Por segundo año consecutivo, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) convocó a una gran marcha en todas las ciudades grandes de México, con el fin de defender la vida desde la concepción, a la mujer y abogar por la paz, obteniendo una respuesta incluso más positiva que la de 2021, con más de un millón de participantes.
El sábado 8 y el domingo 9 de octubre (varió dependiendo de cada ciudad) cientos de miles de personas se dieron cita en sus ciudades para tomar las calles ante los ataques de una agenda socialista y progresista que impulsa el aborto en la Cámara de diputados, tanto como en los congresos estatales y en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Cientos de organizaciones ciudadanas, en su mayoría provida, coadyuvaron en invitar gente a la marcha. Este domingo 9 de octubre, en la capital del país, habría acaso cerca de 300 mil personas, tantas como las reunidas en la marcha del año pasado (el 3 de octubre de 2021).
En todos los estados del país hubo manifestaciones, más nutridas unas que otras, claro. Pero lo que resalta, en todo caso, es que la gente empieza a salir de su acostumbrada tibieza, para comenzar a convertirse en guerreros, en su mayoría cristianos.
No obstante, no fue una manifestación sólo de católicos -pese a que notoriamente son una mayoría en México, abarcando a un 77% de la población-, sino que también hubo muchos protestantes -11% de la población-, e incluso ateos o agnósticos, que salieron a luchar por la defensa de los más fundamentales derechos humanos.
Cabe destacar que la mayoría de los medios de comunicación -el mainstream media- ignoró totalmente las marchas, sin brindarles cobertura. Eso en un contexto en el que la línea editorial de los mismos es notoriamente progresista, pro aborto, supremacista feminista, o bien, claramente antieclesiástica, o de plano, gobiernista de izquierda. Sin embargo, en las redes sociales se puedo reflejar la verdad que callaron los medios de siempre apegados a agendas del supremacismo “progre-globalista”.
Sin ser una marcha manejada por ningún partido, aparecieron algunas banderas del Partido Acción Nacional (PAN), cuyos miembros a título personal decidieron aportar su respaldo, y con ello hacen valer la doctrina provida de su instituto de formación, que no ha cambiado, ni tendría por qué cambiar.
Por ejemplo, la diputada América Rangel, del congreso de la Ciudad de México, marchó, y también su esposo Rafael Calderón, el diputado capitalino Raúl Torres -los tres panistas- junto con miembros de algunas organizaciones conservadoras, como el Ejército Cristero Internacional (ECI), el equipo del canal de YouTube “Y que viva Cristo Rey” (en el que hay católicos y anglicanos), la Unión Nacional Sinarquista, y JUVI (organización jóvenes que defienden los DDHH de los mexicanos en todas las etapas).
Además de los habitantes de la Ciudad de México, nutrieron el evento en la capital contingentes del Estado de México, Morelos, Hidalgo y Querétaro.
Estas marchas, además de empujar una agenda claramente conservadora y de defensa de los valores tradicionales de Occidente, representan el resurgimiento de la nueva derecha mexicana, la construcción de un conservadurismo actualizado, y el relanzamiento de no pocos movimientos que se reivindican como “cristeros”, en alusión a aquellos luchadores de 1926, muchos de ellos levantados en armas contra la persecución de Plutarco Elías Calles, quien quería suprimir la religión católica del país, y ordenó asesinatos de sacerdotes y fieles, así como el cierre de templos.
Sólo que ahora los movimientos cristeros con pacifistas, y en ningún caso armados, pero sí sumamente activos.
No obstante, hubo algunos liderazgos de derecha que no estuvieron de acuerdo en que se convocara por “la mujer”, ya que eso les parecía una cierta concesión a la “perspectiva de género”, y hubieran preferido que se llamara a participar en defensa de la “familia”, y no sólo de uno de sus miembros.
Sin haber un acabado consenso en cuanto las exigencias de las marchas con respecto al gobierno federal, a los legisladores y a la SCJN, ACI Prensa menciona cuatros puntos recogidos de los oradores al final de la marcha, a saber:
1.- Que se generen leyes a favor de la mujer en situación vulnerable, que atienda las raíces de sus problemas.
2.- Que se proteja la vida de cada ser humano antes y después de nacer por igual, sin discriminación alguna, ni por grado de desarrollo, por condiciones de salud, o por otro motivo.
3.- Que se generen políticas públicas a favor de la paz y la unidad de todos, sobre todo en el seno familiar; y
4.- Que se recupere la confianza entre los ciudadanos, para que podamos convivir en paz y armonía, sin violencia.
Habría que añadir que en México la persecución contra el derecho humano a la libertad religiosa y de expresión atraviesa un momento complicado, por lo que estas marchas también funcionaron como contrapeso a iniciativas de ley que han querido “castigar” a los ministros de culto, y a todo aquel que opine siquiera algo que no le guste al supremacismo LGBT, y que por tanto fuera considerado como “discurso de odio”. La contrarrevolución cultural avanza.