Pbro Juan Lázaro Vélez González,
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”
Miguel de Cervantes Saavedra.
La revolución cubana, que en sus inicios “prometió” igualdad, justicia y prosperidad para todos, se convirtió en unos años más tarde en una gran pesadilla que ha durado más de seis agonizantes décadas lamentablemente. El sistema totalitario impuesto por los Castros y sus seguidores en la Isla ha conllevado a una profunda crisis que hoy más que nunca evidencia su decadencia ineludible. Mi artículo pretende de manera cívica y desde mi libertad de conciencia seguir alzando la voz por los que sueñan de una vez y para siempre vivir en libertad y en plena dignidad de hijos de Dios. Además, exponer el declive del régimen cubano es de alguna manera exponer y agradecer la lucha incansable del exilio histórico por la libertad de los que viven en la Isla cárcel.
Una de las causas del declive es el tema de la economía cubana que ha estado en constante crisis a causa de las ineficiencias inherentes por la centralización de la economía. La falta de recursos se conjuga con la corrupción de los de la alta cúpula del régimen, combinada con las malas gestiones en las inversiones extranjeras. La mal llamada “reformas económicas”, han sido un desastre total por el nivel inflacionario que han provocado una crisis de hambruna terrible y han llevado a la supervivencia decadente al cubano de a pie.
Otra de las causas es la falta de liderazgo genuino y coherente de los que ostentan el poder, no lo ejercen como servicio a sus hermanos por un determinado término, sino como enriquecimiento personal y dinastía perpetua. La falta de carisma y visión clara de lo que debe hacerse en términos institucionales es un ejemplo evidente de su funesta decadencia. Y la gerontocracia que sigue dirigiendo el país está desconectada por completo de la realidad cotidiana de los cubanos.
La falta de libertad y de Derechos a tener Derecho ha sido una fuente crucial. Esta última como pudieran ser otras tantas, es la más herida y ultrajada tristemente en comparación con todas las demás situaciones conocidas. Cuando nos laceran el alma de la libertad nos asesinan el mismo ser ontológico.
Por consiguiente, ante todas estas realidades, el descontento social se ha manifestado por medio de protestas pacíficas como las memorables del 11 de julio del 2021. Y las que aún hoy se suceden a lo largo del país demandando legítimamente libertad y mejoras de condiciones de vida digna. La vida diaria de los cubanos es una lucha constante contra la escasez de alimentos, medicinas y otros bienes básicos. La juventud desilusionada, enajenada huye en estampida arrastrando consigo muchas veces el mal antropológico de raíz a los países en los que se les ha permitido empezar una vida nueva. Estas oleadas de emigración son otra forma de protesta contra el sistema dictatorial que no ofrece ningún futuro, sino muerte y devastación en todos los sentidos de la palabra. Otros tantos con valentía y decoro han liderado la lucha por un cambio real. La represión gubernamental es brutal, con detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, control férreo de la información, además de la violencia para sofocar los diferentes actores de la oposición pacífica y de miembros de la sociedad civil independiente, como ha sido el caso de Dagoberto Valdés Hernández y de Yoandy Izquierdo, reprimidos por los organismos de la Seguridad del Estado de manera constante. Sin embargo, la valentía y coraje de la oposición pacífica es un ejemplo de resistencia ante fuerzas demoníacas y siniestras del comunismo socialista de la Isla.
La diáspora cubana ha estado siempre en acción jugando un papel fundamental en apoyar la lucha pacífica por la libertad plena de Cuba. Hombres y mujeres valerosos que a lo largo de los años siguen demostrando en virtud de vida probada la inquebrantable voluntad de alcanzar la libertad y la dignidad por una Cuba plena en Derechos y en democracia.
La comunidad internacional debe apoyar la lucha de los hijos de una madre rota y desangrada, reconociendo que el fin del régimen no sólo es deseable por la mayoría de los cubanos, sino que es la hora de poner fin a un largo y tortuoso camino. La libertad ya se avizora en el horizonte, y en ella la promesa de vivir en democracia. La muerte agónica del régimen es sólo el preludio de un renacer inevitable en una sociedad que anhela vivir en Derechos Humanos plenos. Madre de la Caridad del Cobre; Patrona de tus sufridos hijos de la Isla cárcel intercede por nosotros ante Jesucristo y danos la Esperanza de vernos liberados del poder de las tinieblas. Cuba se lo merece ahora, no mañana, porque tus hijos agonizan desangrados por falta de libertad plena que permitirá un futuro lleno de oportunidades.