Los profesores universitarios están sujetos a la más feroz política del régimen consistente en general de aplanar su competencia profesional y someterlos a condiciones inaguantables para ejercer la digna profesión de educador. Los están sometido a la miseria, con salarios de hambre, destituidos indirectamente casi con el estridente pito de que están botados. Se han convertido por decreto en empleados universitarios sometidos a la condición de trabajadores sindicalizados oficialmente a través de un estatuto profesional impuesto unilateralmente, dependiente de decisiones procedimentales del odioso patrón quien administra el desarrollo y ascenso, dictamina en qué carreras debe participar, y entre otras muchas cosas, somete los contenidos de los planes de estudio a revisión previa por parte de las oficinas públicas. Se perdió el piso, un catedrático no tiene seguridad social, y está sometido a limitaciones de vida, por debajo del proletariado constituido por empleados públicos y de servicio de cualquier categoría.
Ese nuevo perfil de un nuevo hombre, o nuevo trabajador de la docencia, lo convierte en una especie en extinción, como consecuencia la mayoría se marchó para mantener la vida de catedrático, por cierto, son acogidos con beneplácito y satisfacción de quienes potencian los cuadros profesionales de otros países, gratis, porque no requirieron formarlos y disponen entonces de un personal altamente calificado, más barato que los suyos, y que por sus competencia, han acrecentado la calidad de sus instituciones. Incluso, muchos se incorporan como directivos, investigadores famosos, decanos e incluso presidentes de universidades de gran prestigio global. Mientras tanto, los que permanecen en el país, arruinados, buscan cómo sobrevivir y están maniatados a los caprichos del régimen.
Los catedráticos acostumbrados a formar a estudiantes hasta llevarlos a los límites de conocimiento, independientemente del individualismo, e incluso orgullosos por los títulos acumulados, actúan como algunos generales que son ahora multitudinarios, condecorados sin batallas, Se está en penitencia por la caída de los niveles académicos dependientes del gran sistema universitario socialista.
Los catedráticos son sustituidos por cualquier militante del partido de gobierno, sin formación profesional, ética, valores o condición docente, cuyo perfil nada aporta académicamente, sino que es un vulgar instrumento ideológico tomando posición en el significativo número de universidades oficialistas, muchísimas de ellas, improvisadas, institutos universitarios convertidos en universidades experimentales. En otras palabras, el sistema universitario sustitutivo de la llamada educación superior ha sido ocupada por los comunistas ante la vista gorda de la comunidad universitaria, la mirada inocua de las autoridades actuales de las universidades cuya permanencia por más de una docena de años los convierte en convidados de piedra con su carga formativa de los setenta, sin actualización conocida y por lo general, dejando que los cuadros socialistas avancen sistemáticamente y, que la plataforma legal y reglamentaria les vaya apretando a los docentes las manos, arrodillándolos y haciéndolos colaboradores de las políticas del régimen centradas en el adoctrinamiento, compatible con el esquema ya indetenible de universidades socialistas.
Ante tal entorno, el profesor universitario ordinario queda reducido a su propia individualidad, sin asidero institucional, adopta la fórmula de inhibición o iniciativa de asumir los riesgos de defender la universidad, o en el peor de los casos, adopta las reglas, hace concesiones, se hace silencioso, benevolente en el desarrollo de las cátedras. Asume el limitado método pedagógico de dictar clases por video conferencias muy alejado de la metodología de educación a distancia y adopta una posición flexible, hace concesiones para con los exámenes o evaluaciones y, soporta rodearse de adjuntos por llamarlos de alguna manera, de aquellos de formación socialista o acólitos del régimen que hacen del quehacer universitario una entelequia. En la coyuntura actual, independiente del perfil profesional, dicta clases gratis, proporciona apoyo tecnológico domiciliario para mantener cierto decoro profesional aguantando la presión oficial.
Algunos miembros de la comunidad universitaria se incorporan a las brigadas de barrenderos y jardineros de la universidad destruida en compañía de los jerarcas del régimen que demagógicamente se involucran en la limpieza y supuesta reconstrucción de la infraestructura hasta que se toman la foto correspondiente y corren a sus despachos para continuar dictando más reglamentos de sometimiento del sistema ahora llamado universitario.
La universidad venezolana está sujeta a una nueva estructura, con personal ideologizado, fanáticos generan una brutal pérdida de calidad profesional, y contribuyen a egresar a miles de limitados profesionales que por lo general salen sin las competencias adecuadas, pero que su diploma les otorga la credencial y el carnet partidista para enchufarse en el aparato oficial, listo para pescar oportunidades fuera de una condición ética, vinculada a la ausencia de escrúpulo y al borde de la corrupción generalizada. Poco a poco, inundan la planta profesoral a expensas de una especia en extensión que se repliega a sus hogares y al intercambio regular de un cafecito en cualquier mesa improvisada para intercambiar las cuitas de lo que fue o pudo haber sido.
Pero un catedrático no se rinde ante tanta adversidad, un número significativo de ellos muestra signos de reacción ante el estado de cosas. La individualidad busca agruparse para retomar el intercambio, dialogo y respuestas orientadas a oponerse a la perdida universitaria, Mas allá de las necesarias reflexiones, narradas sistemáticamente, exige una defensa efectiva sustentada en una nueva estrategia orientada a la acción operativa basada en los resultados concretos y de consenso que ya se aprecia de manera generalizada,
Comienza a cuestionar la ausencia de la defensa de la universidad por parte de sus autoridades los cuales no se han opuesto a las extremistas políticas del régimen, más bien, se han asociado a tal comportamiento en un acercamiento colaboracionista, no han impedido la destrucción de la infraestructura con una evidente incapacidad de apoyarse en su propia comunidad usando argumentos demagógicos que incluso rebasan su competencia, y que no han enfrentado de manera adecuada los cambios planteados por el régimen los cuales pretenden cambiar la Ley de Universidades por otra caracterizada por ser anti autonomista, y limitativa de la misión de la universidad. Han permitido que reglamentos y decisiones administrativas arrodillen la universidad sin siguiera hacer el tradicional comunicado También han declinado enfrentar a otros instrumentos pretendidamente legales como la contratación colectiva manejada e impuesta unilateralmente por el régimen. Igualmente, el sistema de evaluación de las universidades, discriminación de carreras según prioridades del gobierno, etc.- Las autoridades universitarias pudieron expresar su oposición, pero no lo hicieron, por tanto, deben salir de sus cargos y acelerar el proceso de elecciones internas a como dé lugar.
Comienza a gestarse la idea de defender la universidad con estrategias adecuadas que permitan fijar las bases para redefinir una universidad que se deformó, perdió misión y objetivos que requiere de una terapia diferente en la búsqueda de su recuperación y cambio radical como universidad la cual debe ser adaptada a una nueva realidad social nacional e internacional. Para lograrlo, debe levantar un frente universitario que se hace crucial, ya no solo basado en la denuncia y la tradicional defensa discursiva, sino inducir el debate público a todo nivel, interno, externo e internacional. En esa dirección es imprescindible la incorporación de la estructura estudiantil que es el factor de poder más importante de la universidad para revitalizarla.
No es tiempo de júbilo para destacar glorias pasadas de la universidad, sino tomar las banderas de la lucha civil, oponerse a la destrucción universitaria que por largo tiempo ha sido norte para la libertad y sustento democrático del país, se hace un grave daño bendiciendo la baratija de la gloria pasada fundamentada en una falsa defensa de la autonomía perdida y de discursos de libertad, cultura y paz, más bien, sus elementos fundamentales dan origen a la defensa de la universidad como cuestión fundamental de estos tiempos de crisis y dictadura.
Es momento de articular ideas e iniciativas de comunicación masiva, estimulantes de la reflexión individual y detener el peligro de ser totalmente sometidos, es una labor comunicacional previa e intensa que se traduzca en que el liderazgo surja como ave fénix para conducir al rescate universitario. Es una tarea imprescindible ante la barbarie.
Fuente: El Nacional