sábado, noviembre 16, 2024
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OPINIÓN- Juan Carlos Sosa Azpúrua: Por qué sí me gusta Donald Trump

Hace unos días, el periodista Carlos Alberto Montaner escribió un artículo titulado “Por qué no me gusta Donald Trump” y una apreciada lectora me pidió mi opinión al respecto. A continuación, enumeraré las premisas esgrimidas por Montaner para rechazar al actual presidente de los Estados Unidos y procederé a contestarlas una a una, a los fines de que mis lectores se puedan hacer una idea más fundamentada y decidir por su propia cuenta qué pensar al respecto.

He de aclarar que respeto a Montaner como pensador y como persona. Le conocí hace años en una reunión muy grata que tuvimos en su hogar en Miami. Mi impresión de él fue la mejor, al igual que sus libros, que he leído todos con enorme interés, ya que son una valiosa escuela de pensamiento libertario.

No obstante, creo que el periodista es injusto con Trump. Señala hechos que son debatibles y en ocasiones da golpes bajos, que son mezquinos y propios de chismosos, no de intelectuales serios.

Tiene imprecisiones insólitas, y cae en lugares comunes, haciéndose eco de las mentiras que repiten los medios. Citar el libro de la sobrina de Trump, que es basura, es el epítome de su sesgo. Le cae mal Trump y punto. Pero los hechos que recalca no son tales.
A continuación, iré contestando, de manera sucinta, cada uno de los puntos que plantea Montaner en su artículo:

Montaner: No me gusta Trump, en primer término, porque no me gusta su carácter de persona arrogante y avasalladora (bully) que miente o exagera. Los “trumpólogos” le han contado más de veinte mil mentiras, deformaciones de la realidad o “post-verdades”:

El carácter “arrogante y avasallador” de Trump es una percepción subjetiva, que en nada le resta mérito a su capacidad como presidente. Las formas que una persona utiliza para mostrarse ante el mundo responden a elementos internos de la psique, por lo general mecanismos de defensa respecto al entorno, que no son de la incumbencia de terceros.

En el caso de Trump, quien ha tenido que hacerse espacio en un contexto laboral de gran complejidad, sus formas responden a herramientas imprescindibles para tener éxito en esos ámbitos: las Vegas, el campo de la construcción en Nueva York, el mundo del espectáculo televisivo, y finalmente ese mar picado de tiburones que es Washington.
Para sobrevivir en esos mundos, la persona debe armarse de una piel gruesa y una autoconfianza a prueba de todo, ya que de lo contrario se es devorado sin contemplaciones. La “arrogancia” de Trump es para muchos, incluyéndome, parte de su encanto personal, ya que es evidente que se trata de un montaje defensivo, que en nada perjudica a terceros y puede llegar a ser hasta gracioso y carismático. Además, uno no juzga la competencia de una persona por elementos tan superfluos y que obviamente son discutibles, dependientes de meras percepciones subjetivas.

Trump es pro vida y defiende los valores de la familia que hicieron surgir y volver grande a la Civilización Occidental. Su selección de jueces a la Corte Suprema de Justicia es impecable y demuestra un criterio excepcional, al igual que la selección, como su vicepresidente, de ese gran hombre que es Mike Pence, un caballero en todo el sentido noble de la palabra.

Trump tiene una personalidad frontal y dice las cosas como las piensa, sin máscara ni rodeos, directo al grano. Pese a tener a todos los medios de comunicación en contra y casi todos los artistas “cool” insultándole a diario y hasta deseándole la muerte públicamente, logra defenderse a sí mismo, con la sola fuerza de su carácter y verbo. Podrán criticarlo, pero considero que ese carácter es infinitamente mejor que las máscaras fariseas que suelen ponerse los políticos, en especial esos que tanto gustan a los “progre”. Al menos Trump muestra lo que es sin esconderlo, no como tantos hipócritas que se dan golpes de pecho y tienen sus armarios repletos de esqueletos.

Me gustaría saber quiénes son eso “trumpólogos” que le cuentan las mentiras. ¿Quiénes? ¿CNN y su panel de resentidos comunistoides? ¿Rosy O’Donnell y sus complejos de mujer poco agraciada? ¿Alec Baldwin y Sean Penn con sus amores a los dictadorzuelos bananeros? ¿Soros y su “Open Society”, controlando a los medios de comunicación más influyentes del planeta? ¿Quiénes contabilizan esas mentiras? Este argumento se desploma por sí mismo.
» alt=»» />» alt=»» />Montaner: No me gusta Trump, porque en un debate civilizado no se grita o se interrumpe al adversario constantemente, sino se aportan ideas. El primer debate con Biden fue un vergonzoso circo. Esos no son ademanes o mensajes propios de un presidente de Estados Unidos, que es, inevitablemente, un modelo de comportamiento, sobre todo para los jóvenes.

El primer debate con Biden fue mediocre, sin duda, pero no es fácil tener como contendor a un sujeto que frontalmente le falta el respeto a la Institución de la presidencia y claramente no tiene la capacidad intelectual para debatir temas complejos, ya que su demencia senil es imposible de disimular.

En el debate, Biden se comportó como un genuino patán, mandando a callar al presidente de los Estados Unidos, y refiriéndose a él como “payaso”. Aunque a muchos no les guste, Donald Trump es el presidente de todos los estadounidenses, de manera legítima e indiscutible. Llamarle “payaso” frente a millones de personas es un insulto al pueblo de EEUU, una afrenta grave, intolerable, que merece desaprobación unánime. Es cierto que Trump interrumpía, pero lo mismo hacía su contendor, una y otra vez.


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Trump al menos logró exponer algunos de sus logros más importantes en materia económica, social, sanitaria, internacional y de defensa nacional. Pero faltó substancia y las formas de expresión pudieron ser mucho mejores, de mayor altura.

No obstante, es indudable que el comportamiento de Biden fue mucho más reprobable, aunado a que el árbitro, el señor Chris Wallace (quien está inscrito formalmente en el Partido Demócrata) desviaba los asuntos importantes, para llevarlos a un terreno frívolo y siempre beneficioso de los intereses del candidato Biden.


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La parcialidad de Wallace fue grotesca. Fue notable cuando en lugar de pedir explicaciones al candidato demócrata sobre el por qué la señora Kámala Harris y George Soros (principal financista de “Black Lives Matter” y del partido demócrata) son factores que estimulan la anarquía callejera y los terribles “riots” que se han visto en los últimos meses, orientó el asunto hacia el “racismo “de Trump, pidiéndole que se pronunciara sobre el tema de los supremacistas blancos. Trump ha dicho reiteradamente que condena a dichos bellacos y que su prioridad es la “Ley y el Orden”, y sin embargo Wallace desviaba el tema para siempre favorecer la idea de Trump como “racista”.


También fue evidente la parcialidad del árbitro cuando se tocó el asunto del hijo de Biden. Ese caso es grave y amerita una discusión substancial. Biden se limitaba a decir que era mentira y Wallace buscaba la forma de sacarlo de aprietos. Ese tema es clave. La transferencia de casi cuatro millones de dólares a la cuenta de Hunter Biden, por parte de una mafiosa rusa, quedó registrado en una investigación formal que se le hizo a la susodicha, por estar incursa en delitos de gran magnitud. Y lo mismo el tema de las sumas estratosféricas que recibía Hunter por parte de empresas de energía operativas en países donde Estados Unidos tiene una posición geopolítica comprometida y cuando su padre ejercía como vicepresidente de Obama. ¿Por qué el hijo de Biden formaba parte de estas empresas sin tener el más mínimo conocimiento de la materia energética? Son temas cruciales, que Wallace prefirió omitir, para en cambio concentrarse en la forma de descalificar los logros de Trump.


 Repito, el debate dejó mucho que desear, tanto en forma como en fondo. Pero centrarse en el comportamiento de Trump, sin entender el contexto de irritabilidad en el que se encontraba también es erróneo. El presidente tenía motivos para sentirse entrampado y eso lógicamente es un elemento que desajusta el ánimo. No justifico sus constantes interrupciones. Eso es algo que debe corregir. Pero ¿y Biden? ¿Acaso su comportamiento no fue deplorable? No se puede hacer un análisis serio de este tema dejando por fuera al otro candidato que aspira al cargo más poderoso del planeta.


Montaner: No me gusta Trump, porque no se trata a los aliados de la OTAN a patadas, comenzando por Ángela Merkel, la líder de Alemania y acaso de Europa, siguiendo por Dusko Markovic, Primer Ministro de Montenegro, a quien empujara alevosa y ostensiblemente y luego fue incapaz de disculparse; o a Mette Frederiksen, la Primer Ministra de Dinamarca, a quien le canceló un viaje programado a Copenhague porque la señora se negó a considerar la venta de Groenlandia.

Estas afirmaciones están fundamentadas en fuentes sin ninguna credibilidad y son falsas. Lo que ha hecho Trump en la OTAN es ponerle orden. Dicha organización representa una inversión cuantiosísima de recursos económicos y militares por parte de Estados Unidos, y lo cierto es que estaba mal gerenciada, cometiendo errores continuos respecto a temas de seguridad geopolítica y administración de recursos.


» alt=»» />» alt=»» />Trump ha exigido que se corrijan los errores y ha sido enfático en el rol protagónico que merece tener el país que mayores inversiones hace para la existencia de dicha organización. Los impases con Alemania le dan la razón a Trump. No tiene caso que Estados Unidos despliegue 34.500 operarios militares en suelo germano y Alemania no pague sus deudas con la OTAN. Lo que exige Trump es que Merkel honre sus compromisos y pague los montos morosos.
Pero lo cierto es que Estados Unidos, bajo el comando de Trump, ha fortalecido a la OTAN. Según lo dicho por el secretario general de dicha organización, EEUU ha desplegado nuevos contingentes bélicos en Europa: un batallón en Polonia, presencia en los países Bálticos, incremento de tropas en Rumanía, incluyendo una base para la defensa antimisiles y una nueva base en España.  Así mismo, Trump repotenció la presencia de EEUU en el mar Negro y en el Mediterráneo. Todas estas medidas, lejos de debilitar a la OTAN, la han fortalecido considerablemente. La posición de Trump es lógica y necesaria.

Respecto a los otros puntos, los mismos están basados en chismes de pasillo y noticias de medios parcializados, que buscan destruirle la imagen a Trump. ¿Estuvo Montaner al momento en que Trump trató a “patadas” a la canciller alemana? ¿Y qué tal la camaradería que se les ha visto en varias reuniones, donde Trump ha bromeado abiertamente con la dignataria y afirmado que él tiene sangre alemana corriendo por sus venas? ¿Estuvo Montaner presente cuando Trump “empujó con alevosía” al dignatario de Montenegro? ¿Supo si hubo alguna disculpa? ¿Qué sabe Montaner realmente de ese caso? ¿Sabrá si después del suceso (que obviamente si pasó no fue con alevosía) Trump y dicho personaje brindaron y rieron juntos sobre la anécdota? Y respecto a Mette Frederiksen, ¿por qué Montaner no menciona las conversaciones posteriores al percance que cita, donde Trump dijo de la primer ministro danesa:  “Es una mujer formidable. Hemos tenido una superconversación (…)”

Las pretensiones de Trump en Groenlandia están plenamente justificadas. Se trata de un interés geopolítico fundamental, máxime cuando tanto Rusia como China han incrementado su presencia en el Círculo Polar Ártico. Además, China tiene prácticamente el monopolio (95%) del comercio mundial de “Tierras raras” (químicos de gran interés en la industria manufacturera). Pero lejos de pelearse con Groenlandia, Trump ha suministrado millones de dólares en ayuda económica al gobierno de la isla y logró un acuerdo para establecer un consulado estadounidense en dicho territorio, algo que no se veía desde 1953.


Montaner: No me gusta Trump, porque está deshaciendo las buenas relaciones de Estados Unidos con sus mejores aliados, como Francia y Australia, probablemente por sus rudas costumbres newyorquinas de developer sin “clase”. Con Emmanuel Macron, el presidente de Francia, tuvo un innecesario encontronazo cuando el francés se cuestionó el curso actual de la OTAN bajo el liderazgo errático del estadounidense. Con Malcolm Turmbull, Primer Ministro de Australia, fue peor: le colgó el teléfono cuando éste le reclamó que cumpliera el compromiso establecido por el anterior presidente, Barack Obama, de aceptar un grupo de refugiados sirios. Era un compromiso de USA, no de la persona que ocupaba provisionalmente la Casa Blanca. Australia envió tropas a las dos guerras mundiales, a Corea a Vietnam y hasta a Afganistán e Irak.

“Developer sin clase” es un término que fácilmente entra en la categoría de “Bullying” que tanto dice Montaner rechazar.  Es el tipo de aseveración que uno debe reservarse para uno mismo o no sentir del todo, ya que suena muy esnob e insultante.

Y en los demás argumentos, Montaner vuelve a caer en el terreno de las revistas del corazón. ¿Qué sabe Montaner lo que realmente sucedió en la conversación con Turmbull? ¿Acaso él estuvo allí y vio lo ocurrido? En todo caso, el percance sucedido respecto al tema de los refugiados australianos fue solventado exitosamente y los dos presidentes sostuvieron posteriormente reuniones que sellaron los lazos de amistad, como la reunión trilateral que ambos tuvieron con el primer ministro japonés, Shinzo Abe.

Y respecto a los refugiados sirios. Razones de peso tuvo Trump para rescindir el acuerdo firmado por Obama. Siria está plagada de terroristas, enemigos declarados de EEUU y no luce sensato recibir refugiados de dicho país en un momento tan delicado, y donde se está combatiendo frontalmente al terrorismo, algo que Obama no solamente no hizo, sino que más bien promovió. Las políticas de esa administración fueron nefastas en materia internacional. Gracias a Obama se abrió la caja de Pandora en el Medio Oriente, liberando todos sus demonios y formando o fortaleciendo células terroristas, como ISIS, que llegó a tener su propio territorio y fuentes autónomas de financiamiento y Hamás que logró una fuerza sin precedentes.

La primera obligación de Trump es la seguridad nacional de los Estados Unidos, por encima de cualquier otra consideración. Y como presidente en ejercicio tiene plenas facultades para echar para atrás decisiones de presidentes anteriores que él considere perjudiciales para los intereses de los Estados Unidos, y lo de Siria entra en esa calificación.

Trump ha frenado el terrorismo, acabó con ISIS y debilitó a Hamás y, repito, en el Medio Oriente ha tenido logros que ningún presidente previo se ha siquiera acercado.  Logró acercar amistosamente a Libia, Irak y Siria, además de los Emiratos Árabes Unidos e Israel. Haciéndolo, ha permitido que bajen las presiones en la región y se logre crear un cerco contra Irán, potencia nuclear de alto riesgo que ha estado respaldada por Putin, el gran perdedor en este Ajedrez, tan magistralmente jugado por Donald Trump y su yerno, el genial y muy competente Jared Kushner. Y como guinda de la torta, en Israel logró trasladar la embajada de los Estados Unidos a Jerusalén, medida que todos los presidentes anteriores prometieron y ninguno cumplió.

Montaner: No me gusta Trump, porque todo lo despótico que es con sus aliados, resulta lo contrario cuando se trata de la Rusia de Vladimir Putin o la Corea del Norte de Kim Jong-un. Creo firmemente, como sospecha el FBI, que los rusos pueden chantajearlo, no sólo con la mediación autorizada por Trump en las elecciones del 2016 y el 2020 (acaso negociada por Paul Manafort), sino por la procaz “lluvia dorada” que presuntamente les pidió a dos prostitutas sobre el lecho en que había dormido Barack Obama en una visita oficial a Moscú.

Estas premisas son suficientes para que todo el artículo de Montaner se desmorone y caiga en un pote de desechos. ¡Qué golpe tan bajo!, propio de un chismoso de peluquería y no de un intelectual de alto calibre.

¿ Lluvia dorada con dos prostitutas sobre el lecho en que había dormido Barack Obama? ¿En serio Montaner? O sea, a Trump lo tienen amenazado con sacar a la luz algo que, por lo visto, según tú, ya está en la luz y tú, por milagros del más allá, logras saber y afirmar con ese nivel de desparpajo.  Es una vergüenza de argumento, propio de comadres ociosas.

Respecto a su relación con Putin y Kim Jong, allí aplica la tesis de a tu amigo cerca, pero a tu enemigo más cerca todavía. Tanto Rusia como Corea del Norte son potencias nucleares enemigas de Occidente y lo más inteligente que puede hacer un presidente de EEUU es cuidar con pinza esas relaciones, algo que Trump ha hecho de manera perfecta. Su relación con ambos líderes permite comunicación fluida e intercambio de información, a partir de la posibilidad de pulsar directamente el ánimo del enemigo. En ese Ajedrez, el gran maestro ha sido Trump.


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¿Y las elecciones de 2016? Allí lo único que se ha comprobado es que Obama espiaba el Trump Tower y que Hillary Clinton quemó miles de correos electrónicos incriminatorios de su corrupción como Secretaria de Estado, incluyendo la utilización de la Fundación Clinton para ganar millones de dólares promoviendo charlas de su esposo con los enemigos declarados de los Estados Unidos.


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Montaner: No me gusta Trump, porque no respeta la Ciencia y a los científicos, como se ha demostrado en el irresponsable manejo de la crisis del Covid 19, no utilizando la mascarilla, burlándose de Biden por usarla, y recomendando públicamente remedios absurdos. Espero no los tome en cuenta, porque le deseo lo mejor, ahora que a él y a su mujer les han diagnosticado que padecen el coronavirus. Asimismo, esa actitud anticientífica se manifiesta en el tratamiento dado al cambio climático y en creer que el resultado de todas las acciones se mide en dólares y céntimos.

Esto, sencillamente, no es cierto. Trump ha hecho significativos aportes a la ciencia y se ha dedicado a promover personalmente la exploración espacial y los avances científicos necesarios para llevar al ser humano a estadios cada vez superiores en relación a sus posibilidades de trascendencia terrenal.

Cada avance científico en materia espacial, impacta directamente prácticamente cualquier nicho científico y tecnológico que se considere.


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Respecto al COVID 19, Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, es el país que más equipos ha desarrollado para abordar el problema y que más presión ha ejercido para solucionarlo, dando aportes financieros y tecnológicos esenciales para el desarrollo de una vacuna en tiempo perentorio. Aunque las cifras de fallecidos en Estados Unidos son elevadas respecto a otros países, lo cierto, en palabras del pulmonólogo Andrés Fernado Sosa, es que es muy simplista juzgar a Trump solo por esa estadística, ya que ésta no refleja densidad poblacional, responsabilidad del gobierno federal vs. estatal, obesidad en Estados Unidos, entre otros. Esta estadítica vista en frío solo sirve para manipular la historia y hacer quedar mal al presidente Trump.

Y si a juzgamos por la recuperación meteórica de Trump, por lo visto los tratamientos de los que se mofa Montaner no son tan “absurdos” como él sostiene.

Y con el Acuerdo de París, Trump no podía estar más en lo correcto. El tratado para combatir el cambio climático es una estafa, que perjudica substancialmente a los Estados Unidos. Primero porque es casi que el único país realmente afectado por ser la primera potencia económica del planeta y tener la obligación de hacer reducciones de emisiones que otros países, como China, han aprovechado para su exclusivo beneficio bajo la excusa de ser “países en vías de desarrollo”.

Reducciones que poco o nada impactan al clima, ya que son innumerables los países que violan el tratado y hacen lo que mejor les parece para sus propios intereses.
Y segundo, porque el mismo concepto de cambio climático está sujeto a múltiples posturas y aproximaciones. Son muchos los científicos de renombre, incluyendo ganadores del premio Nóbel, que ponen en duda asuntos que el acuerdo de París asume como verdades indiscutibles. Lo cierto es que es un tema muy debatible y Trump tiene todo el derecho de cuestionarlo y proteger los intereses de su país frente a las violaciones reiteradas de otros, que se venden como santos y son unos genuinos vivarachos.
» alt=»» />» alt=»» />Montaner: No me gusta Trump, porque yo soy un inmigrante hispano a USA y él nos rechaza. No es verdad que una buena parte de los mexicanos que cruzan la frontera son traficantes de drogas o violadores. Suelen ser campesinos mexicanos y centroamericanos que no pueden ganarse la vida en sus países, o que son amenazados de muerte por las bandas de delincuentes, atraídos por las estructuras laborales que observan del lado estadounidense. Realizan las labores que casi nadie quiere ejecutar en Estados Unidos, y contribuyen con su trabajo a mantener al país a la cabeza del planeta.

Este argumento, que Montaner expresa como si se tratase de una tragedia griega, es tan sesgado y carente de fundamento que termina siendo risible. Trump no califica a los mexicanos de esa manera peyorativa. Se refirió a un problema real, que causa estragos sociales y económicos en cualquier país que no tome medidas agresivas para evitarlo.

A juzgar por la tragedia latinoamericana (Y aquí sí superamos a Esquilo, a Sófocles y a Eurípides) en especial lo que sucedió en Venezuela en los años setenta -por no ser previsivos al respecto-, es carente de toda lógica y sensatez el pretender que no se apliquen políticas migratorias cuidadosas y exigentes en un país que se respete.
México está plagada de carteles de la droga y su índice de criminalidad es elevadísimo. Es necio tomarse el comentario de Trump como una generalización. Él se refirió específicamente a los criminales, que son muchos y que sí pretenden refugiarse en EEUU si no se les pone un control y se evita que suceda.
» alt=»» />» alt=»» />El tema migratorio es un asunto trascendental que toca la fibra más delicada de la seguridad nacional de cualquier país. Se tiene que ser responsable y filtrar con sumo cuidado el tipo de extranjeros a los que se les permite asentarse en un país. No hacerlo conlleva a tragedias que luego son prácticamente irresolubles.
Eso pasó en Latinoamérica con consecuencias catastróficas. Y eso está ocurriendo en Europa en el presente. Existe una crisis profunda que está generando problemas de gran envergadura. Trump lo único que ha pedido es que se cumplan las leyes y que quien pretenda vivir en EEUU se adapte a la cultura estadounidense y no al revés, como pretenden los musulmanes en Europa. Las políticas migratorias de Trump son nada comparable con las bestialidades de Obama y su trato a los niños y desamparados, a los que llegó a tener literalmente recluidos en jaulas, como bestias salvajes.
» alt=»» />Pero si alguien jamás podrá ser señalado de xenófobo es Trump, un hombre que ha tenido dos esposas emigrantes, con las cuales procreó hijos. El argumento del hispano discriminado es el típico argumento de victimización que usa la Izquierda para manipular a las mentes débiles, con populismo y mentiras, que no soportan una mirada inteligente.
Pregúntenle a Marco Rubio si alguna vez se ha sentido discriminado por ser hispano en los Estados Unidos. Este país se caracteriza por los incontables casos de hispanos que han llegado sin nada en el bolsillo y logran materializar sus sueños de manera exitosa y memorable. Lo que sí nunca se tendrá son historias de éxito con los individuos que se victimizan, y responsabilizan a otros, y no a sí mismos, por la suerte de sus destinos.

Trump logró el regreso de las inversiones a USA y disparó la bolsa de valores a niveles inéditos en su historia. Además, llegó a disminuir el desempleo a cifras históricas (3.5%) y las comunidades negras e hispanas nunca habían sido mejor atendidas, y por eso sus cifras de desempleo también han alcanzado tasas históricas.

Ha puesto a raya al ” big pharma”, logrando reducir precios de medicinas que antes eran incomprables para la mayoría. Para esto, Trump ha tenido que enfrentar a los lobbys más poderosos del mundo, con tentáculos en todas las esferas del poder estadounidense. No es tarea fácil, y solo un hombre sin rabo de paja ni compromisos de campaña puede llevar a cabo.

Insistentemente Trump ha condenado a los supremacistas blancos- no como Biden que es gran amigo de uno de los grandes líderes del Ku Klux Klan- y puesto orden en los incendios callejeros promovidos por Kámala Harris y su ejército descerebrado de la progresía mundial, tan generosamente financiada por George Soros, el especialista en comprar empresas públicas quebradas para vendérselas a la mafia rusa.

Montaner: No me gusta Trump, porque el Presidente ni siquiera siente empatía por los “dreamers” y no quiere otorgarles la residencia. Se trata de unos ochocientos mil estadounidenses sociológicos que fueron traídos a USA por sus padres y que están en el limbo migratorio. Estos jóvenes carecen de otra identidad que la norteamericana. En muchos casos ni siquiera hablan español. (Si en los años sesenta Trump hubiera estado en la Casa Blanca los refugiados cubanos no hubiesen sido acogidos en Estados Unidos).  Es verdad que hay leyes migratorias, y que todo país debe cuidar su frontera, pero esos muchachos fueron traídos sin su consentimiento. Existe una cosa llamada “amnistía” que, previamente, ha sido utilizada por otros presidentes, como Ronald Reagan, y les ha resuelto la vida a esos inmigrantes indocumentados. Especialmente cuando se sabe que el 63% de los estadounidenses (mucho mejores que su presidente) están de acuerdo en abrirles los brazos a los “dreamers”.

Esto es una mentira del tamaño de “Notre Dame”. De hecho, tal y como le afirmó al periodista José Díaz-Balart, Trump decidió darles entrada a estos “Dreamers” a partir de una orden directa, ejecutiva, gracias a que así se lo permitió una sentencia de la Corte Suprema de Justicia. Lo que Trump hace hincapié, y con toda razón, es que debe otorgarse el beneficio en base a los méritos individuales de cada persona considerada. De lo contrario, ¿cuál es el propósito de esa política?

Montaner: No me gusta Trump, porque no les extiende un permiso de residencia a los venezolanos o a los nicaragüenses, a sabiendas de que las dictaduras de Maduro y Ortega son inclementes con los venezolanos y los nicas.

¿Pero que le está ocurriendo a Montaner? ¿Por qué mentirá de manera tan abierta y descarada? Si esto fuera cierto, los miles de venezolanos que han salido huyendo del desastre creado por el chavismo no estarían viviendo tan campantes en EEUU, al punto de darse el lujo de salir en entrevistas de televisión estadounidense despotricando contra Trump, pero a la vez informando que ya están en capacidad de votar en dicho país, con poco tiempo de haber emigrado de Venezuela. ¿Se habrá visto mayor caradurismo en esta vida?

Montaner: No me gusta Trump, porque no anuló los decretos presidenciales de Obama con relación a la reunión familiar de los cubanos; o al programa especial que admitía en territorio norteamericano a los “esclavos de bata blanca”, personal médico “alquilado” a gobiernos insensibles al dolor ajeno; o al principio de “pies secos-pies mojados” que les daba acceso a las autoridades norteamericanas a los perseguidos cubanos que se presentaban dentro de las fronteras del país.

Estos decretos de Obama estuvieron fundamentados en una política de acercamiento al régimen de Castro, que echó para atrás décadas de lucha contra dicho régimen, y complicó aún más las posibilidades de resolver la tragedia venezolana. Además, dicha política entra dentro del universo migratorio que debe ser cuidadosamente analizado. No se puede ser flexible en un tema tan complejo y que tiene efectos tan agudos en la vida de un país. Trump hizo bien anulando esos decretos y buscando otros mecanismos para abordar esos casos, dentro de una política que garantice el control migratorio efectivo y evite los fraudes, tan típicos de este tipo de realidad.

Montaner: No me gusta Trump, porque un presidente norteamericano debe ser absolutamente pulcro en sus obligaciones con el fisco y la investigación del NYT demostró que Trump no lo era. Probó, además, lo que decían sotto voce los empresarios de NY: había fracasado como negociante. Fracasó como dueño de casinos. Fracasó como empresario de universidades. Fracasó como propietario de hoteles. Tuvo éxito, en cambio, como vendedor de sí mismo en un programa de la cadena de tv NBC que se trasmitió durante años y que le produjo más de 400 millones de dólares.

Esto es falso. La misma investigación del NYT, para el que la lee completa y no el resumen de los manipuladores de oficio, es que Trump canceló un millón de dólares en 2016, y más de cuatro millones en 2017. Sus impuestos personales son su problema e hizo lo que hace TODO empresario: contratar a los mejores abogados tributarios para pagar la menor tasa posible de impuesto.

No obstante, es de los pocos presidentes que dona la totalidad de su sueldo ($400 mil anuales). Y lo que no paga en impuestos por las lógicas deducciones que hace, lo compensa no solo donando la totalidad de su salario presidencial, como ya dijimos, sino generando miles y miles de empleos a través de sus empresas. Son innumerables familias cuyo sustento de vida –y en consecuencia también pago de impuestos– se debe al empleo que les proporcionan las empresas de Trump. Me gustaría saber si Montaner cada vez que recibe un cheque sale corriendo al IRS a pagar la mayor cantidad de impuestos posibles, sin deducir siquiera los gastos médicos en los que incurrió.

Sus negocios personales fueron algunos fracasos, pero de cada golpe se levantó y volvió a construir, dando un ejemplo de resiliencia francamente admirable. Vendió su nombre como marca (algo perfectamente legítimo) y algunos de sus compradores no administraron bien los activos a su cargo (hoteles, universidad, etc.), pero no hubo fraude allí, no por parte de él.

Lo que sí es elocuente es que levantó una familia de triunfadores. Sus hijos son talentosos y exitosos, gente de familia y trabajo, y todos adoran a su padre. Sus ex esposas lo respetan y a las dos las dejó en excelentes condiciones económicas, para no tener que preocuparse por dinero el resto de sus vidas. Si quieres conocer el carácter de un hombre, nada es más efectivo que mirar el tipo de familia que ha levantado.

» alt=»» />Montaner: Por último, no me gusta Trump, porque el nacionalismo me parece el origen de las guerras y las limitaciones al comercio internacional. Porque creo que la primera función de un Jefe de Estado es unir a la sociedad y me parece que estamos ante un racista y supremacista blanco de la peor calaña, como opina Mary L. Trump, la sobrina del presidente, notable sicóloga clínica en su libro Siempre demasiado y nunca suficiente: Cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo.

Otra gran falacia. Lo que hace Trump es defender el orgullo estadounidense y el “made in the USA”, lo cual es su principal obligación como presidente. Eso es exactamente lo que debe hacer todo Jefe de Estado: poner los intereses de su nación por encima de cualquier otro interés foráneo, para eso los eligen y a eso se deben los mandatarios de un país.

Lo cierto es que EEUU firmó acuerdos en el pasado que frontalmente perjudicaron sus intereses económicos y geopolíticos, debilitándola en el concierto de naciones. Y el mundo necesita una potencia capaz de equilibrar la balanza y hacerles frente a los enemigos que acechan a la civilización. Es infinitamente mejor que sea un país como EEUU el que ejerza ese poder y no un país que sea fundamentalista islámico o comunista.

» alt=»» />Trump hace bien incrementando el poder de los Estados Unidos, deslastrándose de todo aquello que le debilite. Obama en ese sentido fue nefasto.  No obstante, Trump ha logrado Importantísimos logros en el Medio Oriente, Siria, y Asia Central, devolviéndole al mundo un equilibrio necesario y un control de demonios que antes de su presidencia estaban desatados.  El tratado del clima es una vergüenza jurídica y conceptual e hizo bien en salirse. La OTAN por años estuvo muy mal gerenciada y Trump ha puesto orden.

Que Montaner cite el libro de Mary Trump como fuente de sus análisis es escandaloso. ¡Qué falta de seriedad! Dicha mujer, escupiéndole a una de las principales reglas de la vida –el que le pega a su familia se arruina– decidió hacer fortuna despotricando contra su tío de manera oportunista y vil, escribiendo un panfleto de chismes infundados, que solo puede competir con productos chatarra, tipo el reality show de las Kardashian, que los progresistas celebran como el símbolo de la cultura de los nuevos tiempos que nos quieren imponer.
» alt=»» />» alt=»» />Finalmente, y lo más importante para nosotros. Trump con Venezuela ha sido extraordinario. Logró que los países más importantes del planeta desconocieran al narco régimen como gobierno y le condenaran formalmente. Y, por si fuera poco, logró que el Departamento de Justicia pusiera precio a las cabezas de sus capos, empezando por el jefe del cartel de los soles, Nicolás Maduro Moros, a quien Trump personalmente señala como el principal narcotraficante de la región.

Si Trump no ha ido más lejos en el caso venezolano es porque no existe aquí la clase política que se requiere para ejecutar las acciones correspondientes. No obstante, ya dijo que en su presidencia acabaría definitivamente con el socialismo en el continente, liberando a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Y si algo ha demostrado Trump en sus cuatro años de gobierno es que lo que dice lo hace.

Lo que nos jugamos en estas elecciones estadounidenses es el futuro de la Civilización Occidental. No se trata de un concurso de simpatía, de me gusta porque es chévere y no me gusta porque habla feo.

La alternativa, Joe Biden, supone el triunfo de la destrucción, con la agenda de los deconstruccionistas (“los progre”) imponiéndose y llevando al mundo a una genuina era de las tinieblas.
Sí, me gusta Donald Trump. Este acorazado humano representa nuestra última esperanza.
Fuente: Ideas Jcsa

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