Nada indica que vaya a ocurrir, pero si los militares recibieran órdenes de disparar contra compatriotas desarmados para restaurar el orden en Cuba, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), la institución con mayor influencia política y poder económico, perderían su cohesión porque habría efectivos de las tropas regulares que se negarían al empleo de fuego real. No están entrenados para someter a la población civil y reconocerían a parientes, amigos y vecinos con iguales privaciones y expectativas de cambio. Son decenas de miles de mandos, cientos de miles de soldados y reservistas, y una masa incalculable de gentes vinculadas a un conglomerado clave en cualquier transición al estar imbricado en la dirección del Partido Comunista de Cuba, el Parlamento, el Consejo de Ministros y otras terminales revolucionarias.