El 06 de diciembre del año 1998, no sólo triunfó el coronel Hugo Chávez, sino todo el Foro de Sao Paulo. Ya que esa primera victoria electoral les permitiría tener la fuerza y los recursos para expandirse a toda la región. Aunque todos quedaron fascinados con el carisma de Chávez, detrás de esa contundente victoria se encontraba Néstor Ceresole, uno de los mayores ideólogos del Socialismo del siglo XXI.
La relación de Ceresole con la izquierda Latinoamérica es de vieja data. Por citar algunos casos, fue asesor de Velasco Alvarado en Perú, también actuó como interlocutor de Perón en Madrid, además, tuvo mucha cercanía con Salvador Allende y Fidel Castro. Por lógica, el veterano politólogo no dejaría pasar la oportunidad de pegarse al nuevo caballo triunfador.
En su libro Caudillo, ejercito, pueblo —que muchos consideran el basamento de la Revolución bolivariana— Ceresole expone cuatro elementos sobre los cuales Hugo Chávez debería sostener su gobierno. Primero, Una asamblea constituyente que le permita concentrar todo el poder. Segundo, el diseño de un «nuevo» modelo económico soberano, aunque en la práctica era el retorno a los viejos consejos de la CEPAL. Tercero, el sostenimiento del poder a cualquier precio (guerras civiles incluidas). Y cuarto, construir un sistema de inteligencia entre todos los movimientos que estén en contra de la globalización (el bloque Irán, Cuba y Venezuela es su creación).
Veintidós años después —con Chávez y Ceresole ya fallecidos— el plan económico chavista hundió a Venezuela en la peor crisis de su historia, la nueva Constitución destruyó cualquier resquicio de institucionalidad, verbigracia, el respeto a la propiedad privada, y Nicolás Maduro junto con el Cartel de los soles retienen el poder a cualquier costo, la matanza de su propia población, entre otros.
Para tristeza nuestra, la construcción de alianzas internacionales es el único elemento que podríamos considerar «exitoso». Puesto que el socialismo del siglo XXI tiene sus garras metidas en casi todos los países de la región, y ese es el elemento más peligroso. Veamos.
Desde el comienzo de su gestión, Chávez se dedicó a construir una diplomacia paralela a la tradicional. En el fondo, no era más que el financiamiento masivo a movimientos sociales simpatizantes con el marxismo, cuyas metas finales era tumbar gobiernos y encumbrar en el poder a políticos alineados con la causa chavista, Evo Morales, por ejemplo.
Adicionalmente, los precios históricamente altos del petróleo le permitieron a Chávez reforzar su imagen de caudillo regional. En ese sentido, en la VI Cumbre del ALBA, realizada en Caracas el 25 de enero del 2008, se creó el Consejo de los Movimientos Sociales del ALBA – TCP. Con ello se le estaba dando piso institucional a esos grupos, que luego se encargarían de incendiar Chile, Bolivia y Colombia.
Pero la cosa no terminó ahí. Pues en todos los países donde los foristas triunfaron, las instituciones encargadas de la seguridad (Policía y Fuerzas Armadas) fueron sometidas, alguna vez bajo amenaza y otras por dinero, al caudillo de turno. Como el caso del general boliviano Antonio Cueto, que en un acto militar el año 2010, se declaró «socialista» y «antiimperialista», claro que no dijo nada sobre la injerencia cubana y venezolana sobre el Ejército boliviano.
Desde que, allá por el inicio del siglo XXI, Bolivia sirviera de laboratorio de prueba de eso que Sergio Marín (diputado colombiano por COMUNES) llama: revolución molecular disipada (una mezcla de revuelta popular y foquismo guerrillero), hasta los estallidos sociales de Chile 2019 y Colombia 2021, podemos observar que los miembros del Foro de Sao Paulo, hoy rebautizados bajo el nombre de Grupo de Puebla, están siguiendo al pie de la letra el plan de Ceresole.
Si a lo anterior le sumamos el interés de China de consolidar posiciones que le permitan avanzar en su plan expansionista, por ejemplo: Bolivia tiene una deuda de 952,3 millones de dólares con el gigante asiático y el Salvador acaba de recibir 500 millones de Pekín, podemos afirmar que los próximos años serán muy complicados para la región. Debido a que no sólo tendremos que enfrentar nuestros clásicos problemas, sino una serie de juegos de poder geopolíticos (China, Irán y las agendas de DAVOS y la ONU). Partidas que parecerían que van a terminar en un enfrentamiento armado entre quienes quieren sometimiento y quienes aman la libertad.
Fuente: PanamPost