No ganamos para sustos. Probablemente las elecciones de Perú las gane Keiko Fujimori. (O las pierda el candidato Pedro Castillo, tanto monta…). Primero Keiko en 2011 perdió frente a Ollanta Humala. Un militar izquierdista que “prometió portarse bien”. Mario Vargas Llosa le tomó la palabra y lo apoyó frente al criterio de muchos de sus excompañeros del Movimiento Libertad, el partido político que creara a fines de los años ochenta. Tal vez eso movió los 2,9 puntos porcentuales de los votos y le dio la victoria a Humala.
En 2016, Pedro Pablo Kuczynski le ganó a Keiko por los pelos. Menos del 0,3%. PPK fue un derechista que también “prometió portarse bien”. Mario lo respaldó. Eran amigos. En ese caso la ventaja de PPK fue de apenas unos 40.000 votos de un total de más de 17 millones de sufragios. Pero a la “tercera será la vencida”. Keiko derrotará (espero fervientemente) a Castillo, un candidato de izquierda sin muchas luces que se mantuvo fiel a los postulados de la secta.
¿Cuál es el panorama que le espera a Keiko si vence, como esperamos, a Castillo? Su padre Alberto Fujimori está preso y condenado. A Ollanta Humala y a su mujer, Nadine Heredia, les piden 20 y 26 años de cárcel respectivamente por un presunto negociete con Odebrecht de US$ 3 millones de lo que la constructora brasileña se gastó en Perú comprando funcionarios. PPK está sujeto a la justicia peruana por una razón parecida. Alan García se suicidó cuando era investigado por los presuntos delitos de lavado de activos y colusión agravada, relacionados con la trama de sobornos de Odebrecht. Alejandro Toledo está pendiente de que lo extraditen de Estados Unidos. En Perú no ha quedado títere con cabeza. Ni siquiera la misma Keiko, que tiene una causa abierta por supuesta corrupción. (Todos ellos han negado las acusaciones).
Así no se puede gobernar. ¿Qué haría un presidente sensato en la piel de Keiko si resulta elegida? Jamás actuar solo. Se impone convencer a la mayoría del Parlamento para aprobar una legislación especial que, a cambio de no ir a la cárcel, o a cambio de salir de ella, siempre que no estén manchados de sangre: 1) Los funcionarios encartados devuelvan al tesoro público todo el dinero indebidamente recibido y 2) Les prohíban a todos los que se acojan a esa ley desempeñar cualquier cargo público de manera permanente.
Por descontado que habrá mucha gente inconforme con esa legislación, pero en un punto hay que comenzar a sanar las heridas y admitir que los políticos y los funcionarios no son diferentes a los boticarios o a cualquier hijo de vecino. Tienen tentaciones y caen en ellas. Lo que quiero decir es que la presunta elección de Keiko debe ser el comienzo de un Perú decente. Hay que pasar la página y no continuar en el estercolero.
Fuente: CNN Español