No es cierto que Nayib Bukele, presidente de El Salvador, comparte toda su gestión en redes sociales. Eso tiene que asumirlo porque de lo contrario también contaría a sus seguidores sobre la contratación de cabilderos a la que ha recurrido para recuperar la confianza de Estados Unidos, la cual se perdió por la radicalización de su política que degrada la democracia a un régimen autoritario.
El impacto internacional de los ataques a la prensa, la presión a las instituciones para favorecer sus decisiones y las investigaciones que revelan sus nexos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) lo llevaron a negociar con el bufete de abogados Arnold & Porter un año de “asesoramiento estratégico» y «divulgación en apoyo de las relaciones con los Estados Unidos y las instituciones multilaterales» afirma Foreign lobby.
Bukele pagará 1.2 millones de dólares por el lobby de la firma para intentar mejor la percepción sobre su mandato. Eso tiene tiene como fin sellar un acuerdo 1300 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los encargados de operar a su favor serán el ex subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de la Casa Blaca, Tom Shannon, quien está registrado como agente extranjero en el contrato a Raúl Herrera, exasesor general de la rama del sector privado del grupo del Banco Interamericano de Desarrollo.
Presión internacional
La firma del contrato no es casual. Nayib Bukele procura la acumulación de bufetes para impulsar una influencia positiva. Se ha fijado como objetivo de contrarrestar las críticas a su estilo de gobierno populista y alentar así a la inversión extranjera en el país centroamericano.
Para ello, destinará en cabildeo 2.9 millones este año con el apoyo del nuevo Congreso donde su partido, Nuevas Ideas, tiene la mayoría política tras ganar 60 de los 84 curules en las elecciones recientes.
Con esa suma invertida en “lobistas” espera obtener una línea de crédito extendida de 36 meses aprobada por el FMI para reducir las brechas presupuestarias desde 2021 al 2023 y los altos costos asociados con la deuda de El Salvador.
Inversión para limpiar
La estrategia de Bukele de pagar cabildeos data de agosto pasado cuando contrató a Robert Stryk y su Sonoran Policy Group (ahora Stryk Global Diplomacy ) por 75000 dólares.
La oficina de Bukele le dijo a Associated Press en ese momento que el presidente no aprobó el contrato y lo haría rescindir, pero las revelaciones de cabildeo de Sonoran indican que el contrato permaneció activo y la firma recibió 214.000 dólares del gobierno salvadoreño en la segunda mitad de 2020.
La oficina de Bukele también contrató a la firma de comunicaciones estratégicas de Washington Rational 360 en octubre por 65000 dólares al mes durante seis meses. Una firma dirigida por los demócratas Joe Lockhart y Patrick Dorton, exasistente de Bill Clinton.
Por esa misma cifra Invest El Salvador, con sede en Washington trabajó en conjunto con Foreign Advisory Services por las comunicaciones bilaterales entre Estados Unidos y El Salvador y el manejo de la diáspora salvadoreña.
Lobistas de la izquierda
Detrás de todos los pactos deslumbra que Bukele contará con los mismos lobistas del régimen de Nicolás Maduro. Shannon es reconocido por sus vínculos con el chavismo y otros sectores latinoamericanos enemigos del expresidente Donald Trump asegura Primer Informe. De ello, hay constancia.
El diplomático norteamericano se sentó como “mediador informal” con el chavismo en Miraflores en octubre de 2016 en aras de un “diálogo” y la cita terminó en carcajadas públicas divulgadas en redes sociales que Maduro calificó como “positivas”.
De aquello quedaron las estériles propuestas de crear de cuatro mesas de trabajo sobre el respeto a la soberanía, la reparación a las víctimas, el cronograma electoral y la situación económica del país.
Por esa época, Shannon también visitó para discutir un plan de desarrollo con Guatemala y Honduras para abordar la migración a los Estados Unidos.
Dos años después, en 2018 anunció su retiro como funcionario diplomático. Después de 35 años en el Departamento de Estado, servir a seis presidentes y diez altos mandos de Washington desde la subsecretaria para Asuntos del Hemisferio Occidental decidió irse y su nombre ahora aparece hasta en los contratos por cabildeo para Argentina y Ecuador, dos naciones aliadas del socialismo de Maduro.
Relaciones con tensión
Este cabildeo transita por las aguas turbulentas donde naufragan hoy las relaciones de Estados Unidos con Joe Biden y El Salvador con Nayib Bukele, quien rechazó reunirse esta semana con Ricardo Zúñiga, el hombre elegido por la administración de Biden para lidiar con Centroamérica.
El cargo de Zúñiga es explícito como pocos: “Enviado especial para el Triángulo Norte”, nombre que engloba a El Salvador, Guatemala y Honduras.
El secretario de Estado, Antony Blinken, anunció su designación el pasado 22 de marzo y el desplante de Bukele a Zúñiga —el funcionario de más alto nivel que visita el país desde que Biden asumió— no se debe a incompatibilidad de agendas o algún contratiempo razonable de última hora, mucho menos a que Estados Unidos haya querido evitar esa fotografía o haya priorizado a otros actores sociales. Es eso: “un desplante de Bukele” sostiene Washington Post.
Sí. Y deriva de que Bukele viajó a Washington del 3 al 5 de febrero y la agencia AP revelara que no fue recibido en la Casa Blanca, los tuits de la congresista demócrata Norma Torres, quien tildó de “narcogobierno” su gestión y la advertencia de Ned Price, vocero del Departamento de Estado, quien dijo que la administración Biden espera que “restaure una fuerte separación de poderes” y “demuestre el compromiso del gobierno salvadoreño con la transparencia y con la rendición de cuentas”.
Es “demasiado para el ego de Nayib Bukele” agrega el medio. Aún más cuando apunta a una diplomacia de vacunas con China, que le ha permitido masificar la vacunación contra el COVID-19 con el envío de 1.15 millones de dosis (150.000 donadas por gestiones del propio presidente Xi Jinping) y otro millón que llegará en las próximas semanas. Con Pekín en medio, el destino del cabildeo es incierto.
Fuente: PanamPost