Cada 4 años, en 2020 el 3 de noviembre, se realizan elecciones presidenciales en USA, se elige al presidente y vicepresidente. De acuerdo con el mandato constitucional, se deciden en el Colegio Electoral, (con al menos 270 votos), no en las urnas, voto a voto, son elecciones de segundo grado, sufragio indirecto.
Joe Biden no logrará conquistar la 46 presidencia de los Estados Unidos. No le conviene a su país, tampoco al mundo libre y democrático. Blandengue pro-castrista y galanteos socialistas, perturbaría el sistema americano. Sin lindezas, la sociedad estadounidense tiene natural aversión, hostilidad y repulsión por el colectivismo; repudian el socialismo y desprecian cualquiera de sus formas o derivados. El sueño americano es sagrado, y en él no tiene cabida la pesadilla castrista ni nada que se le parezca. Por esas y otras razones, económicas entre ellas, Donald Trump será reelecto; aunque debe tomar todas las precauciones. En política cuatro meses es una eternidad.
El 47 ex vicepresidente cuando gozaba de buena salud y actitud mental óptima, no fue hábil ni lograba convencer, no inspiraba más allá del Estado de Delaware, del cual fue Senador. Inclusive dentro de su partido, fue derrotado cuando buscó infructuoso la nominación presidencial en 1988 y 2008. Hoy con sospecha de aneurisma y síntomas de senilidad, está empeñado en flexibilizar y/o eliminar las sanciones para la comunista, opresiva, torturadora, Cuba y Venezuela, continuando la estulta política de Barack Obama.
El castrismo comunista no tiene espacio en un Estado de Derecho con sólidas instituciones; hay que insistir en el voto consciente y responsable, no se engañen con promesas electorales que se olvidan, son para la credibilidad de los idiotas y el nivel del absurdo irracional que padecen los que dicen “luchar” contra el régimen castrista venezolano, apuntalando a quien sin duda perjudicará la lucha republicana. Cuba es la cuna del comunismo ruinoso, patibulario, violador de los Derechos Humanos, centro de crímenes contra la humanidad. Al demócrata lo aúpan los mismos o herederos de aquellos, que celebraban en 1984 la inconveniencia de reelegir a Ronald Reagan, pero su triunfo fue arrollador. En 2020, se repetirá la historia. El 40 presidente fue artífice, artesano, promotor del desplome y derrumbamiento de la Unión Soviética. El 45, será el paladín abanderado del derrumbe comunista-socialista cubano y sus derivados en Nicaragua y Venezuela.
En la tradición política de Estados Unidos, se conquista el voto judío con una posición favorable a Israel. El sufragio afro-americano con derechos de igualdad, cero tolerancia a la discriminación y enfoque en África, Washington asimiló la lección durante el apartheid. Mientras nicaragüenses, cubanos, venezolanos, y en general latino americanos, reclaman una postura enérgica contra la corrupción, narcotráfico, lavado, legitimación de capitales, y por supuesto, frente a las dictaduras tiránicas que los han arruinado y obligado al exilio.
El abanderado demócrata y quien sea su compañera (o) de fórmula, aquietarán complacidos cualquier iniciativa contra el castro-comunismo, como torpemente lo hiciera Obama, víctima de una ingenuidad, que arrasó con la política de presidentes anteriores a él, -republicanos y demócratas-, consistentes en no hacerle concesiones a la despótica dictadura de La Habana. La victoria de Trump, dique de la ignominia comunista, puso fin a la traición de Obama y su vicepresidente Biden con Raúl Castro en Cuba, e impone sanciones históricas contra el régimen venezolano-. En 2020 su éxito, será abrumador, conservará la mayoría en el Senado y es probable que logre superioridad en la Cámara de Representantes. Hace poco en los Ángeles y Pensilvania, cuatro representantes republicanos lograron triunfos inesperados. Nancy Pelosi se tira de las greñas, después de cometer la estupidez en promover un proceso de impeachment?? (destitución) contra el Presidente.
En Estados Unidos es posible ganar democráticamente en las urnas y perder republicanamente las elecciones generales. Un Ejemplo: Hillary Clinton, en 2016 obtuvo una diferencia de casi 3 millones de votos, pero fue derrotada en el colegio electoral. Están los estados indecisos (swings states), cuyo voto ha sido variable en las últimas citas electorales, pueden cambiar de bando y definir la elección, como ya ha sucedido en el pasado. En cinco oportunidades la República se ha impuesto a la Democracia o gobierno de la mayoría: 1824, 1876, 1888, 2000 y 2016. En todos los casos el candidato demócrata fue derrotado. Por cierto, el séptimo presidente de los Estados Unidos, Andrew Jackson, (1829-1837), trató de modificar las reglas, pero no pudo. Nadie ha podido.
Es costumbre que el primer periodo de los presidentes estadounidenses, se lo dediquen a las políticas públicas que les permitan lograr la reelección; y la segunda presidencia, para establecer su legado, pase a la historia de cómo serán recordados. Donald Trump que no resultó ser un populista, como parecía, sino amante de la República y la Libertad, aunque se nieguen y agazapados tiemblen, será relecto Presidente de la primera potencia mundial y enemigo implacable del comunismo. Sera inmortalizado por liberar a la América toda del castrismo, comunismo y socialismo.
Fuente: La Patilla