En un comunicado, Shell escribió que “Shell Chemical L.P. continuará operando la instalación adyacente Deer Park Chemicals, que posee al 100%”.
“Shell no tenía planeado vender su participación en la refinería de Deer Park”, declaró Huibert Vigeveno, director de refinación de la compañía. “Sin embargo, luego de una oferta no solicitada por parte de Pemex, hemos llegado a un acuerdo para transferirles nuestra participación”.
López Obrador se había quejado recientemente de que Deer Park no había rendido beneficios para el país desde 1993, aparentemente debido a que la mayoría de las ganancias se habían reinvertido. Sin embargo, también reconoció que la refinería procesa 340.000 barriles de crudo al día, la mayoría de ellos de origen mexicano.
Pemex, la compañía petrolera del Estado, se comprometió a operar la planta de manera responsable con el medio ambiente.
López Obrador considera que la industria petrolera es un sector clave para la soberanía del país y para su futuro económico, y ha promulgado reglas que limitan el uso de energías renovables como la solar o la eólica. Sus detractores aseguran que se trata de una postura obsoleta que se remonta a la década de 1970, cuando el petróleo marcaba la pauta en Tabasco, ubicado en la costa del Golfo de México, y que no tiene mucho sentido ahora que el mundo está virando hacia las energías renovables.
Aunque un pago de 600 millones de dólares por media refinería parece ser un buen acuerdo para México, también genera interrogantes sobre la decisión del país de invertir 9.000 millones de dólares en la construcción de una instalación nueva y similar a la recién adquirida.
El beneficio añadido de Deer Park es que puede refinar el crudo mexicano más pesado sin producir combustóleo como derivado. Las refinerías mexicanas actuales difícilmente pueden lograr eso, por lo que las reservas de combustóleo — un combustible altamente contaminante con un mercado de exportación reducido — se han acumulado en el país, y el gobierno lo consume cada vez con mayor frecuencia en las plantas eléctricas del Estado.
La decisión de Shell parece formar parte de una estrategia internacional a gran escala para consolidar sus refinerías e iniciar una transición hacia los recursos energéticos renovables.
El objetivo es que las refinerías estén más integradas con los complejos químicos y produzcan más biocombustibles, hidrógeno y combustibles sintéticos.
Fuente: Diario las Américas