GREENVILLE -Nikki Haley, la última rival del expresidente Donald Trump en la carrera por la nominación presidencial republicana, descartó este martes suspender su campaña pese a estar muy por detrás del expresidente estadounidense.
«Algunos de ustedes, quizá unos pocos en los medios de comunicación, han venido aquí para saber si me retiro de la carrera. Pues no», declaró en un mitin en Greenville, en su natal Carolina del Sur.
Ese estado del sureste del país, del que Haley fue gobernadora, celebra el sábado sus primarias republicanas, en las que se pronostica que la política sufrirá otra aplastante derrota ante Trump.
El exmandatario, de 77 años, ya ha ganado con holgura las tres primeras primarias republicanas que se han celebrado hasta la fecha y va muy por delante en las encuestas para las próximas elecciones.
Haley está más de 50 puntos porcentuales por detrás de Trump en la batalla por la nominación republicana, pero dice que tiene más posibilidades de vencer a Biden en las elecciones nacionales, algo que es falso de acuerdo con todas las encuestas incluso antes de comenzar las elecciones primarias republicanas.
La perseverancia o la tozudez de Haley
A pesar de ello, Haley, que fue embajadora de Trump ante la ONU, remarcó que seguirá en la carrera a pesar de que algunos de sus copartidarios dicen que perjudica las posibilidades de derrotar al presidente demócrata Joe Biden en noviembre.
Cuando el gobernador de Florida Ron DeSantis decidió abandonar el camino de las primarias republicanas tras su mayúscula derrota en Iowa, la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, debió hacer lo mismo. Pero sus asesores y los falsos incentivos de la gran prensa de izquierda le encendieron la mecha.
Todas las encuestas predicen otra demoledora victoria de Donald Trump en los próximos días. Y es que la perseverancia de Nikki no se traducirá en triunfo, como le pudiera decir algún connotado motivador político o social.
La también exembajadora de Naciones Unidas durante el gobierno de Trump jamás ha estado siquiera cerca de ser una oponente de peso frente a su exjefe. Muchos dentro del Partido Republicano la observan como una figura impertinente, testaruda, con poco sentido común y un ego infundado.
Bajo todos los cálculos, resulta improbable que Nikky Haley pueda vencer a Donald Trump, después de perder en Iowa y New Hampshire y ser cuarta en sondeos previos a las primarias republicanas.
Trump a las puertas de otra victoria
Ahora su desventaja es mayor después que el expresidente es el primer candidato republicano en la historia en ganar dos «estados termómetros» con un amplia ventaja: Iowa y New Hampshire. Ni los más grandes conservadores pudieron llevarse ambos triunfos.
Matemáticamente para Haley es improbable derrotar a Trump, moralmente es destrutivo y desaconsejable para ella, en especial si desea continuar con éxitos su senda política en el futuro.
Ni con el apoyo de un súper PAC llamado Never Back Down, que recaudó 145 millones de dólares, el gobernador de Florida -el más cercano oponente frente a Trump- pudo vencerlo. La campaña de DeSantis se gastó 130 millones sin el resultado que esperaba. En todos los sondeos, DeSantis -el mejor posicionado- se ubicaba 50 puntos detrás.
La estrategia de campaña de Haley es más fallida aún cuando habla de «un caos» en el primer mandato de Trump. Sus favorables resultados están en cifras y en las condiciones de prosperidad y antibelicista que disfrutaron decenas de millones de estadounidenses en sus cuatro años.
El verdadero CAOS está ahora, bajo la administración de Joe Biden. Sólo una mirada en derredor y sin detalladas estadísticas es suficiente para demostrarlo.
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