Leche en polvo robada de un almacén del puerto, arroz vietnamita sustraído de una bodega o carne de res de una vaca descuartizada por matreros en las afueras de La Habana.
La policía nunca ve nada. O no quiere ver. En estos barrios mayoritariamente mestizos y pobres, casi todo está permitido, excepto la disidencia política.
No es por lealtad a un régimen que solo ofrece promesas. No. Está gente hace rato dejó de creer en el socialismo de fábula que venden los noticieros de televisión.
Eduardo, un negro obeso con el cuello repleto de cadenas doradas, nacido y criado en San Isidro, lo resume en una frase: “los disidentes ponen malo el picao”.
Lealtad no, alejar a la Policía
Atraen escuadras de agentes de la Seguridad del Estado y un control policial excesivo que algunos consideran interfiere en sus negocios clandestinos. Pero Luis Manuel Otero no es un disidente de salón.
Conoce el paño. Nació en el barrio del Pilar, municipio Cerro, a poco más de dos kilómetros de San Isidro, donde se venden drogas y apostar a la bolita [lotería ilegal] es un deporta nacional.
Luis Manuel, artista visual, desde hace cinco años reside en una casona de puntal alto en el corazón de San Isidro y muy cerca de la Bahía habanera. La disidencia en Cuba, excepto contados casos, se forjó enfocada en el exterior.
Conferencias con la prensa extranjera acreditada en la Isla, tertulias en Radio Martí y documentos políticos que la población desconocía. Fueron los activistas del oriente del país, agrupados en la ADO [Alianza Democrática Oriental] que lidera Rolando Rodríguez Lobaina, o la UNPACU [Unión Patriótica de Cuba] de José Daniel Ferrer, los primeros que intentaron insertase en su comunidad.
Pero pocos han tenido el éxito o la popularidad de Luis Manuel Otero Alcántara. Un mulato habanero que conoce los códigos de esos barrios pobres y duros de La Habana subterránea.
Muchos de los performance de Otero tienen como protagonista a la gente del barrio. Lecturas de poesías en una fiesta con rumba de cajón. Recientemente me comentaba que pensaba organizar una cena navideña en plena calle para los vecinos del barrio.
Disidente apegado al barrio
Cuando usted llega a la casa de Luis Manuel y pregunta por él, la gente te mira de arriba abajo como si te estuvieran escaneando. Si pasas su particular detector de chivatos o policías, entonces te dan información. En muy pocos barrios de Cuba los vecinos están al tanto de la labor que despliegan los disidentes.
El pasado viernes una vecina de Otero, cuando entró en confianza, me contó de manera gráfica sobre la detención de una docena de activistas. Me llamó para un rincón apartado.
“Este gente -Seguridad del Estado- han puesto cámaras frente a la casa de Luisma” [sobrenombre de Luis Manuel Otero], dijo, y me describió de la presencia policial en la zona. “Aquí es por gusto. La mayoría estamos con Luisma. Han venido oficiales de la Seguridad para que le hagamos un acto de repudio. Pero la gente no lo ha apoyado. Han tenido que busca personas de otros barrios. Siempre hay uno o dos chivatos que se prestan para el descaro. Pero la mayoría apoya a los muchachos. Son como nosotros”, comentó la vecina.
Esa es una de las clave de por qué el Movimiento de San Isidro, un grupo variopinto de casi un centenar de artistas, activistas, les gusta llamarse curadores de arte, DJ, reguetoneros, raperos, periodistas independientes o poetas, se han organizado para reclamar libertad de expresión, respeto por los derechos humanos y democracia.
Sinfín de detenciones
Ya Luis Manuel Otero ha perdido la cuenta de las veces que ha sido detenido por la policía política. En febrero de este año fue recluido en la prisión de Valle Grande, ubicada en el municipio Lisa, al oeste de La Habana, luego de ser acusado de “daño a la propiedad” y “ultraje a los símbolos patrios”.
Otero Alcántara había estado realizando protestas públicas para denunciar la precariedad de las viviendas en la capital cubana, a raíz de que la caída de un balcón en el barrio Jesús María ocasionó la muerte de tres niñas.
La presión internacional, junto a las protestas del Movimiento San Isidro (MSI) y la campaña desplegada en las redes sociales por la disidencia cubana, fueron fundamentales para que el once de marzo las autoridades lo excarcelaran.
Luis Manuel, lejos de amedrentarse, redobló su activismo comunitario. Ha subido la parada. El lunes 9 de noviembre, tras varios días de acoso, la detención de Denis Solís, músico integrante del grupo de San Isidro, miembros del movimiento iniciaron una protesta en las afueras de la unidad policial ubicada en las calles Cuba y Chacón, municipio Habana Vieja, reclamando su libertad.
Contaba Anamely Ramos a Diario de Cuba que “se lo llevaron al Vivac-un centro de detención al sur de La Habana-pero que los datos del caso debía averiguarlos en la estación de Cuba y Chacón”
Lo enjuiciaron sin avisar
“Allí nos dijeron que él estaba siendo procesado por una causa de desacato. El oficial que me atendió, me enseñó una ficha policial con su foto y me dijo que le habían hecho ya el juicio, por lo que está esperando la sentencia actualmente”, señaló Ramos.
“Yo me asombré muchísimo y le dije cómo era posible que le hubieran un juicio en solo tres días, si él estaba incomunicado y no pudo llamar a su familia, por lo tanto, no pudo contratar un abogado. El oficial me dijo que era posible que le hubieran hecho un juicio sumario y me dio la información del caso”, agregó Ramos.”
La jurista Laritza Diversent comentó que en caso de que se haya realizado un juicio sumario contra Denis Solís es muy probable que la sentencia ya haya sido dictada, pues en ese tipo de proceso se dicta de forma oral al finalizar el juicio.
Este proceso contra Solís generó un apoyo inmediato del MSI. Al menos una decena de activistas, entre ellos Luis Manuel Otero, Anamely Ramos, el rapero Maykel Castillo e Iliana Hernández, colaboradora de CiberCuba, han sido detenidos más de una vez.
La profesora Omara Ruíz Urquiola, por ejemplo, fue severamente agredida por un agente de la policía política que la arrestó aplicándole métodos de fuerza hasta hacer sangrar una de las lesiones cancerosas que padece, como se puede ver en un video publicado en redes sociales por la propia afectada, después de que regresara a su casa tras el arresto. Ruíz Urquiola también se estaba pronunciando contra la detención del joven integrante del Movimiento San Isidro, Denis Solís.
Incomunicados
Sus teléfonos móviles están interrumpidos. Otero expresó que no se irá de las inmediaciones de la unidad policial hasta que liberen a Solís.
“Yo no me voy a mover de aquí hasta que suelten a Denis Solís. Yo no me voy a bañar. Comeré lo que aparezca, pero no me voy a mover de este lugar. Me tendrán que meter preso”, afirmó.
“Se meten con uno, se meten con todos”, concluyó Otero.
Al cierre de este reporte, 12.40 am de la madrugada del lunes 16 de noviembre, la determinación de los activistas que protestan por el encarcelamiento de Denis Solís es si el régimen no lo libera “el MSI no va a parar”. Incluso hablan de hacer una huelga de hambre en las afueras de la unidad policial donde supuestamente lo mantienen preso. Los integrantes del grupo que se mantienen en la protesta tienen los teléfonos interrumpidos.
Fuente: Diario las Américas