo la auditoría en seco y pretendió impedir que se levantara un acta con los hechos ocurridos —que demostraban, en tiempo real, y frente a testigos, que la máquina Smartmatic sí guardaba la secuencia del voto y por lo tanto, su conexión a una máquina captahuella, destruía el secreto del voto en Venezuela—.
También se demostró que los directivos de Smartmatic le habían mentido al país. Para nuestra sorpresa, varios partidos de oposición quisieron impedir que esta información se hiciera pública, porque habían decidido participar en esa elección fuera como fuera. Sin embargo, la información se conoció y generó tal repudio nacional que hizo que los partidos finalmente decidieran no participar en una elección donde el voto no era secreto. Horas antes de la elección, Jorge Rodríguez propuso eliminar las máquinas captahuellas, pero ya la indignación colectiva era tan grande, que el país repudió ese proceso.
Evidentemente, el informe de la OEA sobre esta elección del 2005 fue demoledor. Ante esto, un par de dirigentes de muy alto nivel de un partido de oposición, se encargaron de pedir y lograr que la OEA eliminara una buena parte de dicho informe, con el argumento de que los venezolanos no querrían votar en la elección presidencial del 2006 si esa información, que era cierta, se hacía pública. Y así, una vez más, se enterró otra parte del fraude de Chávez y de Smartmatic en Venezuela.
¿Qué me puede decir usted sobre los fundadores de Smartmatic: Antonio Mugica, Jorge Piñate y Alfredo José Anzola (fall. 2008)? ¿Son personas de izquierda?
No puedo decir nada sobre las preferencias políticas o ideológicas de estas personas, pero lo que sí está claro es que son parte del sistema que se ha configurado alrededor del régimen. Estos sistemas criminales, terminan cooptando a personas de muy distintas ideas, incluso, quebrando a personas que en su momento fueron honestas, utilizando métodos perversos como amenaza, chantaje, extorsión y corrupción. Pero si algo debemos tener muy presente es que quien recibe un centavo del sistema de mafias, automáticamente se convierte en su rehén; para siempre.
¿Qué recomendación le da usted a Donald Trump y sus abogados?
Mi recomendación está dirigida a los ciudadanos de los Estados Unidos, que forman parte de una sociedad que ha sido un ejemplo en la aplicación rigurosa de la justicia, por la fortaleza e independencia de sus instituciones, y en la defensa de la Libertad.
Hace más de 20 años, los venezolanos decíamos: “Venezuela no es como Cuba, jamás será como Cuba”, hoy vemos que Venezuela está peor que Cuba. Venezuela es un país ocupado, un país con un régimen fallido y forajido que ha entregado nuestro territorio al crimen organizado y al terrorismo global, que sirve de hub a las operaciones criminales que desde aquí se expanden al resto de la región para desestabilizar a sus gobiernos democráticos.
Hoy vemos con enorme preocupación cómo muchos argentinos dicen “Argentina no es Venezuela”, o españoles que dicen “España no es Venezuela”, y la realidad es que ninguna de las democracias occidentales está a salvo de una operación continental de esta magnitud, en la cual hay tantos intereses que buscan socavar la base misma de una sociedad, que es la confianza en sus instituciones.
Por lo tanto, como venezolana, si algún aprendizaje yo puedo transmitir a cada uno de los estadounidenses, es que la defensa de la verdad y el predominio de la justicia, no puede verse liquidado, o desestimado, por excusas o argumentos de ningún tipo. Cuando una sociedad realiza un proceso electoral, requiere saber la verdad para tener confianza en los resultados, para que dicha elección tenga legitimidad y para preservar la convivencia democrática.
Si la justicia fuese denegada en nombre de la “paz”, inevitablemente esa sociedad perderá, no solo la justicia, sino la paz e, inexorablemente, su Libertad.
Por siglos, el pueblo de los Estados Unidos ha logrado dirimir sus diferencias y ser un ejemplo para el resto de Occidente gracias a su apego a la justicia y a sus instituciones democráticas, las cuales, una vez más prevalecerán.
Fuente: El American