Quién iba a pensar que un evento privado que buscaba ser memorable para los novios y los invitados, se convirtiera en todo lo contrario, merced a una serie de sucesos que fueron concatenándose en contra de ellos.
La boda de Santiago Nieto y Carla Humphrey se celebró en la ciudad de Antigua, Guatemala, lugar al que acudieron los convidados con la ilusión de compartir un acontecimiento de gran felicidad para sus amigos, empero, el asunto empezó a degradarse; primero, con el aseguramiento por parte de la policía local, en el aeropuerto de aquella ciudad centroamericana, de 35 mil dólares, que en las primeras versiones se le atribuían a Paola Felíx y después resultó que eran propiedad de un particular.
La primera cabeza que rodó por haber viajado en un avión privado, fue la de la titular de la secretaria de Turismo de la CDMX, la mencionada Paola Félix, argumento pueril que intenta pintarle un antifaz de austeridad a Claudia Sheinbaum.
Luego, el presidente fustigó desde el púlpito de la mañanera a aquellos funcionarios que viven en la opulencia y hacen del derroche su forma de vivir y calificó la boda como “un asunto escandaloso”, provocando que de inmediato uno de los operadores más útiles y serviciales que ha tenido el presidente para castigar a sus adversarios políticos, presentará su renuncia, misma que fue aceptada.
Santiago Nieto se fue por la puerta de atrás y dejó a la deriva el dique que frenaba la impartición de justicia a modo y conveniencia del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.
Todo esto ocurrió en la víspera de la visita que hiciera AMLO a la sede de la ONU para pronunciar un discurso en donde enarboló la bandera anticorrupción, visto este flagelo como el gestor de todo mal de la humanidad.
Su perorata representó un mal remedo de los populistas de izquierda que se han presentado en esa alta tribuna, como Fidel Castro, para golpetear al modelo neoliberal y al capitalismo.
Habló como si los problemas del país estuvieran resueltos en temas como el desabasto de medicamentos, inseguridad, corrupción y crisis económica.
Además, dio ‘catedra’ de cómo sus programas de política social con tintes electorales pueden sacar de la marginación a la gente con su programa Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, “como ya lo ha hecho, por ejemplo en Chiapas”.
Pura falacia que seguramente provocaron un gesto de hilaridad entre la comunidad internacional.
Regresando al tema de la boda que para muchos fue maldita, pintó de cuerpo entero a un presidente que simula ser anticorruptible, pero que se rodea de colaboradores que tienen una larga estela de inmoralidad, además de todos aquellos servidores públicos que hacen de las adjudicaciones directas su modus vivendi, en lugar de las licitaciones abiertas en los bienes y servicios que requieren las dependencias a su cargo.
Hay que decirlo con todas sus letras, la dimisión de Santiago Nieto le abre un boquete al proyecto de la 4T y en especial al presidente López Obrador, ya que fue una pieza fundamental en el combate a la corrupción, claro desde la óptica de AMLO, particularmente contra algunos de los adversarios del régimen.
Llega en su lugar un comunista, un hombre de izquierda que sabe de inteligencia financiera lo que conoce el presidente de física quántica, pero eso no tiene la menor importancia, lo relevante es que ahora un político perverso y maquiavélico de izquierda como es Pablo Gómez, se encargará de congelar las cuentas bancarias de todo aquel radical de derecha que intente criticar al presidente.
Seguramente en lo que resta del sexenio, Santiago Nieto volverá a incorporarse a otra responsabilidad, solo necesita que se aquieten las aguas que causaron su remoción. Mientras eso sucede, su exjefe tendrá que parir chayotes al haber prescindido de tan eficaz colaborador.