Alexis Ortiz,
Crónicas desde Miami / Especial para “elNuevo Herald” de Miami…
Después de 200 años México tiene por fin una mujer Presidente de la República. Enhorabuena. Se trata de Claudia Sheinbaum, una científica ambientalista, con la experiencia de haber gobernado en la populosa y populista capital mexicana, siempre obediente al virulento Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
La señora Sheinbaum ganó a la opositora Xóchitl Gálvez con el 60% de los votos, en unos comicios concurridos y controversiales. Con mucho ventajismo del gobierno de AMLO y 36 candidatos asesinados en el proceso, por una delincuencia sin control.
Yo, animado por el amor a México, tenía la ilusión que la señora Sheinbaum, en medio de su clamoroso triunfo, iba aprovechar su primer discurso para iniciar un alejamiento de AMLO, consciente de la indeseable herencia que le deja el ex Presidente.
Pero no, en su intervención la nueva Presidente se presentó como una cheerleader de AMLO, alardeando de una fantasmagórica Cuarta Transformación.
El regalo envenenado de AMLO para Claudia:
Un país endeudado, sobre todo la ineficiente y corrupta petrolera PEMEX. Con un 6% de déficit fiscal.
Con unos niveles de inseguridad y violencia escandalosos, producto de la ineptitud oficial y su complacencia con el narcotráfico (la oferta de AMLO para los narcos fue “abrazos no balazos”).
Atropellos repetidos a la libertad de expresión, acoso a las instituciones, incluso al Instituto electoral; irrespeto a los poderes, legislativo, judicial, provincial, municipal y desde luego a las entidades de la sociedad civil.
Despilfarro de la bonanza económica en una política clientelar financiada por el dinero del estado.
Sometimiento de los empresarios privados y de los medios de comunicación independientes.
La Cuarta Transformación de López Obrador fue un desastre. Si la señora Sheinbaum no se percata de eso, su gobierno será otro fracaso lamentable para ese México sufrido, pero siempre promisorio.