jueves, diciembre 26, 2024
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OPINIÓN-Antonio Ledezma: Más presión que nunca contra el régimen de Maduro

La política de presión no será dejada de lado, más bien por el contrario, se busca reforzarla con el concurso sincronizado de varios gobiernos democráticos del mundo libre, en lo que se conoce como escenario multilateral. Para tales efectos se pondera y trabaja en la articulación de una coalición internacional que tenga como único objetivo presionar al régimen de Maduro para producir un giro de fondo en la política nacional. Nada de maquillajes ni de cabriolas para entretener a la audiencia mientras avanzan en su siniestra usurpación de los poderes en Venezuela.
No se trata de especulaciones al boleo ni de análisis aislados de observadores que tienen su mira puesta en los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela, es una versión tomada de declaraciones atribuidas a voceros del Departamento de Estados de los Estados Unidos, tal como lo hizo el funcionario Ned Price el pasado 12 de marzo, en una entrevista concedida a la periodista Gaby Perozo para la estación de televisión digital VPITV (Venezolana por la Información), en la que Price asegura que esperan consolidar la sincronización de varios líderes y gobiernos dispuestos a asociarse para adelantar una solución pacífica que abra camino a una transición democracia. Esa misión internacional en la que destacarían la Unión Europea, la OEA, el Grupo de Lima y el Grupo de Contacto, según lo dicho por Price: “siguen trabajando intensamente, junto a ocho grandes democracias de la región, para que a través de todos los medios apropiados lograr una transición democrática en el país”.

Al mismo tiempo y con idéntica orientación, el periodista Andrés Oppenheimer, a través de una crónica publicada en el diario The Miami Herald, se refirió a esa alternativa y dejó entrever que: “esa coalición incluiría ocho democracias importantes: Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia, Alemania, Francia, Reino Unido y Holanda”.
 
Al régimen de Maduro sus parodias le han resultado nefastas. Recordemos que hizo correr rumores de que “tenía todo arregladito para conectarse con la Casa Blanca” y ya vemos con el calibre con que le han respondido desde Washington. Luego puso a su mercachifle de Jorge Arreaza a declarar que “la expresidente Michelle Bachelet estaba encantada con su jefe Maduro”.
Lo cierto es que días después, el 11 de marzo de 2021, la propia expresidente Michelle Bachelet, al participar en la 46th sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, se encarga de dejar muy claro que su posición sobre la crisis de Venezuela no ha variado desde que presentó el primer informe en el que describió, con detalles y cifras, el cúmulo de violaciones de los derechos humanos por parte del régimen de Maduro. La Alta Comisionada Para Los Derechos Humanos de la ONU, compareció ante ese Consejo de DDHH y ratificó su preocupación “por la persecución política que incrementa el régimen de Nicolás Maduro contra ONG´s, periodistas, defensores de DDHH, líderes sindicales y diputados de la legitima Asamblea Nacional”. Esto dio pie a que la expresidente chilena manifestara su preocupación por lo que ella llama “reducción del espacio cívico en Venezuela, una vez que su oficina ha podido documentar, al menos, 66 casos de acoso y criminalización de periodistas, medios de comunicación, defensores, trabajadores humanitarios y líderes de oposición”.

El tema social no escapa del radar que ha activado el equipo que labora en Venezuela por encargo de la Alta Comisionada para Los Derechos Humanos de la ONU, al colocar como un apéndice de su actualización del pasado 11 de marzo, el hecho cierto de que “el salario medio estaría por debajo de 1 dólar estadounidense al mes, mientras se estima que el precio de la canasta de alimentos ha aumentado 1800 % en el último año”.

En conclusión, los ojos del mundo ven que la tragedia se agrava en un país sometido por los más variados grupos delincuenciales. Escuché el pasado sábado a la periodista Nitu Pérez Osuna comentando un informe aterrador de la boca del especialista Manuel Sánchez, que integra los equipos técnicos de la ONG Transparencia Venezuela, que plasmaron en un libro que recomiendo leer: “Crimen organizado y corrupción en Venezuela: un problema de Estado”, texto patrocinado por la embajada británica, en el que se dan pormenores de las operaciones que ponen en marcha más de 18000 organizaciones criminales en el territorio venezolano y de los nueve bloques criminales que tienen zonas controladas dentro del país:

Las megabandas criminales

Los seudosindicatos de la construcción, petroleros y los mineros.
Los “colectivos” armados y violentos.
Los “pranes” y sus organizaciones carcelarias.
Fuerzas Bolivarianas de Liberación o “Boliches”.
Holding de la corrupción.
Traficantes de drogas.

Las FARC y el ELN.
Las Bandas criminales (BACRIN).

Según los detalles que se encuentran en los diferentes capítulos de esta obra, esas organizaciones criminales están confundidas con la estructura que sostiene al régimen de Maduro, incluidas las policías y las fuerzas militares: “La investigación de nuestro equipo de expertos, durante seis meses, permitió identificar y clasificar los diversos tipos de organizaciones de delincuencia organizada en nueve bloques con diferentes orígenes, naturaleza, negocios, alcances, estructuras y objetivos. Estos bloques conviven en Venezuela en diferentes niveles de tensión y armonía junto a la FANB, las policías nacionales, regionales y municipales, así como otros organismos del Estado. Algunos controlan territorios y han creado microestados en el país. Estas expresiones delictivas, en su mayoría, materializan un tercer tipo de primitivismo que es considerado el criminal, que se caracteriza por ser violento, atroz y perverso, que disfruta del daño producido, todo ello en perjuicio de la gran mayoría de ciudadanos buenos y honestos”, (pag 7).
Ante esa espantosa tragedia no caben las medias tintas ni el simplismo de caracterizar ese cuadro como “altercado desigual entre oposición y gobierno”. Lo que sí es demasiado parecido a la verdad es que eso es una corporación criminal en pleno apogeo, estrujando en el fango aquella otrora esplendorosa democracia que ahora huele a restos de pudridero. No respondemos a un frenesí de venganza cuando clamamos por la intervención internacional, nuestra lucha es indetenible porque nuestro optimismo es invencible, pero no podemos dejarle la solución de este genocidio a los azares, es cuestión de responsabilidad de todos, adentro y de afuera.
Fuente: PanamPost

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