SONIA SCHOTT,
Quien no recuerda la conmoción que causó la victoria presidencial de Donald Trump en 2016, después de que las encuestas predijeran una victoria fácil para la rival demócrata, Hillary Clinton.
La revista New York, estaba tan segura de la victoria de Clinton que, en la semana de las elecciones su portada mostraba la palabra «perdedor» estampada en el rostro de Trump. “Después de 2016 ¿Podremos volver a confiar en las encuestas?” se preguntaba luego el New Republic, según recoge el artículo de, Arnold Barnett, publicado en CHANCE, de la Asociación Estadounidense de Estadísticas.
Ahora, a las puertas de una nueva elección presidencial, la mayoría de los sondeos sugieren que las elecciones de noviembre serán tan reñidas que no habrá una victoria arrolladora, ni para Joe Biden ni para Donald Trump.
Pero dadas las continuas dudas sobre la capacidad de Biden para cumplir otros cuatro años, por su edad, muchos se preguntan si se mantendrá competitivo.
Diferentes vídeos publicados recientemente en los medios parecían mostrar a un mandatario desorientado, recordando a los votantes que en ocasiones parece como si no estuviera al tanto de lo que sucede a su alrededor.
Cualquier repetición de ese momento durante el concierto de la Casa Blanca, donde Biden parecía congelado, mientras la vicepresidenta Kamala Harris y otros se movían y aplaudían, podría ser fatal para el mandatario.
Biden, por la naturaleza de su cargo, tiene asegurada la atención, lo cual puede jugar a favor o en contra.
Su estadía en Normandía, Francia, durante el 80º aniversario del desembarco del Día D, y luego en la cumbre de líderes internacionales del G7 en Italia, donde firmó un nuevo acuerdo de asociación por 10 años, con el presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, era una oportunidad de oro para demostrar su fortaleza como líder del mundo occidental, pero su voz baja y vacilante mientras advertía al presidente ruso, Vladimir Putin, de que Estados Unidos apoyaría a Ucrania por el tiempo que fuera necesario, presentó una imagen poco contundente.
Por otra parte, su imposibilidad de persuadir a Israel y Hamás para que acepten un alto el fuego con miras a un fin negociado de la guerra, también le ha perjudicado.
Biden tiene un verdadero desafío en tratar de evitar que Trump gane las elecciones, aun a pesar de que el expresidente es ahora un delincuente convicto y podría enfrentar una sentencia de prisión.
Un punto a favor para la actual administración es la economía estadounidense que sigue creciendo.
El viernes pasado el informe de mayo de la Oficina de Estadísticas Laborales mostró un saludable mercado laboral luego de que los empleadores agregaron 272.000 nuevos puestos de trabajo, superando las predicciones de los economistas, aunque, la tasa de desempleo subió al 4% por primera vez en más de dos años y la inflación se sitúa en el 3.1% a pesar de que la meta es llevarla al 2%.
Dinero en el bolsillo y seguridad laboral son siempre temas claves en una elección y todavía persiste la sensación de que las cosas no van tan bien con Biden, sumando a otros desafíos como: la continua crisis de inmigración en la frontera con México, las guerras en Ucrania y Gaza, y el ascenso de China.
Los votantes tal vez se pregunten si Biden tiene lo que se necesita o si Trump es una mejor opción.
El columnista, Erza Klein, del New York Times recomendó, hace poco, que Biden fuera valiente y renunciara a sus pretensiones, para dar paso a un candidato presidencial más joven, sugiriendo que la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, de 52 años, o el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, de 50, podrían tomar su lugar.
Si bien una medida tan drástica podría complacer a algunos votantes demócratas, el propio Biden ha dejado claro que está decidido a permanecer en la Casa Blanca, porque es el único con la experiencia necesaria para afrontar los numerosos retos que enfrenta Estados Unidos. Trump seguramente tendrá algo que decir al respecto.
Los próximos debates televisivos entre Biden y Trump puede ser cruciales para ayudar a los votantes a tomar una decisión.
Biden, tendrá la oportunidad para mostrarse más firme y decidido ante lo que probablemente será una actuación exuberante y agresiva de Trump.
El primer debate televisivo el 27 de junio podría aclarar el panorama presidencial y avalar o desmentir lo que dicen las encuestas.