El presidente ha perdido el control de la agenda pública desde que se vio embarrado uno de sus hijos, José Ramón López Beltrán, por el uso de la ‘casa gris’, una lujosa mansión enclavada en uno de los fraccionamientos más exclusivos de Houston, propiedad de un contratista de Pemex, la cuestionada empresa Baker Hughes.
Ni la reiteración cotidiana en las mañaneras sobre la inocencia de su vástago, ni el ataque furibundo a varios periodistas, y mucho menos las cortinas de humo que tan buen resultado le dieron en el pasado, han logrado evitar el desplome del presidente en las encuestas.
La caída es dramática ya que ha perdido entre 8 y 12 puntos porcentuales de aceptación en un periodo no mayor a 60 días, y no solo eso, su credibilidad está por los suelos.
En la víspera de que la farsa que representa la revocación de mandato tenga efecto el próximo 10 de abril, cada día que pasa se le complican más las cosas al jefe del Ejecutivo Federal, ya que la ciudadanía no ha mordido el anzuelo de ir a las urnas a expresar un voto que a la postre no tendrá ningún efecto, ya que el presidente continuará en su cargo.
Aún con la maquinaría del Estado que se prepara para ‘atiborrar’ las urnas de votos por la ratificación, se verá disminuido el poder de convocatoria del presidente, a un nivel que quedará registrado como otro fracaso de lo que ahora llaman democracia participativa, tal como ocurrió con la consulta popular para enjuiciar a expresidentes.
Ante la prohibición de promover la revocación de mandato, desde el gobierno y los partidos políticos del frente oficial, léase Morena y rémoras, violan la ley sin empacho alguno, no obstante el sistemático rechazo del Tribunal Electoral y del INE a estas fragantes violaciones a un ordenamiento que, en su momento, fue aprobado por el partido de López Obrador.
El próximo lunes 21 de marzo veremos que, con la inauguración del aeropuerto de Santa Lucía, se seguirá violando la ley que prohíbe en este periodo considerado de veda electoral promover las obras del gobierno, es decir, se festejará la entrada en operación de un elefante blanco que, de ninguna manera, logrará descongestionar y aliviar la saturación del aeropuerto internacional de la CDMX, pero eso es lo de menos, el chiste es atraer los reflectores hacía el tabasqueño.
El capricho de cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco para dar paso a la reconversión de la terminal aérea militar de Santa Lucía, causó un fuerte daño al patrimonio de la nación y cuyas consecuencias legales apenas se vislumbran.
Con lo que costó Santa Lucía (y que conste que aún no se termina) se hubiera podido concluir el aeropuerto de Texcoco y con ello México estaría en el top ten de los países con mayor conectividad aérea del mundo. Pero ahora tenemos un aeropuerto para una decena de vuelos locales y un internacional proveniente de Venezuela que hasta ahora solo aterrizará, pero que no tiene vuelta con pasajeros a ese país.
Bueno, pues esta obra inacabada de medio pelo dará a los panegíricos del régimen material suficiente para anunciar al mundo que ya está en operación ‘el mejor aeropuerto del mundo’ y en ello subyace el objetivo de subir los bonos de AMLO y de promover el voto por la ratificación del presidente en su cargo.
Se ha dicho hasta la saciedad que con la revocación de mandato o sin ella, el mandatario continuará en su cargo hasta la fecha que señala la Constitución, el próximo 30 de septiembre de 2024, ni un día más, ni uno menos.
En este escenario de pirotecnia desde Palacio Nacional para detener la caída presidencial en las encuestas y de otra farsa de democracia participativa, se vive una cruenta guerra en México.
En los conflictos bélicos hay muerte, destrucción, desolación, hambre, crisis económica y sanitaria; inflación, desempleo, éxodo de víctimas y desplazados, además del asesinato de periodistas; toda esta devastación no solo está pasando en Ucrania, sino también en nuestro territorio nacional.
Ante este panorama desolador el gobierno se ocupará de promover la inauguración de una de sus obras insignia que no representa en estos momentos ningún beneficio para la población y menos para atemperar la grave problemática a la que se enfrenta cotidianamente.