Los ciudadanos no tienen ningún medio eficiente y realista para oponerse a las acciones de los grupos que los someten. No hay oposición política que represente los derechos de la gente porque la que no está presa o exiliada, es “prudente”, está sometida y funcional. No hay ejercicio posible de prensa libre efectiva. No hay ninguna garantía judicial ni constitucional porque el régimen controla los jueces que aplican “leyes infames” establecidas por el poder legislativo de la dictadura para institucionalizar el miedo. Es indefensión.
Hay 122 presos políticos en Nicaragua, certificados por Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas y en la última semana han aumentado en número indeterminado con vejaciones y torturas. En Cuba hay 140 presos políticos y Prisoners Defenders certifica que el numero crece cada mes, así como las torturas a los presos. En Venezuela hay 302 presos políticos identificados por Foro Penal y torturas gravísimas verificadas por diversos organismos internacionales. En Bolivia hay más de 100 presos políticos que incluyen a la expresidenta Añez, militares, policías y líderes civiles, con golpizas y torturas visibles en los detenidos.
La dictadura de Cuba ha exiliado millones de sus ciudadanos desde hace 62 años. La dictadura de Venezuela llega a 6 millones de exiliados que han denominado “diáspora”. Nicaragua tiene más de 100.000 exiliados solo en Costa Rica y miles más en el mundo. Bolivia tiene más de 1.200 exiliados certificados por ACNUR. Presos y exiliados políticos, todos víctimas de indefensión con el uso de la justicia como instrumento de persecución y represión, que al propio tiempo garantiza la impunidad de los autores de los crímenes por los que acusan a sus victimas.
La esencia de las dictaduras es mantener indefinidamente el poder para tener impunidad. Una extraordinaria prueba de esto es la impunidad de Fidel Castro en Cuba. Luego de más de 60 años de crímenes de todo tipo, Fidel Castro murió de viejo, impune, como espera hacerlo Raúl Castro y centenas de miembros de la cúpula del sistema de delincuencia organizada trasnacional, como lo hizo Hugo Chávez muerto también en impunidad.
Hoy los casos de impunidad persistente y ojalá no definitiva son muchos, como los Kirchner y su grupo de corruptela en Argentina, los autores del “lava jato” y su grupo criminal en torno al Foro de Sao Paolo en Brasil, Evo Morales y su grupo de delincuencia narco-político que controlan Bolivia, lo mismo que Nicolás Maduro y las organizaciones criminales que detentan el poder en Venezuela, y el más actualizado grupo de Daniel Ortega, Rosario Murillo y su banda en Nicaragua, todos bajo dirección y repitiendo métodos de la dictadura de Cuba. La condena a 8 años de Cárcel contra Rafael Correa es la excepción por la recuperación de la democracia en Ecuador.
Lo que está pasando en Nicaragua, ya ha pasado y también está sucediendo en Cuba, Venezuela y Bolivia. Es gravísimo, pero los dictadores se saben impunes porque se amparan en la fuerza, la violencia y el miedo contra los que la indefensión de los pueblos se demuestra con solidaridad internacional, declaraciones, censuras y algunas sanciones que los impunes no tardan en burlar o desactivar.