LA HABANA.- Mientras los días 25 y 26 de septiembre 70 emprendedores de la isla participaban en un evento con empresarios cubanoamericanos en Brickell, en el centro financiero de Miami, Jean Carlos, residente en la ciudad de Santa Clara, a poco más de 270 kilómetros al este de La Habana y dueño de un destartalado auto de la era soviética que utiliza como taxi colectivo, compraba el litro de gasolina a 700 pesos cubanos en el mercado informal, debido a los recortes de combustible decretado por las autoridades locales.
“Fuera de La Habana, a los particulares nos venden solo 20 de litros de combustible al mes. Y cuando la crisis aprieta, he estado más de dos meses sin recibir gasolina. Tenemos que comprarla por la izquierda. Cada vez que el gobierno provincial establece nuevas restricciones de combustible, sube el precio del mismo en la calle”, dice Jean Carlos.
Las autoridades de Villa Clara y otras provincias han aplicado nuevos recortes “para ahorrar portadores energéticos”. Entre las medidas está cerrar empresas y servicios que no sean prioritarios, no poner los aires acondicionados en determinados horarios, apagar los frigoríficos estatales en horas de máxima demanda y recortar aun más la entrega de combustible a entidades productivas.
Nicolás, dueño de una finca en la provincia Artemisa, a 60 kilómetros al oeste de La Habana, cada vez se le dificulta más comprar diesel, abono y fertilizante para sus cosechas. “Hace seis años, antes de la llegada al gobierno de ese cáncer que se llama Díaz-Canel, yo sembraba varias hectáreas y tenía un corral con 120 cerdos, 200 chivas, 5 vacas y un par de toros. Cosechaba frijoles negros, colorados y blancos (judías), además de yuca, malanga, boniato, ajo y cebolla. Elaboraba queso con la leche y ahumados con la carne de cerdo”.
“Cuando en septiembre de 2019 llegó la [ llamada] ‘crisis coyuntural’, comenzó a desaparecer el abono, el pienso para alimentar los cerdos y el combustible y piezas de repuestos para el tractor y los regadíos. La aplicación de la ‘Tarea Ordenamiento’ en enero de 2021 -un auténtico paquetazo neoliberal del régimen- terminó de joder las cosas. Las cosechas cayeron en picada. Tuve que vender casi todos los animales, otros me los robaron. Siembro una hectárea de viandas, que debido a los altos precios, me da para ir tirando. Los puercos, chivas y gallinas que aún tengo son para consumo de la familia”, relata el campesino.
Un cuento chino
Cuando usted les pregunta a Jean Carlos o a Nicolás, qué beneficios pudiera traer a los emprendedores privados poder acceder a créditos de bancos estadounidenses o poder comprar sin intermediarios en Estados Unidos, sus respuestas son concisas.
“Cuando lo vea lo creo”, dice Jean Carlos. A Nicolás considera eso le suena a “cuento chino, porque desde enero el gobierno viene regando la bola que para el primer trimestre de este año se iban abrir negocios de todo tipo con Rusia, Italia y otros países y faltan tres meses para que acabe el 2023 y nada. Todo se queda en promesas. Con el gobierno que tenemos, que todo lo fiscaliza y le tienen tirria [mala voluntad] a los yanquis, es imposible que a un trabajador por cuenta propia o un campesino privado, si no pasa el filtro que las autoridades te imponen, pueda acceder a créditos de bancos norteamericanos”, y subraya:
“Sería lo ideal. Pero no veo al gobierno desmantelando a Acopio, un antro de corrupción, y cerrando dependencias improductivas del Ministerio de Agricultura. Le declararía la guerra a su propia gente. La mayoría de los que apoyan a esta gente (el régimen) son los militares y los burócratas de las instituciones que viven sin disparar un chícharo. No veo posible que alguien que tenga un negocio pueda acceder a créditos ni vender en el mercado de Estados Unidos. Eso solo está permitido para su gente de confianza”.
Ciencia ficción
Un taxista habanero coincide que esos encuentros en Miami de emprendedores y empresarios cubanos radicados en la Florida, «en teoría es una buena noticia, pero luego en la práctica se queda en ciencia ficción. Nunca se concreta. Y solo favorece a un sector muy pequeño, autorizado por el gobierno. Por ejemplo, ya Katapulk está vendiendo automóviles a mejores precios que las entidades estatales. Pero cuando averiguas cómo se puede comprar un auto, hay más enredos que una novela de espionaje. Esas noticias son una cortina de humo”.
Lógico recelo
Osvaldo, licenciado en ciencias políticas, opina que “por nuestra ubicación geográfica y nuestra historia, el mercado natural para los negocios es Estados Unidos. Puede demorar más o menos, pero eso va a pasar. Creo que es buen precedente ese tipo de encuentros que puede marcar un hito en la apertura de nuevos negocios privados de cubanos residentes allá con MIPYMES de aquí. Hay recelos y desconfianzas en ambas orillas y en sectores de los dos gobiernos. Es lógico. Son 64 años de discurso de Guerra Fría. Hasta los funcionarios del partido comunista reconocen en privado que el modelo de economía planificada en Cuba no funciona. Ni Rusia ni China nos van a salvar los muebles. Somos los cubanos, entre todos, a pesar de las diferencias, los que vamos a sacar al país de esta crisis sistémica”.
Los derechos qué
El veterano disidente Manuel Cuesta Morúa, considera que “estas medidas tratan de aprovechar una ventana de oportunidad bajo la premisa que involucrarse en Cuba es mejor que aislarse y del concepto de que a través del fomento de la propiedad y la economía de mercado se llega mejor al cambio reestructurando los fundamentos del modelo económico cubano. Estratégicamente está bien pensado: las dimensiones y la estructura de la economía cubana debe basarse en la pequeña y mediana empresa. Políticamente también: independizar del Estado la economía más cercana al consumidor vacía cada vez más al totalitarismo. Pero por otra parte, señala uno de los problemas de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba: la unidimensionalidad. Ayer los derechos humanos, hoy la economía, lo que implica una contradicción”, expresa y añade:
“Promover políticas económicas perdiendo de vista el asunto fundamental: el Estado de Derecho y la seguridad jurídica. Lo que trae dos consecuencias: la del puro mercantilismo y la inevitable cooptación de las élites reconvertidas, que filtran los intereses de GAESA, y marginan a las mayorías en el acceso a las nuevas oportunidades. No es este paso necesariamente negativo. Aunque ata potencialmente al sector privado al esquema financiero de los Estados Unidos, lo convierte en un problema a largo plazo, al permitir la capitalización, muy difícil en Cuba”.
“Pero falta la dimensión integral de una mejor política exterior, que articule las reformas económicas con las reformas legales, cívicas y políticas. La política alemana hacia Rusia de acercamiento estratégico a través del comercio fracasó estrepitosamente. Solo fortaleció a una plutocracia autoritaria con ambiciones de reconquista. En Cuba podría ocurrir lo mismo sin una política exterior calibrada entre fomento de la economía de mercado y de los derechos humanos”, concluye Cuesta Morúa.
Otros sectores de la disidencia son más pesimistas. Consideran que la nueva estrategia política de la Casa Blanca, priorizando los negocios privados sobre las reivindicaciones a favor de la democracia, aísla y debilita todavía más a la oposición. Nunca la disidencia local, debido a la intensa represión, tuvo poder de convocatoria entre la ciudadanía. Pero en la actualidad, probablemente más del 70 por ciento de la sociedad coincide con las demandas históricas de la oposición cubana.
Antes de que la dictadura de los hermanos Castro diseñara reformas económicas, fue la ilegal oposición pacífica la que reclamaba aperturas de pequeños negocios y la derogación del absurdo apartheid en el ámbito informativo, tecnológico y turístico, que convertía al cubano en ciudadano de tercera clase. La mayoría de los reclamos de la disidencia fueron usurpados por el régimen castrista. Las tímidas aperturas a cuentagotas y las concesiones del gobierno al sector privado, provocadas por la crisis terminal que vive el modelo de socialismo marxista, siempre estuvieron plasmadas en la hoja de ruta de la oposición.
Acosados por la policía política, a algunos disidentes les molesta el ninguneo del emergente sector privado en Cuba y la actual administración de Estados Unidos. “Ya ni siquiera nos invitan a la fiesta por el 4 de julio. Cuando muchos de los que hoy están al frente de negocios privados gritaban ‘seremos como el Che’, ya la oposición reclamaba la apertura de pequeños y medianos negocios privados en el país. Ahora te miran por encima del hombro, te bloquean en las redes sociales y ni siquiera te saludan, piensan que tu presencia los perjudica. Como si tuviéramos sarna. Esta nueva cofradía no habla de política, solo de business», confiesa un opositor que prefirió no ser identificado.
Para los nuevos ‘actores’ económicos, respaldados por el Palacio de la Revolución y la Casa Blanca, los negocios son negocios. La democracia puede esperar.