domingo, noviembre 24, 2024
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Miles en tierra de nadie tras nuevas medidas migratorias

LA HABANA – El jueves 5 de enero, Orestes, nombre ficticio de un emprendedor habanero, viajaba desde Quiché, un departamento enclavado en la región noroccidental de Guatemala, rumbo a Tapachula, México, en un desvencijado camión de ganado cuando supo que el gobierno de Estados Unidos comenzaría a rechazar a los migrantes cubanos que cruzaran ilegalmente la frontera sur.

“Había llegado a Nicaragua dos días antes de la Navidad. El 26 de diciembre junto a un grupo de ocho cubanos cuadramos salir para México y cruzar lo más pronto posible la frontera hacia Estados Unidos. Cuando conocimos la noticia quedamos devastados”, cuenta Orestes vía WhatsApp.

“¿Y ahora qué hago? Vendí mi casa, el carro, lo vendí todo. No tengo nada en Cuba. El plan era que mi esposa y yo llegáramos a Estados Unidos y cuando tuviéramos la residencia, reclamar a nuestros dos hijos. Es una travesía peligrosa. En México hay familias con hijos pequeños y hasta con abuelos, pero nosotros no quisimos poner sus vidas en peligro. Esta nueva medida de Biden ha dejado a un montón de gente tirada en tierra de nadie. Regresar no es opción para muchos de nosotros. Ya no tenemos nada allá. Ni techo, ni ropa, ni dinero. Hay dos caminos: intentar acceder al nuevo programa migratorio o entrar a la yuma ilegalmente. Si te coge la migra te devuelven a Cuba y se te cierran las puertas de entrar a Estados Unidos durante cinco años. Llenar las planillas por internet es a suerte y verdad. Una ruleta rusa. Puede demorar varios meses y tengo una cantidad limitada de dinero. Los cubanos en México estamos cavilando cuál es la mejor opción. Ahora mismo no tengo nada decidido”, dice Orestes.

“Creo que los americanos, como un gesto de generosidad, deberían dejar entrar a los cubanos que ya estábamos fuera del país y pensábamos emigrar. Vamos allá a trabajar. A vivir con dignidad. No somos delincuentes. Las únicas propiedades que tengo están en mi mochila”, dice uno de ellos.

Lorenzo era jefe de almacén en un hotel y estaba siendo investigado por el DTI [Departamento Técnico de Investigaciones del MININT]. “Un amigo policía me dio la información. No me quedó otra que escapar con mi familia. Voy a tratar de demostrar miedo creíble, pues si regreso a Cuba me pueden encausar. La otra variante es entrar ilegal a Estados Unidos. Ya no tengo mucho que perder”.

Luis Alberto confiesa que “regresar a Cuba sería como una pesadilla. Siempre he vivido del invento. A esa gente -el régimen- nunca le trabajé por un salario de mierda. No puedo acceder al nuevo programa de parole humanitario porque tengo antecedentes penales. Si no emigro a Estados Unidos me quedo en cualquier otro país. Allá no vuelvo”.

Según el anunció de Washington, la administración Biden aceptará a 30.000 personas por mes procedentes de Haití, Venezuela, Nicaragua y Cuba durante dos años, y ofrecerá la posibilidad de trabajar legalmente, siempre que sigan los protocolos establecidos, tengan patrocinadores elegibles, estén vacunados contra el COVID-19 y pasen la verificación de antecedentes penales.

Olga, que tiene planes de emigrar, ya vendió su casa y su negocio de peluquería. «Este país no tiene futuro. Se vive para comer poco y mal y tomarse una cerveza es un lujo. Soy joven y aspiro a otras cosas. Muchos cubanos están frustrados, no es para menos. Consideran que Obama, Biden y los funcionarios demócratas del gobierno estadounidense son unos traidores de los cubanos de a pie y unos aliados de estos sinvergüenzas, pues aceptan sus demandas y chantajes».

Ella reconoce que los problemas de los cubanos debemos resolverlos nosotros, “pero nadie quiere ser mártir ni preso político. La gente está desesperada. Si los americanos nos permitieran entrar ordenada y legalmente, Cuba se vacía. El nuevo plan no es que sea malo, pero como son 30.000 visas mensuales para ciudadanos de cuatro países, si se reparten a partes igual, serían 7.500 por país, unos 90.000 al año. Y la cantidad de cubanos que queremos emigrar a Estados Unidos se puede multiplicar por cuarenta”, opina Olga.

Las nuevas medidas han revivido el debate sobre la emigración cubana en las dos orillas. Un sector del exilio cubano considera que el gobierno de Estados Unidos incluso debiera derogar la Ley de Ajuste Cubano. Félix, residente en Tampa hace veinte años, considera que “no se puede acusar al gobierno norteamericano de no apoyar a los cubanos. Estados Unidos es el único país del planeta que desde hace más de seis décadas acepta la emigración de cubanos. Pero muchos no cumplen con la letra de la Ley de Ajuste y antes de que pase un año van a Cuba a fiestear y vacilar en hoteles del régimen. No se puede ser tan cara dura”.

Tomás, quien lleva viviendo quince años en Hialeah, piensa que “las últimas oleadas migratorias desde Cuba son apolíticas. A muy pocos les interesa el fin de ese régimen o un cambio democrático. Son ‘emigrados de estómago’. Fundidos por las carencias y el mal gobierno huyen por comida, un teléfono móvil de última generación, un coche bonito y la ‘especulación’ (alarde). Ni siquiera son ambiciosos, no tienen planes de progresar. Se acomodan a vivir con un mínimo de confort, gritar en la calle y comer McDonalds”.

Desde New Jersey, Leonel, afirma que la “dictadura cubana tiene chantajeado al gobierno de Estados Unidos con la emigración masiva. Si la Casa Blanca le dijera a Díaz-Canel que lo considera una amenaza a la Seguridad Nacional, otro gallo cantaría. Los cubanos y los ciudadanos de naciones pobres o en guerra tienen derecho a emigrar. Pero debe ser de manera legal y ordenada. Todos los países del planeta practican la emigración selectiva. En Estados Unidos se necesita mano de trabajo, pero las empresas e instituciones federales son las que deciden quién entra y quién no. Además, la asistencia social la pagamos con nuestros impuestos. Y la mayoría de los estadounidenses están a favor de cerrar las fronteras”.

Guillermo, radicado en Miami desde 2015, no entiende por qué el odio de algunos sectores, que considera extremistas hacia sus compatriotas de la isla. “Ojalá se pudieran ir los once millones de cubanos. Cada cubano que se marcha de ese estercolero es una muestra del fracaso del castrismo. Pero que sea un éxodo organizado. Lo que se debiera debatir es por qué la Casa Blanca ha dejado abandonada a la disidencia. Ya no funciona el programa de refugiados políticos. Incluso muchos disidentes y activistas han tenido que irse de forma irregular. A los opositores, ex presos políticos y periodistas independientes son los que el gobierno de Estados Unidos debiera priorizar”.

El reconocido disidente Manuel Cuesta Morúa, cree que es muy importante para los dos países «una regularización legal, ordenada y segura de permanente flujo migratorio de cubanos hacia los Estados Unidos. En dos sentidos: humano, por el riesgo para las vidas que está significando para cientos de nuestros compatriotas, y sociopolítico, por las mafias que se están creando en torno a la migración irregular que no es beneficiosa para la estabilidad en la región. Nos fijamos en los que logran su objetivo de llegar a Estados Unidos, y menos en los que quedan en el camino. También en la aventura por la supervivencia, no en la legalidad del propósito. La administración Biden está más preocupada por la vida de los cubanos que el gobierno de la Isla”.

“Por otra parte, y pensando en términos estratégicos, la medida, muy bien pensada, por cierto, favorece a los cubanos, sin favorecer a Cuba. El proceso de desnacionalización del trabajo, sobre todo de las mejores capacidades, de vaciamiento demográfico, fundamentalmente de los jóvenes, de la subordinación de la economía cubana a la de la Florida, y de conversión de Cuba en un magro parque turístico se va a profundizar más aun con esta nueva política migratoria. El anexionismo por procuración que avizoraba un viejo profesor mío en los años 80 aparece hoy con más claridad. Si este proceso no se revierte a mediano plazo, Cuba empezará a perder rumbo como nación viable», subraya Morúa y añade:

«Y no se puede desvincular esto de las otras migraciones y de la acelerada ciudadanización de los cubanos residentes en otros países. Ya más de medio millón de cubanos son también españoles. La responsabilidad del gobierno cubano con este desastre no es solo política, es histórica. En términos comparativos, dentro de poco estaremos dependiendo más de Estados Unidos que la misma Puerto Rico”.

Las nuevas medidas decretadas por la administración del presidente Joe Biden han pillado por sorpresa a miles de cubanos que marchaban rumbo a Estados Unidos. Muchos, como Orestes, vendieron todas sus propiedades. Ahora se encuentran en tierra de nadie.

Fuente: Diario Las Américas

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