La falsificación de la información es notoria y aberrante. Cuba, Venezuela y Nicaragua falsifican a diario los datos de personas contagiadas, atendidas y muertas por la pandemia. El denominado “libro blanco” de la dictadura de Nicaragua es un ejemplo de hasta donde puede llegar la falsedad. Los datos previos a la pandemia de la situación alimentaria, de servicios básicos como agua potable y de los sistemas de salud, todos en condiciones deplorables y muy por debajo de los estándares mínimos, son la mejor prueba de que las cifras ofrecidas por los dictadores son pura falsedad para tapar sus crímenes.
Las acciones dictatoriales internas que podrían resumirse en “mas de lo mismo”, mas violencia, mas crímenes y mas manipulación, están agravadas por la promoción de la “trata de personas y esclavismo” que hace Cuba con los médicos y personal de salud, que ha incrementado aprovechando el coronavirus, pretendiendo además de los ingresos mal habidos una acción de mejoramiento de imagen con la falacia del éxito de su medicina que ofrecen para la exportación pero que no existe para el pueblo. La manipulación y utilización dictatorial de la cooperación internacional condicionada a que sea gestionada como otro instrumento de opresión, es otro crimen.
El castrochavismo ha incrementado sus acciones de conspiración contra todas las democracias de las Américas. Las cuarentenas, las crisis, los temores y las condiciones de anormalidad que ha traído la pandemia del coronavirus generan descontentos internos que son promovidos, incrementados y manipulados para desestabilizar y derrocar gobiernos, por los operadores del “foro de San Pablo” que acaban de ajustar virtualmente sus planes, en las redes sociales por los extendidos troles de las dictaduras, por los grupos radicales y acciones dirigidas desde las embajadas, legaciones y consulados de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Continuando acciones iniciadas en el segundo semestre de 2019 y reactivadas con la oportunidad que les da la pandemia, actualmente en las Américas hay procesos conspirativos con golpes de estado en proceso por lo menos en Ecuador, Bolivia y Brasil, hay un recrudecimiento de la agenda desestabilizadora en Chile, Colombia y Perú. Cada gobierno democrático de las Américas solo debe mirar su situación interna y encontrará la mano criminal del castrismo con 61 años de experticia operando con el nuevo modelo construido con la liquidación de la libertad y la riqueza de Venezuela entregada por Chávez, que hoy se llama castrochavismo.
Fuente: Diario las Américas