El triunfo del ex presidiario Lula en Brasil acaba de colorear de rojo woke todo el continente americano. Salvo rarísimas excepciones, todos los países que lo integran participan de manera más directa o indirecta de esa ideología fabricada para gentes infantiloides, miedosas, con mentalidad de esclavo y mezquinas que se ha infiltrado hasta la médula en nuestra cultura occidental. Detrás de las miles de pequeñas causas que conforman ese pensamiento –ecología, movimiento queer, eutanasia, etc– subyace un mismo hilo que las va engarzando una por una hasta conformar la pulsera con la que atarnos. Y ese hilo ni es casual ni surge de la nada, porque tiene su origen en los laboratorios comunistas como el Foro de Sao Paulo, las miles de fundaciones que dependen de George Soros o, en definitiva, de los enormes intereses económicos de la China continental.
Nos ha ganado lo peor, como ese AMLO chapurreando palabras inconexas y totalmente desorientado
Esta gente, con el objetivo definido y claro de dominar el mundo, se dio cuenta hace tiempo que no era preciso emplear ni los aviones cargados con bombas ni las revoluciones con fusiles. Aprendida la lección de Hitler, que comprobó cómo en una democracia débil y enferma era más fácil llegar al poder con unas elecciones que con un golpe de estado, llegaron —más o menos, no en todos lo sitios igual ni de la misma manera— al poder con una serie de mantras perfectamente introducidos en la opinión pública. No se trata tan solo de conseguir que la gente vea blanco lo que es negro, sino de que lo asuma como propio, como causa personal y que llegue a un grado de integrismo tal que no admita siquiera la posibilidad de discutir lo que sea. De hecho, el debate sobre asuntos como el cambio climático es dificilísimo realizarlo con unos mínimos de seriedad y rigor científico, lo mismo que con el tema del cambio de sexo en niños pequeños o del valor de instituciones sociales imprescindibles como es la familia. Esa batalla la han ganado, al menos de momento.
Lo que va a venir no será ni bonito ni fácil. No será porque no haya gente que lo haya advertido. Pero la verdad asusta a la mayoría
La otra, la económica, también la han ganado bajo las propias narices de un Occidente que se ha pasado los últimos años discutiendo acerca de si eran galgos o podencos. China controla ya prácticamente toda la riqueza de África, lo que no es un tema en modo alguno menor si tenemos en cuenta que ese continente alberga minerales estratégicamente imprescindibles para las nuevas tecnologías. Ahora ya puede sumar también el conjunto de Iberoamérica. Cuando sea la China comunista la que deforeste el Amazonas no verán a nadie de Greenpeace que abra la boca. Europa, porque los EEUU están con un presidente senil al que manipulan los grandes trusts como les da la gana, bien puede decir que ya lo ha perdido todo. Nos ha ganado lo peor, como ese AMLO chapurreando palabras inconexas y totalmente desorientado, el mismo que brama contra España y nos llama colonizadores y genocidas. Lo que va a venir no será ni bonito ni fácil. No será porque no haya gente que lo haya advertido. Pero la verdad asusta a la mayoría. Porque es dura.