De manera determinante el consultor y analista de seguridad nacional, Douglas Farah, afirmó que para vencer el bolivarianismo es fundamental, en primer lugar, reconocerlo como una empresa criminal conjunta a la que es preciso combatir para impedir su avance en América Latina. Igualmente, alerta acerca de la necesidad de que esta lucha se emprenda de manera conjunta a objeto de poder tener éxito en el cometido de frenarlo.
El experto, quien es miembro visitante senior en el Centro de Operaciones Complejas de la Universidad de Defensa Nacional y presidente de la empresa especialista en servicios estratégicos de seguridad nacional, IBI Consultants, lanzó la advertencia al momento de afirmar que el bolivarianismo forma parte del denominado “eje del mal” al que es preciso detener cuanto antes.
Subraya que aun cuando la coyuntura actual por la pandemia del Covid-19 ha hecho que los esfuerzos del mundo democrático se vuelquen en atenderlo, no puede descuidarse ningún frente por el cual pueda colarse el crimen organizado trasnacional para instaurarse en más países de América Latina.
Farah recordó que, de hecho, el bolivarianismo ostenta el poder en varios países de la región, por lo que es menester evitar a toda costa su expansión. Para ello es preciso tomar acciones como las que ya emprendió en su momento el Grupo de Lima pero que fueron abandonadas en razón de la pandemia. Debe existir un consenso en torno a su condición de empresa criminal conjunta al que no se puede atacar como individualidades, sino mantener la conciencia de que se trata de mafias que controlan a los estados. Tal acceso al poder les brinda la oportunidad, por ejemplo, de emitir pasaportes diplomáticos a los criminales, exportar bienes sin registrar, llevar a cabo negocios irregulares, como es el caso de Nicolás Maduro en Venezuela que se vale de los recursos del país, como el oro, el cual comercia irregularmente y le permite financiarse.
La posibilidad de éxito de los países democráticos frente al bolivarianismo, reitera, se sustenta en que actúen conjunta y mancomunadamente, como una totalidad. Esta es una tarea inaplazable tanto para los países latinoamericanos como par Estados Unidos, este último muy distraído de estas lides por la proximidad de las elecciones presidenciales. De no ser así, las fuerzas del eje del mal seguirán avanzando y ganando terreno.
A pesar de esto, el presidente de IBI Consultants refiere que es posible algunas iniciativas han sido posibles y han logrado derrotar la extrema izquierda criminal en Latinoamérica, como ocurrió, por ejemplo, en Bolivia, donde Evo Morales salió del poder. Igualmente cuenta como éxito la salida de los bolivarianos de Ecuador, el gobierno de Sebastián Piñera en Chile y de Iván Duque en Colombia. Pero conforme reconoce estos avances, subraya los retrocesos, tal es el regreso de Cristina Fernández al gobierno argentino, la permanencia de Daniel Ortega en Nicaragua, la fuerza que mantiene el Frente Farabundo Martí en El Salvador. “Entonces, hay varios retrocesos y algunos pequeños avances”.
Douglas Farah lanza una nueva alerta acerca de la falta de consenso y conciencia existente en Estados Unidos y América Latina, los cuales carecen de un consenso que les permita una visión global de la problemática y, por ende, de la solución. “No existe un consenso sobre lo que representa la revolución bolivariana para el hemisferio”.
Por ello llama a un entendimiento conjunto en la región que se traduzca en acciones concretas, como la aplicación de sanciones económicas a regímenes como el de Nicolás Maduro en Venezuela, de manera de frenar su avance y acciones criminales.
Determinante, Douglas Farah sentencia que, a pesar de la atención que la pandemia del Covid 19 requiere, es indispensable mantenerse atentos para impedir que la coyuntura sirva para que la acción de los grupos criminales siga su curso en pos de tomar el poder, pues las consecuencias son fatales para los pueblos cuyos gobiernos caen en manos de estos grupos criminales.
Y es que mientras los países democráticos deben atender sus cotidianidades, solucionar sus problemas, los regímenes criminales simplemente se avocan a acabar con la institucionalidad que les estorba la consecución de sus objetivos. Es decir, mantener las instituciones del estado distrae a los países democráticos de atacar la criminalidad adecuadamente.
“En un estado criminal, todo el estado está al servicio del crimen organizado y eso les da más recursos y una impunidad increíble y margen para actuar fuera de lo que uno considere grave, normalmente la ilegalidad”.
Fuente: MaibortPetit