En plena explosión de contagios y muertes por COVID-19, las movilizaciones recorrieron las calles de las principales ciudades con consignas variopintas que exigen el «cese de la represión policial y un Estado más solidario» ante los estragos causados por la pandemia, que hundió en la pobreza a 42% de los 50 millones de habitantes.
En Bogotá, un grupo de indígenas intentó derribar con cuerdas las estatuas de Cristóbal Colón y la reina Isabel la Católica ubicadas sobre una avenida que conduce al aeropuerto El Dorado, en una expresión de vandalismo que ha prevalecido en las protestas.
Duque anunció el domingo la «modernización» de la policía con énfasis en el respeto de los derechos humanos, aunque el proyecto ha sido criticado por su limitado alcance. Vivanco incluso alertó de que las medidas sean apenas de «carácter cosmético».
Manifestantes «fracturados»
La organización más visible de los manifestantes, que no representa a todos los sectores inconformes, suspendió el domingo las conversaciones que mantenía desde principios de mayo con el gobierno de Duque.
«La solución inmediata debe ser una mediación» porque «estamos internamente fracturados», lamentó el profesor Israel Perico, quien protestaba en Bogotá.
En el poder desde 2018, Duque enfrenta la ira popular a un año de las elecciones de las que deberá salir su sucesor. Un eventual acuerdo con el llamado Comité Nacional del Paro es visto como un paso hacia el fin de la crisis, aunque no una solución definitiva.
Los cortes de ruta persisten y afectan principalmente a tres departamentos del suroeste de Colombia, donde ha habido desabastecimiento y ataques a misiones médicas.
En el país que es meca del mejor café suave del mundo las exportaciones del grano cayeron un 52% en mayo debido a estos bloqueos viales de los manifestantes que contradictoriamente también «demandan empleos y mejor nivel de vida».
Fuente: Diario las Américas