martes, noviembre 19, 2024
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OPINIÓN- Genaro Mosquera: Consumado el fraude electoral, ¿ahora qué?

El régimen venezolano ha consumado su elección particular parlamentaria, tal como se ha advertido, de manera fraudulenta y con el objetivo de imponer una Asamblea Nacional a su medida, y de paso cumplir con el doble propósito de intentar manipular la opinión internacional, tratar de disimular su condición antidemocrática, nombrar a militantes y colaboradores que le permitan aprobar cualquier hecho irregular de sus actuaciones, cubrir los desaguisados cometidos, validar contratos y convenios, y comenzar a construir un nuevo andamio legal, reglamentario, que facilite el remate público de los intereses nacionales y cubrir las escandalosas transacciones delincuenciales.
La operación electoral ilegítima se monta con enorme y significativa abstención, pero sus chucutos resultados determinan nombramientos de parlamentarios sin ningún tipo de representatividad, pero como se ha afirmado demasiadas veces, el régimen ni siguiera guarda las apariencias formales y proclama sin rubor que de los 48 cargos de las listas nacionales, 36 son de su partido, los cuales representan 75% de los votos. Generosa y convenientemente el resto fue asignado a los “partidos tradicionales de oposición”, cuya representatividad y símbolos fueron transferidos en operación ilegal a unos cuantos colaboracionistas que se apropiaron de los partidos a los cuales alguna vez pertenecieron y les pusieron en bandeja un partido nacional. Este premio de consolación permitió la repartición de las designaciones “equitativamente”, tres para el partido Acción Democrática, dos para El Cambio, otros dos para Primero Venezuela y uno para Avanzada Progresista, Copei y el Partido Comunista, respectivamente. No se menciona siquiera que algunos de los dirigentes de la “nueva oposición colaboracionista” que se prestaron para tamaña farsa fueron dejados de lado, despreciados olímpicamente y sometidos a un ridículo embarazoso.
También debemos recordar un componente importante: los medios electrónicos usados en el proceso, es decir, equipos que fueron suministrados por los chinos para sustituir las máquinas que en marzo de este año incendiaron. Estos fueron debidamente preparados como una caja negra para disponer de un sistema informático que, como de costumbre, modele los resultados en tiempo real y ajuste en “operación remate” los resultados necesarios para asegurarse la estrategia de apoderamiento del último reducto que les hacía falta para el control total y defenestrar a una estorbosa dirigencia que ya no necesita.
Pomposamente anuncian que las representaciones estadales son de su propiedad y que sobre la base de 6.251.008 votos válidos la alianza oficialista del Gran Polo Patriótico (GPP) ha logrado 68,4% de los votos, en unos comicios en los que la participación “opositora” convenientemente se ha ubicado en 30,5%, haciendo abstracción obviamente, que la población votante que vive en Venezuela no se apareció en los centros electorales y que ahí solo concurrieron obligados, comprados, fanáticos y enchufados en una miserable proporción que ratifica la invalidez del proceso fraudulento, pero que ya fue calificado por la perniciosa propaganda  de “inmensa” vocación democrática de un país que quiere paz, diálogo, recuperación, armonía y respeto a nuestra autodeterminación”.
Los despliegues de opiniones públicas sobre el resultado están manejando la información de manera relativa, es decir, mediante una manipulación aritmética no válida pues se establecen dichos porcentajes sobre la base de un registro electoral calculado en 20,7 millones de votantes.
Es necesario recalcar reiteradamente que en el país no hay precisión en la composición del registro electoral, esa cifra es realmente virtual, no es realista y no puede ser tomada como base para expresar porcentajes de participación. Solo citaremos algunos elementos del mismo. Millones de potenciales votantes migraron fuera del país sin posibilidad y deseo alguno de participar en este truculento proceso, cientos de miles de registros están repetidos, miles de fallecidos permanecen en los registros, segmentos enteros etarios de la población no se han inscrito,  millonarias cantidades de votantes virtuales se han detectado en los análisis efectuados, todo ello y otras cuestiones adicionales han desvirtuado totalmente el registro electoral, por esa razón, hablar de porcentajes resultantes es  tergiversar la realidad, y las interpretaciones solo deberían referirse a números absolutos calculados sobre la votación real cuyos valores jamás tendrán la certeza y claridad necesaria, es decir, podrán decir que votaron 6 millones de personas, pero pueden ser 1 o 2, o cualquier cifra que interese. Pregonar mentiras públicas es simplemente delincuencial, incluso violatoria de decisiones judiciales que sentenciaron a muerte al sistema y convirtieron al régimen en usurpador,
La realidad concreta como resultado de un proceso írrito y fraudulento es que la estructura de la Asamblea va a ser reemplazada, independientemente de que sea producto de un fraude, reconocida o no internacionalmente, que el gobierno interino sea una utopía y que sus dirigentes anduvieran pregonando su validez inútil dentro y fuera del país, sin efecto alguno para desplazar a una dictadura feroz.
Como consecuencia de todo lo anterior, antes de caer en las profundidades de la desesperanza de la gente, de continuar con un régimen depredador, hambreador, violador de los derechos y corrupto, aliado de los más perversos intereses es de países antidemocráticos o los esquemas del llamado progresismo o del estado profundo, todavía quedan reservas morales en el país capaces de enfrentar tan perversos designios. Agrupaciones defensoras de los derechos ciudadanos como lo son los representantes del Frente Institucional Militar; civilistas, cuyo origen fue el frente democrático; universitarios como los agrupados en la Tertulia; líderes individuales en la denuncia de los fraudes electorales; o el movimiento constituyente ANCO, cuyas iniciativas y persistencia crearon el mecanismo de la consulta, cedida a la Asamblea como elemento de conexión para rescatar sus pocas iniciativas. Esas y otras muchas organizaciones no mencionadas tienen el liderazgo, conocimiento, experiencia y valores morales para que, con la debida coordinación, logren la vinculación con las academias, universidades, gremios docentes, sindicatos, colegios profesionales y la Iglesia; para lograr la direccionalidad política necesaria para enfrentar esta nueva etapa de la dictadura, y convertirse en voceros calificados que conduzcan la expresión de un pueblo sometido y humillado y logren potenciar el apoyo necesario para el deseado cambio.
Esas agrupaciones, constituidas en un frente común, con suficiente competencia política deben  sentarse a diseñar una política coherente tal como la de convertirse en verdadera expresión de la sociedad venezolana y unir esfuerzos con organizaciones similares en el exterior, estimular un verdadero plan de recuperación institucional, social político y económico mediante acciones realistas y creíbles.
Esa dirigencia debe reconducir un proceso rebelde y definitivo, destinado a lograr hechos concretos, tales como: desplazar al régimen con toda la estrategia, resistencia, poder moral y material que haga falta; sacar del país a los mafiosos, los chupasangre del Caribe, la guerrilla narcotraficante e invasora, al oso ruso, succionador de recursos y responsable del armamentismo  depredador, de los  amarillos especuladores, a los fanáticos religiosos del islam con sus ansias de dominación, y a tantos aprovechadores de las mafias  del  crimen internacional.  Finalmente, preparar los esquemas de gobierno para una transición y la revisión integral de todo el sistema electoral.
Los objetivos eran claros, los diagnósticos hechos, los deseos de supervivencia nos animan, en fin, es un deseo de Navidad, que Dios oiga el deseo de echar a los mercaderes de su templo, que nos ilumine para el sustento de la vida sana y en libertad. Que nos ayude a expulsar y castigar a tanto delincuente asesino cuya inmoralidad y riqueza nos la restriegan en la cara sistemáticamente.

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