El socialismo del siglo XXI ha producido la “oposición funcional”, una simulación de oposición, una oposición de mentira porque no aspira a acceder a la dirección del poder. En democracia, el concepto de oposición “se relaciona con el conflicto político entendido como la mutua, simultanea y contradictoria aspiración de fuerzas oponentes a un mismo objetivo” que es el acceso al poder. La oposición real descansa en las libertades, derechos políticos, pluralismo, alternancia en el poder, libre expresión y sufragio universal.
Han “institucionalizado” las dictaduras con constituciones políticas, leyes y una estructura del estado destinada a la normalización de la concentración del poder, del control y violación “legal” de los derechos y libertades ciudadanas. Las dictaduras castrochavistas han creado en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador un “orden legal infame” porque en sus constituciones y leyes violan los derechos humanos, hacen desaparecer el sufragio universal, terminan la ciudadanía, suplantan la retroactividad de la ley y llaman ley a infamias de opresión que garantizan el control del poder y la impunidad.
Es justo reconocer la dificultad de ser opositor en dictadura, pues en general hay resistencia o disidencia porque la oposición resulta solo la que el régimen permite. La persecución política judicializada, el asesinato de la reputación, las detenciones arbitrarias, la extorsiones y abusos por el poder total, la liquidación económica y moral llevan al opositor a la cárcel o al exilio, cuando logra sobrevivir.
Cuanto más se debilitan las dictaduras, más espacio hay para una oposición real, y eso es lo que sucede en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Cuando los pueblos aspiran y piden “unidad” a los opositores para primero sacar los dictadores y luego recuperar la democracia con la terminación del sistema dictatorial, vemos que más contradicciones y divisiones se activan entre los opositores que de esta manera siguen cediendo la iniciativa a los dictadores en Venezuela y Nicaragua e impiden terminar la dictadura luego de la renuncia del dictador en Bolivia.
Líderes y grupos autonombrados de oposición en Venezuela, Nicaragua y Bolivia no están ayudando a sacar los dictadores ni terminar las dictaduras. Los hechos muestran que la diputa entre ellos es más importante que la lucha contra las dictaduras a las que terminan sosteniendo. Dividen al pueblo hasta desanimarlo e incluso llevarlo a pensar en la continuidad dictatorial como sucede en Bolivia. No hacen nada para cambiar el sistema de dictadura, se acomodan a las instituciones dictatoriales y aparecen integrados al sistema de corrupción de la dictadura.
Los opositores que aspiran a recuperar la libertad y la democracia para sus pueblos no pueden continuar dando el espectáculo de miseria política y desprecio al ciudadano que hoy está sosteniendo las dictaduras y la impunidad de los dictadores.
Fuente: Diario las Américas