Han transcurrido tres años, de aquel extraordinario, emocionante 16 de julio 2017. Se conmemora una de las fechas más relevantes en nuestra historia contemporánea, consulta trascendental promovida por la sociedad civil, apoyada a regaña dientes por los partidos que, hasta última hora se negaban y esa misma noche, desvergonzados decidieron traicionarla.
La ciudadanía enfrentada al desastre castro-madurista, acudió sin reserva al llamado -iniciativa de por sí sorprendente- a emitir su opinión para decidir posiciones y acciones. Los ciudadanos enviaron un mensaje contundente de libertad y democracia, que sectores políticos convocantes ignoraron, peor aún, se burlaron, abandonaron, entregaron.
Imposible no descargar la furia, cuando estafados por presumidos pedantes politiqueros que incluso antes habían acordado deshonrar lo que sería la inmensa voluntad ciudadana; ante el asombro, desconcierto de propios y extraños, boquiabiertos quienes desde el exterior acompañaron; no lograban razonar la falta grave del partidismo cooperante, al no cumplir la palabra empeñada ni guardar lealtad ciudadana.
Inolvidable día de sol radiante, cielo despejado, nunca morirá, será recordado como el día de la ciudadanía de principios éticos, valores morales, buenas costumbres, que de manera consciente asistieron a responder las consultas sobre el rescate de la Constitución, Democracia, Libertad y Derechos Humanos.
“¿Rechaza y desconoce la realización de una constituyente propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación previa del pueblo de Venezuela?”;
“¿Demanda a la Fuerza Armada Nacional y a todo funcionario público obedecer y defender la Constitución de 1999 y respaldar las decisiones de la Asamblea Nacional?”;
“¿Aprueba que se proceda a la renovación de los Poderes Públicos de acuerdo a lo establecido en la Constitución y a la realización de elecciones libres y transparentes, así como a la conformación de un Gobierno de Unión Nacional para restituir el orden constitucional?”
Más de 7.5 millones de ciudadanos asistieron espontáneos, voluntarios, sin imposición ni amenaza, a manifestar su sentir y parecer; casi unánime contestaron SI a las tres interrogantes. Años después estamos estancados, pero aquellos desleales desprestigiados sin apoyo, persisten en discutir entre narices y ombligos, sin reconocer errores, demostrar contrición o arrepentimiento.
No había concluido el conteo, cuando estaban anunciando la participación en las elecciones rancias de gobernadores. El argumento: la siempre ridícula, vaga necesidad de “conservar” y “conquistar” espacios, es decir, puestos para los activistas comprometidos con sus partidos. Como se aclaró después, se puede “autoexcluirse” o “auto incluirse” si sus acciones producen beneficios partidistas.
Un obstáculo ético-político, era que, para ser consagrados, debían acudir a la castro-constituyente, elegida por maduristas y fantasmas. Condición oficialista en sumisa obediencia de los perversos lineamientos castristas. Sólo el zuliano se negó valiente a arrodillarse ante la espuria y fraudulenta, aún a riesgo de su cargo. Lo perdió, pero amplió el espacio de su dignidad, liderazgo popular, mereciendo el respeto ciudadano.
Nació el Tribunal Supremo de Justicia, luego de juramentado en una plaza pública, abandonaron a su suerte, desconocieron e ignoraron sus dictámenes, por si fuera poco, algunos diputados sinvergüenzas pretendieron destruirlo, dividiéndolo y comprando conciencias. Hoy en el exilio, ejerce actividades, genera jurisprudencia. No serán respetadas por maduristas, cómplices cohabitantes, pero allí quedan, no acatar sus decisiones, indigna, viola el mandato ciudadano del 16J.
A posterior se realizaron sainetes electorales, en los cuales los ciudadanos no participaron por convencimiento propio, aun así, la Constituyente cubana se instaló violando cerraduras del Palacio Legislativo. La ciudadanía, el mundo libre y democrático la rechazó; lo que de ella provenga es ilícito e inconstitucional, no será reconocido.
Los politiqueros que el 16J por conveniencia personal, partidista, complicidad, desconocieron semejante hazaña civil de mandato ciudadano, no conocen el valor de la lealtad ni el significado de respetar, cumplir la palabra empeñada; por ello, una nueva coalición debe dejar de lado a encubridores, ladrones del tesoro público, bandidos de futuro y esperanza, embusteros, manipuladores, traidores de la voluntad ciudadana. Deben ser excluidos quienes hayan atentado contra el bienestar del país, su tranquilidad y porvenir. No tienen moral, la perdieron, Venezuela no los quiere, tampoco los necesita.
A tres años de la extraordinaria definición histórica ciudadana, la nación es un archipiélago de fracasados incapaces de comunicarse entre sí. Sólo la plataforma Soy Venezuela y la Fracción 16J refuerzan su liderazgo ciudadano, son creíbles, confiables, actúan en consecuencia con sus ideas, argumentan sólidos, fundamentados y rigurosos, demuestran actitud decidida, transparente, despuntan aguerridos contra el régimen, sus esbirros y desfachatados aliados, que hoy comienzan a caérseles las caretas.
Es imperativo enaltecer, honrar, respetar, cumplir el mandato ciudadano del 16J, quienes no lo hagan actúan como secuaces, engrosan sus filas y compartirán el destino oficialista como socios del castro-madurismo.
Celebremos el día de la ciudadanía, aniversario de la patria verdadera.
Fuente: El Nacional