Escritor Invitado,
A diferencia de lo que hacemos a la hora de analizar nuestros propios gastos personales, con nuestro propio dinero; los gobernantes, las administraciones públicas (o al menos buena parte de ellas) y por influencia suya, muchas veces nosotros, juzgamos si el gasto público ha sido bueno o malo, por la cuantía de este, no por sus resultados. Si se ha gastado mucho, se ha hecho bien, si se ha gastado poco, mal. Si el objetivo de dicho gasto se cumple es irrelevante.
El mejor ejemplo de esto seguramente lo encontremos en algo que está en boca de todos, el gasto en sanidad pública. Los autodenominados defensores de la sanidad pública se pasan la vida exigiendo mayores presupuestos públicos en sanidad, así como atacando a los escasos gobernantes que osan como mucho contener dichos gastos (por mucho que se escriban ríos de tinta sobre recortes sanitarios, a excepción de en el periodo 2010-2012, en mayor o menor medida el presupuesto en sanidad pública siempre ha crecido).
Y aquí es donde llegamos al fondo de la cuestión. ¿Por qué ponemos el foco en el gasto? ¿Más gasto significa mejor sanidad? Con los datos en la mano, podemos decir sin miedo a equivocarnos que no. Veámoslo con las distintas comunidades autónomas. Si comparamos el gasto en sanidad pública per cápita y el periodo medio de lista de espera para operarse por comunidades (datos del ministerio de sanidad), toda esta farsa de los vividores a costa de los contribuyentes, se viene abajo.
La primera podría cuadrar; el País Vasco es la comunidad autónoma que más gasta por habitante y que mejor sanidad tiene. Pero dejando a un lado los mundos de los conciertos económicos, que tanto favorecen, salta la sorpresa. Madrid, siendo una comunidad tan criticada por ser la última en inversión per cápita en sanidad pública, para desgracia de algunos, se lleva la medalla de plata en cuanto a calidad sanitaria. Cerrando el pódium por arriba, se encuentra Galicia seguida de Navarra y Murcia. Al leer el listado, alguno se habrá dado cuenta que las comunidades que lideran el ranking, son los principales feudos electorales de los en teoría “desvalijadores de la sanidad pública”. Por la cola en calidad sanitaria por el contrario, encontramos a Aragón, Cataluña, Cantabria y Extremadura por este orden. Sorprende teniendo en cuenta que los grandes “defensores del gasto público” llevan gobernando dichas comunidades durante décadas.
El caso de la capital además, tira por los suelos otra falacia mil veces dicha; que lo privado acaba con lo público. Madrid es la comunidad autónoma con el mayor sistema sanitario privado de España. Siendo la segunda mejor en lo público, se demuestra que lejos de perjudicarla, un potente sistema privado libera y descongestiona el sistema público, haciendo que ambos salgan beneficiados.
Puesto que los datos vencen al relato, únicamente se puede concluir que es un absurdo analizar cualquier medida o presupuesto por su tamaño. Lo primordial es ver si se han cumplido sus objetivos y habiéndose cumplido estos, cuanto menos se haya gastado mejor, más eficiente. Queda demostrado, lo importante no es gastar mucho, es gastar bien.