La cuestión solivianta a indagar qué es “el globalismo”, a fin de precisar si es una quimera. Es “la configuración actual del marxismo» (Ernesto Araujo, BBC). Las críticas, contrario a la concurrencia de las culturas, desacertado con la historia y fuente de conflictos entre estados. Consecuencialmente, poco ayuda al proceso democrático.
Es indudable que los planteamientos más serios son los de Cesar Vidal, como lo reafirma la periodista Ana Mengotti, pues reitera que “la agenda global” obliga a un análisis objetivo con respecto a la democracia a fin de definir qué es hoy. Su persistencia, en rigor, no está garantizada. Los países subsistirían tutelados por una especie de “supranacionalidad”. Sí, como en “el animalismo” de Rebelión en la Granja de Orwell. Dura crítica a la Iglesia Católica al sumarla al “ahusamiento”, ya que el Vaticano al percatarse que el convoy no llegará a su destino, se baja tomando otro. Inquieta la apreciación en lo relativo al destino de los países suramericanos “condenados a ser “especie de protectorados”, lo cual pudiera ocurrir en una década. Con un baño de preocupación nos deja “Ana Mengotti”, directora del Bureau de EFE News. Esto es, con nuestros propios tormentos.
No pareciera estar claro si “el globalismo” atañe únicamente a los países en la mira de “The Rockefeller Foundation, papa Francisco, Georges Soros, Bill Gates y Jeff Bezos”, ductores de “un nuevo orden”. Cabría preguntarse sí en “la colectivización” estarán, asimismo, las naciones que no han sabido ganarse el ticket para esa categoría de “privilegiados”, entre otros, los de Centro y Suramérica. Permanecerán entonces rezagados en esa “pasionaria” de tinte extraño para algunos con raíces en “el Foro de Sao Pablo”, últimamente regadas en “Puebla”. O sea, en su propia “agendita”.
Esta apreciación, dado que para algunos “la quemazón en Caracas en febrero del 89 (El Caracazo)”, en Chile hace días, en Colombia en desarrollo y en Perú, donde se reza para que no ocurra, tipifican capítulos integrados a una estrategia internacional bien planificada. Tiene sentido, entonces preguntarse si se trata de un “acápite” de la misma agenda global o de un “breviario criollo”. Serán polos opuestos o esta última la soldadesca de aquella. O más bien, un solo movimiento con dos vertientes, el de América Latina hijo del primero o simplemente parientes. Dios quiera que se pongan de acuerdo para componer al mundo, afectado por la “desintitucionalidad política” y con ella sociedades más caóticas.
En el contexto pareciera que lo menos esforzado para saber a qué se refiere esta “desintitucionalidad”, es deteniéndose en la “institucionalidad”, o sea, lo etimológicamente antónimo, gramaticalmente, un sustantivo. Pero casi siempre acompañado de un adjetivo para precisar su significado. Por tanto, aunque parezca de Perogrullo, no se pierde mucho reiterando que el mundo tiene parcelas donde reina la “institucionalidad política”, pero que desdichadamente hay otras afectadas por la “desintitucionalidad”.
En lo tocante a las causas de una y otra los más doctos manejan una terminología en el recinto de las academias, la cual no es uniforme, como tampoco ocurre en los menos preparados, pues suelen juzgar por las consecuencias. El gobierno tal hizo, pero el cual “nada”, uno fue corrupto y otro menos, es que tuvimos la suerte de que el presidente, por ser líder, manejó bien la economía, equivocándose en la textura de los destinatarios. Y así sucesivamente. La institucionalidad en el desarrollo es más seria y, por tanto, con más idoneidad para atender el globalismo.
En el lenguaje político, entonces, los desacuerdos ilustran acerca de la “noconcurrence”, entre aquel que ofrece y quién demanda, cuya justificación termina sin comprenderse. Se ha escrito que “la institucionalidad democrática hace referencia a las leyes, el poder público y funcionarios, cuya aplicación y ejecución coadyuvan en el reconocimiento de los derechos y garantías de las personas ante el Estado (un sistema de leyes ordenado) y entre ellas mismas” (René Portillo, 2015). Pero, no se acota lo que sucedería si tales preceptos son únicamente nominales.
Los temas macros de “la agenda No. 1”, aparentemente, “calentamiento global, ideología de género, reducción de la población y la inmigración. En verdad, suenan demasiado lejanos en las prioridades del “breviario No. 2, las cuales parecieran pasar por “las pezuñas” de países enredados en religiones, mixturas de apreciaciones relativas hasta en la conformación cromosómica del humano y concernientes, inclusive, en los modales, el aseo y la vestimenta humanos. Evidencias, sin embargo, parecieran revelar que la apreciación ha de ser más seria. Se lee, en efecto, “China, Rusia e Irán promueven una Gran Colombia bajo su control” …El experto en seguridad global, Joseph Humire, advierte que la estrategia es usar a Venezuela como plataforma para crear un solo territorio en la región, por lo que necesitan a Petro en Colombia para tales fines (Oriana Rivas, PanAm Post, junio 2021). “La agendita”, pues, como que se las trae, pero en beneficio de los invasores, como ha ocurrido siempre en Centro y Suramérica. Propósito, aprovecharnos.
Entonces todo es posible en ese rico territorio (523 Km2 en América Central y 17.825.894 km2 de Sudamérica), pues las pretensiones invasoras de España cesaron, antes un gran país, hoy maltrecho y enfrentado a la complicidad de agendas, camino a la destrucción de la Madre Patria.
En tertulia, un venezolano, un chileno, un boliviano, un nicaragüense, un ecuatoriano, un peruano y un argentino. El primero comenta “en la creación del mundo, Dios llena de riquezas naturales a nuestros países y San Pedro le dice “maestro se le está pasando la mano”, ante los cual el Señor contesta “no te preocupes, ya verás el plazo que les pondré a la gente para que las exploten y se conviertan en potencias”. “Pero, además, que si no lo hacen otros vendrán por ellas”. El bonarense grita “Che, lo mismo cuenta con respecto a Argentina”.
En una “tavola” cercana de tres sillas, un iraní dice en un aceptable inglés “that’s what we’re here for”, por supuesto con la complacencia del chino y del ruso.