No me extrañaron las reacciones inmediatas de los enemigos de la Consulta Popular al éxito de haber alcanzado 6,4M de participaciones. Al no poder negar que efectivamente pese a todos los esfuerzos de quienes dentro y fuera del Gobierno Encargado trataron de hacer fracasar esta iniciativa, ahora pretenden negar que ese fue un evento político de magnitudes incontestables, y comienzan la campaña del “bueno, y ¿ahora que van a hacer?” o “¿ustedes creyeron que el régimen se caería solo con esa consultica?”. Lo lamentable de eso es que juega en contra de la fe de aquellos que si participaron y creyeron que ese paso era absolutamente necesario –como efectivamente lo es- en la lucha que emprenderemos de ahora en adelante.
Y el truco miserable es utilizar en contra nuestra uno de los rasgos culturales más profundos del venezolano: la inmediatez. A los venezolanos nos gusta que las cosas pasen inmediatamente. “Lo mío que me lo den ya”. No tenemos una cultura de trabajo sistemático y perseverante para abordar y resolver los problemas. Y esto está respaldado por estudios académicos y gerenciales que se han realizado:
“Desde el punto de vista de la mayor parte de los entrevistados, todo lo que el venezolano tienen en entusiasmo le falta en perseverancia. Su sensibilidad, apertura y entusiasmo por nuevas ideas y retos, suele ser la chispa que genera un nuevo plan, idea o proyecto. Sin embargo, para que ese plan lleve a los resultados deseados es necesario tener dos cosas: disciplina para la acción (perseverancia) y un entorno que permita ir recogiendo la cosecha poco a poco, para que los pequeños logros estimule la cadena que lleva hasta el objetivo final…el venezolano es fácil de motivar y entusiasmar por algo nuevo…luego le falta vapor para continuar.” (Granell y otros, p102, 1997) (1)
En lo que estamos metidos como pueblo requiere de un proyecto de magnitudes políticas nunca antes vistas en nuestro país, y nuestra dirigencia opositora ha tratado con aspirinas lo que en medicina se conoce como un tumor cancerígeno con metástasis. Y es claro que esto tiene que ver mucho con la calidad del liderazgo político que conduce el barco opositor.
Los venezolanos somos los inventores de los operativos. Y como dice el estudio en referencia: “Somos buenos enfrentando situaciones de emergencia y en acciones de tipo comando para manejar situaciones críticas” (Granell y otros, p103, 1997) (1). Pero fallamos estrepitosamente cuando se trata de llevar un plan de largo plazo: “En términos generales, podemos considerar que la cultura venezolana es esencialmente cortoplacista, con un predominio del pensamiento sincrónico, una concepción muy flexible del tiempo y orientada a la obtención de resultados inmediatos más que al inferimiento de recompensas futuras” (Granell y otros, p107, 1997) (1).
Veamos lo que significa el pensamiento secuencial versus el pensamiento sincrónico: “En las culturas donde priva el pensamiento secuencial, como por ejemplo las anglosajonas, se le da importancia al orden en el cual las cosas deben realizarse para ser eficiente. Se siguen las normas aun cuando ello no sea lo más conveniente en el momento y se entiende que la línea recta es el camino más corto entre dos puntos. Así, se le da mucha importancia a la planificación, al cumplimento de los compromisos y se respetan las prioridades. Por el contrario en las culturas sincrónicas se pueden hacer varias cosas simultáneamente, se es flexible para pensar que no necesariamente el camino más recto entre dos puntos es el que lleva a la eficiencia y, con frecuencia, las prioridades se van estableciendo con la aparición azarosa de los eventos” (Granell y otros, p101, 1997) (1).
En nuestro país al pensamiento sincrónico se le conoce como la doctrina Eudomar Santos: “Como vaya viniendo vamos viendo”. Eso es lo que ha aplicado la oposición oficial al mega problema del régimen narcoterrorista de Maduro, siendo esta la fórmula más segura del fracaso al abordar un problema de alta complejidad como el que estamos enfrentando con unos delincuentes que tienen el apoyo planetario de las fuerzas del mal, enemigos de la civilización occidental.
Los venezolanos tenemos que comenzar a pensar de una manera secuencial aunque nos cueste. Primero es una cosa, tenemos éxito, y vamos a la otra. Perseveramos hasta tener éxito y continuamos, con un plan en la mano, que no puede ser conocido por el enemigo hasta que sea absolutamente necesario. Eso hicimos nosotros en ANCO con esta Consulta Popular. Llevábamos años en esa línea de secuencia en contra de todo el mundo hasta que se logró. Vamos al siguiente paso, que es la cristalización del mandato del pueblo en esa Consulta. Eso no ocurrirá de la noche a la mañana. Requiere esfuerzos y tiene objetivos intermedios que no se pueden revelar, ni el tiempo en que se ejecutarán. Eso sí, requiere de una organización ciudadana muy fuerte que se inició durante la ejecución de la Consulta Popular y que debe fortalecerse en todo el país.
Tenemos el liderazgo, no de nosotros sino de ustedes mismos en cada región de Venezuela. Aquellos que se reventaron el lomo para conseguir que 6,4M de personas participaran en una consulta que los mismos políticos que la pusieron en una Ruta ahora niegan, siendo que es la viva voz y mandato del pueblo venezolano. Quienes deben liderar este esfuerzo en los puntos más recónditos de Venezuela son ustedes. Eso forma parte de un plan de mucho mayor alcance que ha sido la bandera desde la fundación de ANCO: llevar el poder político real al ciudadano. El ciudadano al conseguir la libertad de Venezuela, retiene el poder y la responsabilidad que conlleva no perderlo junto con la libertad.
No se dejen engañar por los cantos de sirena de quienes creen que esto es un problema que se resuelve con una “invasión”, intentando descalificar nuestro esfuerzo con preguntas inmediatistas acerca de cómo vamos a hacer. Como hemos visto esa creencia la refuerza nuestra cultura de la inmediatez matizada por la inexperiencia y la irresponsabilidad de quienes hasta ahora conducen la oposición del país. Vamos a organizar a Venezuela con un plan en la mano. Y será Venezuela quien decida, después de conseguir su libertad, quien tendrá el honor de dirigir su destino.