jueves, diciembre 26, 2024
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OPINIÓN- Genaro Mosquera: La intervención de las universidades

Se ha consumado el apoderamiento de toda la estructura institucional de Venezuela, el impacto de la estrategia de poder del régimen es formidable en la dinámica socio económica del país, sin contar su efecto desde el punto de vista político y la imposición del control total del Estado sobre toda la nación en una dictadura evidente. El impacto directo sobre la educación venezolana, especialmente en el sector universitario, ha sido paulatino y sin pausa, depredando significativamente la estructura de formación e investigación de las universidades y su sustitución permanente por un esquema ideologizado y de control de sus productos destinados al control social definitivo para favorecer un modelo arcaico de poder representado por el socialismo en su marcha hacia el comunismo.
El régimen ha presionado inmisericordemente a la población, ayudado por la pandemia y con una economía dolarizada, en un entorno, donde la oposición perdió su liderazgo, por errores o falta de definición oportuna, dividida dentro y fuera del país, obviamente, sin ser egoísta, reconociendo que ante tan compleja realidad logró el apoyo internacional acompañado de acciones importantes para contribuir al cambio político; pero que, lamentablemente han resultado insuficientes. Ante tales circunstancias, se deja ver con absoluta claridad la necesidad de un liderazgo válido, que permita retomar las acciones para oponerse a la política desarrollada por el régimen cuya inspiración obedece más bien a los intereses antidemocráticos, expansionistas y depredadores de países aliados al régimen.
Tenemos conciencia de que la universidad puede actuar dentro de los alcances de sus objetivos rectores para inducir un cambio y preparar las bases de la reformulación, apoyándose en su poder de convencimiento, su cultura, experticia profesional y facultad para vincularse a, la comunidad, al segmento estudiantil en pleno, a las academias, sindicatos de trabajadores, gremios civiles y militares, y a la Iglesia, de esta forma, ayudar a construir un frente común de rechazo y resistencia pacífica al régimen quien sin miramientos, ha dejado muy claro sus intenciones ya de larga data de intervenir a la universidad sino también, a la educación en su conjunto.
El régimen ha demostrado a cabalidad que su objetivo fundamental es completar el sistema de control totalitario basado en el apoderamiento ideológico, concatenarlo con sus estrategias de fortalecimiento de su modelo autoritario de gobierno. En ese sentido, volvemos a recordar que no podemos dejar que ello ocurra, porque si así ocurre, la universidad dejará de existir en su misión fundamental y será objeto al sometimiento a planes compatibles con las necesidades dictatoriales.
La comunidad universitaria tiene la responsabilidad evidente con la fuerza intelectual que todavía posee, de manifestarse y resistir, a pesar de la destrucción y avasallamiento generado como consecuencia de la ausencia de recursos, destrucción de sus espacios y la humillación salarial. Aún posee un contingente de docentes e investigadores, una juventud inteligente con ansias de libertad, acompañada de una comunidad de trabajadores y obreros igualmente golpeados, también cuenta con su irradiación en la conformación de gremios profesionales, academias, asociaciones estudiantiles, y, presencia, incluso, en el propio gobierno como una fuerza oculta poderosa
 
El alineamiento de la comunidad universitaria apoyada en lo más representativo de sus líderes universitarios, que todavía los hay en acción vinculante con las más relevantes personalidades representantes de la sociedad venezolana la hace susceptible de disponer de la fortaleza necesaria para oponerse a las pretensiones educativas del régimen y, enfrentarlo en procura de la libertad. Es necesario entender el peligro que la acción del régimen tiene en materia educativa el cual se cierne como una gran tormenta sobre sus instituciones. Los planes del régimen se vienen concretando silenciosamente en la oscuridad como hacen los delincuentes, en efecto, el plan de la patria se apoya en un esquema educativo ajustado a políticas socialistas, por tanto, es previsible entender la dirección a la cual se dirigen y, en consecuencia, debemos fortalecer la capacidad de respuesta para evitar la instrumentación de sus satánicos planes.
El proyecto de cambio educativo por parte del régimen está estructurado sobre la base de un modelo normativo en pleno desarrollo, sustentado sobre la base de un modelo social  asociado obligatoriamente a las acciones del Estado, incluso alcanzando a una fracción de la educación privada para asociarla a sus intereses, ello permitiría el desarrollo del socialismo intermedio para controlar dicho sector hasta su apoderamiento final con medidas elementales, como por ejemplo el control de su economía interna a base de decretos y normativas. Ya desde hace dos décadas, el dominio político autoritario basado en la manipulación social ahogó a la población y las sometió. Ahora necesita profundizar esa acción final de dar muerte súbita de las universidades y construir “una sociedad productiva socialista, que se concretará con la destrucción universitaria”.
Desaparecida la educación universitaria como la conocemos, fuente integradora de igualdad de oportunidades se cambiará por otra, de segregación propiciada, acompañada con la desaparición de la fuerza intelectual y de su potencial aislamiento, incluso provocando más éxodo de profesores y estudiantes. Todo ello, basado en la perdida de la gobernabilidad autónoma, el drenaje de su energía creadora, el control autoritario y la perdida de legitimidad, construyendo un mundo paralelo de universidades y aldeas universitarias o territoriales en un número significativo y proselitista que ya ha parido a más de un millón de activistas. Esta estrategia ha debilitado al sistema educativo formal ayudado con la excusa de la pandemia y limitando las acciones universitarias al no permitir regeneración de sus esquemas de funcionamiento, acoso político y financiero, provocando que la universidad entre en una situación de agotamiento y desintegración, objeto ultimo del régimen. La narrativa de esta estrategia se profundiza con los procesos de deterioro de la comunidad universitaria y su empobrecimiento, acompañada de la incapacidad de pernoctar en sus espacios, provocando el retiro involuntario los cuales se dedican a otras actividades de supervivencia observando pasivamente la desaparición de su hábitat destruido, asaltado o abandonado.
La intención del régimen no se oculta, basta ver que su acción primera es la de territorializar la educación universitaria a partir de la vinculación comunidad-Estado mediante la construcción de objetivos estratégicos para generar una cultura que responda al estado, sustentándola en un esquema de producción concebido como un bien falsificado vendido al soberano, potenciando la falacia de ser un proyecto autosustentable articulado al poder popular de la economía socialista.
 
El plan del régimen es reorganizar el sistema institucional mediante un cambio en la oferta educativa bajo control total del estado, propiciando la participación directa interventora y el poder popular para orientar a las universidades en cada territorio y lograr objetivos políticos socialistas, sincronizada con la selección de estudiantes y de profesores basados en el sistema de ingreso, es decir, entra al sistema quienes ellos decidan. Complementariamente instrumentan una nueva Ley de Universidades para garantizar el vínculo con el sistema de producción socialista y la determinación de los tipos y cantidades de profesionales para cada objetivo, es decir, acabar con los planes académicos actuales,  e instaurar los ideologizados en perfecta correlación con sus intereses, priorizando el equipamiento operativo de nuevos programas académicos y la formación de docentes socialistas para el abordaje de nuevas carreras en sustitución de los planes actuales de las universidades.
El maquiavélico plan continúa con los programas de orientación vocacional, léase ideológica, con una plataforma que va desde la educación básica hasta la universitaria, viabilizando al poder popular comunal en la dirección y gerencia de las instituciones, en otras palabras, sustituir la dirección de las instituciones por comisarios políticos. Se maximiza la estrategia cuando, planean que los centros educativos universitarios respondan a los intereses estadales y municipales coordinados e intervenidos por las gobernaciones y alcaldías para consolidar el proceso, fortalecer la Misión Sucre y administrar el ingreso de estudiantes, controlarlos, y evitar su salida a centros universitarios de otras regiones.
Se ha analizado el esquema estratégico de lo que quieren hacer con nuestras universidades; el peligro es total y no lo estamos viendo, es más, el régimen se ha tomado la atribución de romper los esquemas autonómicos, planeando carreras acomodadas al supuesto plan económico, de salud y educativo que merece análisis aparte ya que, si logran imponerlo, la sociedad venezolana será otra, y obviamente el país será otro e invivible dentro de los esquemas democráticos. Esta alerta profundiza la necesidad de examinar el peligro en ciernes si no queremos ser destruidos. Es necesario revisar las iniciativas del régimen sobre este particular dirigido por el despacho usurpador de la educación, y redefinir el rol de la universidad mediante un plan de contingencia, revisar nuestra estrategia de salvamento, convertirnos en multiplicadores de los  principios democráticos e inducir en la sociedad la fuerza necesaria para construir un nuevo liderazgo que permita sincronizarnos con las aspiraciones populares para evitar la destrucción educativa e  inducir los cambios del modelo político.
Debemos asumir el reto como universitarios llevando acción y palabra a la comunidad, ser inteligentes en coordinar con personalidades del mundo civil y militar que todavía tienen representatividad social para enfrentar la locura de un sistema que nos mantiene oprimidos, que viene logrando sin pausa el apoderamiento de las organizaciones, y de cuanta institución democrática exista en el país, sin dejar de lado, la pérdida de libertad de las personas. La dicotomía es clara, la resistencia, o la sumisión, y tengamos presente como dice el dicho: guerra avisada no mata soldado.

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