CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍN,
Andrés Manuel López Obrador ha marcado su presidencia por la subordinación de México a las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua a costa de los intereses mexicanos, constituyéndose en un “gobierno para dictatorial”. Este 2 de junio, el pueblo mexicano elegirá Presidente, 128 senadores y 500 diputados federales, cuyo resultado determinará si México continúa al servicio de las dictaduras del socialismo del siglo XXI o del castrochavismo con importantes consecuencias.
Un ‘gobierno paradictatorial’ es “el dirigido por un presidente elegido democráticamente que somete su país al servicio de las dictaduras para contribuir a su sostenimiento con acciones de legitimación y apoyo, incumpliendo obligaciones jurídicas internacionales y en perjuicio de los propios intereses nacionales”. Esta definición describe -entre otros- al gobierno de López Obrador, sometiendo a México a importantes perjuicios internos y poniendo la política exterior al servicio de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Las dictaduras del socialismo del siglo XXI o castrochavismo -Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua- ejercen el poder mediante “terrorismo de Estado”, con presos políticos, persecución judicializada, exiliados, tortura, asesinatos, tráfico de personas, asesinato de reputaciones, migraciones forzadas, crímenes de lesa humanidad y son narcoestados. Es un sistema de “crimen organizado transnacional” que detenta el poder con impunidad y que interviene en todas las democracias de las Américas mediante conspiraciones, procesos de desestabilización y apoyo o participación directa en procesos electorales en los que pone candidatos que cuando llegan al poder se someten a su servicio como para dictatoriales.
Con la intervención electoral, el socialismo del siglo XXI logra instalar gobiernos en países democráticos o establecer oposiciones disruptivas con el propósito de destrozar la institucionalidad democrática y establecer -mediante procesos violentos y/o asambleas constituyentes- dictaduras. Los gobiernos paradictatoriales son contenidos en la ruptura democrática por la fortaleza institucional nacional, pero perpetran graves daños internos y son satélites de las dictaduras en política exterior como sucede hoy con los gobiernos de López Obrador en México, Petro en Colombia, Boric en Chile y Lula da Silva en Brasil (pasó Argentina con Fernández/Kirchner).
Las elecciones que afronta el pueblo mexicano no están libres de la intervención del castrochavismo que va desde la operación electoral con inalcanzables recursos económicos paralelos a los legalmente autorizados (como se ha confesado en Colombia con Petro), pasando por la manipulación digital, de prensa y propaganda a la amenaza y la agresión. Los procesos electorales están hoy grandemente expuestos por el crimen organizado.
manipulado por el castrochavismo y por la tecnología digital vinculada al intervencionismo ruso y chino, al servicio de las dictaduras de la región.
Entre las acciones notables de López Obrador a nombre y con los recursos de México y de los mexicanos está la subordinación a la dictadura de Cuba -jefe del grupo delictivo- con condecoración al dictador Díaz-Canel, contratación de médicos y personas bajo sistema esclavista a costa de los profesionales mexicanos, compra de piedras a la dictadura, entrega de petróleo bajo diversos subterfugios y más. Ha encubierto y protegido al dictador de Venezuela Nicolás Maduro, a quien recibió y no cumplió la orden de detención internacional con recompensa de 15 millones de dólares por delitos de narcotráfico y jefe del “cartel de los soles”, comprometiendo la fe del Estado mexicano para encubrir crímenes de lesa humanidad.
Los mexicanos decidirán con su voto y ellos y los pueblos de las Américas podrían beneficiarse con la liberación de México de la condición de ‘satélite paradictatorial’ de la dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua en la que ha postrado a este gran país el presidente López Obrador.