Paloma Adrados Coart,
Ya sé que suena repetitivo e increíble, pero es cierto. Tres días llevaban ya entre rejas -por el Qatargate- la vicepresidente socialista del Parlamento Europeo, Eva Kaili, y varios de sus colegas de la Internacional Socialista, cuando se reunió el pleno del Parlamento y allí asistimos a una nueva ronda de intervenciones bien cargada de dramatismo impostado y de hipocresía. Lo de siempre.
Fue un espectáculo ver cómo el jefe del Grupo del Partido Popular Europeo, el alemán Manfred Weber, satisfacía con absoluta pulcritud el archiconocido pacto de no agresión y de silencio entre socialistas y populares. Ni una mención al hecho de que los detenidos, los domicilios y las maletas donde se encontraron cerca de un millón y medio de euros en efectivo eran de socialistas. Nada.
Pero eso sí, durante los veintiocho minutos que duró el debate hubo mucha retórica. Mucha retórica victimista, pomposa y un tanto fanfarrona por parte de los representantes de los viejos y desnaturalizados grupos políticos. Menudearon conocidas expresiones. “Ataque a la democracia”, “planes maliciosos de actores malignos”, “unidad inequívoca”, “determinación inquebrantable”… Una vez más, encubrían el problema real: el sistema.
Sí, el sistema. Un sistema cuyas estructuras, reglas y procedimientos son intolerablemente indulgentes con las élites, incapaces ante los problemas reales de Europa y de sus ciudadanos, pero enormemente eficaces generando sin descanso ingente normativa basada en los mantras globalistas, la ideología woke, la falsa solidaridad y una creciente debilidad europea, cuyos efectos en la vida real de los ciudadanos son demoledores, contrarios a sus intereses.
El tiki-taka de sobornos a miembros y personal del Parlamento Europeo y de otras instituciones para influir en la normativa ni es de ayer, ni sólo de Panzeri
Y mientras las élites de Bruselas se esfuerzan por pregonar a los cuatro vientos que ya están trabajando en un nuevo mecanismo para evitar nuevos casos de corrupción (ya existe un estricto Estatuto, el problema es que no se aplica) y como si la corrupción fuera una novedad, el Qatargate y otros gates avanzan y el exeurodiputado socialista italiano Panzeri -también en la cárcel- ha empezado a cantar la traviata ante la fiscalía belga. ¡Y ojo que es la belga!
Por ahora, además de implicar a otros eurodiputados, Panzeri ha admitido, ¡ahí es ná!, estar en nómina de Qatar y de Marruecos y haber aceptado sobornos para influir en las decisiones del Parlamento Europeo en interés de dichos países. ¡Gran hombre este Panzeri!
Y es que, la fiscalía belga tiene mucha plancha por delante. El tiki-taka de sobornos a miembros y personal del Parlamento Europeo y de otras instituciones para influir en la normativa ni es de ayer, ni sólo de Panzeri.
El Qatargate, barra Marruecosgate, es sólo la punta de un gigantesco iceberg que está salpicando y salpicará -entre otros- a decenas de eurodiputados y exeurodiputados de aquí y de allá, a la Confederación Europea de Sindicatos (la representante europea de CC.OO. y UGT) y a no pocas asociaciones y ONGs bien regadas con el dinero de los ciudadanos.
Una de esas oenegés bajo la lupa de la fiscalía belga es Fight Impunity. Una organización que, bajo el manto de la defensa de los Derechos Humanos, publica y presenta sus informes anuales en el Parlamento Europeo al alimón con eurodiputados y actores diversos de la opaca Bruselas.
Muy perturbador es el hecho de que dicha ONG cuente entre los redactores de sus informes anuales titulados “El Estado de la Impunidad en el Mundo. Otro mundo es posible” con José Miguel Arrugaeta, miembro de la banda terrorista ETA, procesado por la Audiencia Nacional, prófugo desde los años 80 y sobre el que pesa una orden internacional de detención desde 2010.
¡Ahí es ná! ¡Qué viva el vino y los autoproclamados europeístas!
Y mientras las investigaciones avanzan y crece la lista de sospechosos relacionados con este escándalo de compra de voluntades, la delegación de VOX Europa ha dirigido una solicitud a la Comisión Europea reclamando impugnar todas las votaciones afectadas por esta trama corrupta que hayan favorecido a Marruecos y también ha solicitado al Parlamento Europeo que active un mecanismo de impugnación de dichas decisiones.
A nadie se le escapa la pertinencia de semejante demanda de VOX. En los últimos años, en Bruselas se han adoptado decisiones y aprobado legislación que ha beneficiado los intereses marroquíes provocando un perjuicio directo en los intereses de los europeos y muy especialmente de los españoles. Decisiones sobre inmigración, lucha antiterrorista, acuerdos pesqueros, competencia desleal a los agricultores y ganaderos, soberanía sobre el Sáhara o ayudas al desarrollo, son algunas de las materias afectadas, hoy teñidas de corrupción.
El sistema europeo es un sistema monstruosamente burocrático en el que la ostentación de poder y la falta de principios crea un amplio grupo de personajes corruptibles
Que nadie se olvide de que el pasado mes de octubre VOX Europa denunció en Bruselas el nuevo acuerdo de la Comisión Europea con Marruecos por el que se conceden al país Alauí 120 millones de euros para la modernización de su sector agrícola. Un vergonzoso ejercicio de traición que afecta negativamente al campo español y que lleva años produciéndose con los últimos gobiernos de España como cooperadores necesarios, cuando no cómplices.
Y volvemos al sistema europeo. Un sistema monstruosamente burocrático en el que la ostentación de poder y la falta de principios crea un amplio grupo de personajes corruptibles. Ese grupo -de “europeístas”- han decidido que no tienen patria, valores, ni principios. De entre ellos, los que han sido elegidos lo han sido persiguiendo finalidades espurias. Los que no han sido elegidos -que son legión- buscaron su nombramiento desde las mismas bases que los anteriores. Ni creen en sus naciones, ni creen en Europa, ni creen en sus ciudadanos. Para ellos, aquellos son meros instrumentos para sus fines. Con ellos comercian, sobre ellos negocian, a todos ellos los venden, en la mayoría de las ocasiones, gratis; nunca les pasa nada.
Son múltiples los ejemplos que, en los últimos años, ponen negro sobre blanco que lo que le pase, por ejemplo, al agricultor, al empresario o al trabajador, en definitiva, al ciudadano de cualquier lugar de Europa, a todos estos les importa un pito. Es más, eligen al de fuera en detrimento de esos ciudadanos ejemplares que durante generaciones construyeron Europa con su esfuerzo; destruyen sus vidas y les abocan a la desesperanza y a la pérdida de lo legítimamente ganado y construido. Y, además, les exigen que pidan perdón.
Este sistema, este comportamiento en la Europa que mereció ese nombre, se habría calificado, sin ninguna duda, como alta traición.
Sí. Hay mucho que lavar y que planchar en la Unión Europea. Y es que Europa, las naciones soberanas que la integran y los ciudadanos de esas naciones, están bajo el ataque de unas instituciones y unas élites para quienes la existencia misma de Europa y de los europeos -si no fuera porque para ellos son mercancía- es una amenaza y un impedimento a sus planes.