Dentro de todo lo que está sucediendo en Cuba, hay un elemento a destacar: la prensa internacional habla de violaciones a los derechos humanos por parte de la policía y el ejercito cubano, algo que no había sucedido antes.
Luego toca resaltar el silencio absoluto de las organizaciones de Derechos Humanos ante el uso de garrotes, manoplas y armas de fuego por parte de la policía cubana en su afán de contener las protestas. Paradójicamente, esas mismas instituciones no dudaron un segundo en catalogar como «masacre» lo que sucedió en Senkata y Sacaba durante las protestas bolivianas del 2019.
También están los soñadores y románticos que todavía afirman que la penosa situación cubana es culpa del criminal bloqueo estadounidense y que -a pesar de toda la pobreza que existe en la isla- Cuba es un país ejemplo de solidaridad, especialmente, en educación y salud.
Aunque, en realidad, el gobierno cubano no es un ejemplo de solidaridad, ni la pobreza de la isla es culpa del «bloqueo». De hecho, Cuba es un éxito exportando adoctrinamiento e ingeniería represiva. Veamos.
El 26 de julio de 1989, el tirano Fidel Castro mencionaba lo siguiente: «Porque si mañana o cualquier día nos despertamos con la noticia que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o incluso nos despertáramos con la noticia que la URSS se desintegró -cosa que esperamos no ocurra jamás-. Aún en esas circunstancias, Cuba y la revolución cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo».
Mal olfato no tenía el veterano guerrillero. Pues cuatro meses después caía el muro de Berlín, y esa proclama suya no fue otra cosa que una advertencia para las naciones sudamericanas. Ya que en 1990 Castro con ayuda de Lula Da Silva inauguraban el Foro de Sao Paulo. Esta nueva estructura supletoria del imperialismo soviético se encargaría, en términos marxistas, de construir las condiciones subjetivas para la revolución socialista en Latinoamérica.
En este caso, las ONG, los «movimientos sociales» (una mezcla de foquismo y terrorismo urbano) y una enorme cantidad de periodistas serían los encargados de diseñar el discurso y aplanar el camino para la llegada al poder de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Michel Bachelet y Néstor Kirchner.
Pese a que se consideró que esos gobiernos eran la reivindicación de las grandes mayorías latinoamericanas excluidas, sólo era el crecimiento de las garras castristas a toda la región. Por ejemplo, el economista Carmelo Mesa-Lago considera que el subsidio venezolano a Cuba es superior a cualquier subsidio que la isla haya recibido de la URSS (en el año 2008, Chávez desembolsó $ 5,6 millardos).
Por su parte, el gobierno de Evo Morales, entre el 2006 y el 2018 pagó anualmente $43 millones por servicios médicos cubanos. Chocante resulta que esa misma época la consultora Bloomberg haya catalogado al sistema de salud boliviano como el peor de la región – 93 entre 145 países del mundo-.
Pero ¿Qué recibían los gobiernos latinoamericanos a cambio de esas enormes cantidades de dinero?
Dos cosas. Uno, servicios de inteligencia e ingeniería represiva. Dos, apoyo propagandístico para consolidar la imagen de «libertadores».
Por citar un caso, en su libro El ciudadano X, el escritor uruguayo Emilio Martínez muestra que una de las primeras medidas de Evo Morales como presidente fue la firma de un acuerdo de cooperación militar con Hugo Chávez (que para entonces ya era un títere del castrismo). Asimismo, el General Freddy Bersatti, en su libro Los cuatro del poder oscuro, asegura que militares cubanos tomaban decisiones dentro el Estado Mayor del ejercito boliviano.
En enero 2016, el entonces ministro de Defensa de Evo Morales, Reymi Ferreira, anunció la inauguración de la escuela militar antiimperialista General Juan José Torres Gonzales, y señaló que contaría en su plantel docente con instructores de Cuba y de Venezuela, entre otros. Además, indicó que la formación en ese centro de estudios castrense sería un requisito para ascender en las FFAA.
Es más que evidente que el clan castrista, a nombre de apoyo a la «educación» y la «salud», instauró en Bolivia un anexo de La Habana.
Por otro lado, el «bloqueo» por parte de los Estados Unidos no pasa de ser un mito. Ya que Cuba tiene acuerdos comerciales con más de 90 países; además, exporta 1180 millones dólares en ron, tabaco, azúcar, a España (19 %) y China (15 %). En cuestión de importaciones, el año 2015, el régimen cubano compró de Colombia $39 Millones, de los cuales el 91% fueron plásticos y máquinas. Productos que luego son vendidos por las empresas estatales a la población cubana a precios de locura. Obviamente, los dólares vienen de los familiares radicados en el extranjero.
Como vemos, los ciudadanos cubanos son rehenes del gobierno castrista, la pobreza es consecuencia directa del socialismo, y los Castro tienen secuestrada a toda la región. La libertad de Cuba es la libertad de Latinoamérica.
Fuente: PanamPost