El régimen islámico de Irán y el venezolano han desarrollado una sociedad poco transparente en la que el objetivo principal es la evasión de las sanciones impuestas por el gobierno de los Estados Unidos y, por otra parte, hacer avanzar la presencia iraní en la región occidental y, lograr que el proceso revolucionario venezolano se expanda por Latinoamérica.
Sobre la turbidez de esta sociedad hace advertencia, Joseph M. Humire, director ejecutivo del Centro para una Sociedad Libre y Segura y experto en amenazas transnacionales en el continente americano, en un informe denominado “Irán y Venezuela: una asociación estratégica”, publicado en la Revista Diálogo, del Comando Sur de los Estados Unidos.
Allí hace un recuento de cómo se ha llevado a cabo la relación iraní-venezolana —que no es una novedad del chavismo, pues es vigente desde el pasado siglo, pero sólo circunscrita al aspecto cultural y diplomático— pero que sí encontró cabida en la revolución bolivariana para expandirse a otros terrenos, como ya hemos advertido.
Centenares de acuerdos y decenas de proyectos dieron entrada a negocios y actividades non claras que, de acuerdo al reporte, han facilitado la red mundial de adquisiciones ilícitas que Irán realiza a través de Venezuela, actividades que han permito impulsar financieramente a la república Islámica en Latinoamérica.
Refiere Humire que, de acuerdo a estimaciones conservadoras, Irán y Venezuela establecieron un fondo, un banco y una línea de crédito binacional que le facilita al régimen iraní valores declarados de empresas conjuntas, capitalizaciones, préstamos e inversiones que accedieron a más de USD 16.000 millones, a través del sistema financiero venezolano.
La red de empresas ficticias
Así surgieron, bajo la administración del Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas de Irán y la compañía militar de Venezuela CAVIM, proyectos militares conjuntos que han servido para ocultar, a través de la industria petrolera, las transacciones financieras de las entidades iraníes sancionadas.
Fue, entonces como en Venezuela comenzaron a operar una gran cantidad de empresas ficticias relacionadas con el CGRI, tal es el caso de Parchin Chemical Industries, involucrada en los programas de misiles y armas de destrucción masiva iraníes, de acuerdo a la Resolución 1747 del Consejo de Seguridad de la ONU.
Igualmente, Qods Aviation, otra compañía de fachada sancionada del CGRI, la cual, se instaló al lado de la base aérea El Libertador, en Maracay, estado Aragua, para entrenar a los militares venezolanos para fabricar vehículos aéreos no tripulados (UAV, en inglés).
El complejo industrial militar venezolano-iraní se aprecia en proyectos conjuntos de UAV, motores de reacción, fabricación de municiones y partes de helicópteros, estableciendo un esquema de evasión de sanciones que sentó precedentes para las actividades “comerciales” actuales de Irán en Venezuela.
Ya con Maduro en el poder —luego de un breve receso luego de la muerte de Chávez— este visitó dos veces Teherán en 2015, reanudando así la cooperación conjunta. En 2016, el presidente iraní, Hassan Rouhani, hizo su primer y único viaje a Venezuela, específicamente a la isla de Margarita, para participar en una cumbre anual del Movimiento de Países No Alineados. Allí se firmaron una serie de acuerdos bilaterales en materia de ciencia, nanotecnología, petróleo y agricultura.
Entretanto, en 2017, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) se valía de Venezuela como centro de transbordo de productos estratégicos como minerales, metales, materiales y tecnología, comprados en toda Latinoamérica para apoyar sus programas de armas convencionales y de destrucción masiva en Irán. Para Irán era fundamental legitimar su impacto “comercial” en Venezuela, si quería aprovechar el fin del embargo de armas de la ONU el 18 de octubre de 2020.
Pero mientras en territorio iraní se cosechaban los beneficios financieros del acuerdo nuclear del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), la economía venezolana se iba hasta el fondo, todo a pese a contar con una de las reservas de petróleo más grandes del mundo.
Venezuela enfrenta una colosal escasez de combustible, una circunstancia que abrió una nueva puerta para que Irán incrementara su presencia en la zona mediante el envío de gasolina, alimentos, técnicos y hasta la apertura del primer supermercado en Caracas, inaugurado en 2020. Estaba legitimándose la actividad comercial iraní en la Venezuela de Maduro. En apariencia, una relación inocua, pero en el fondo, el mecanismo para fortalecer su presencia militar en el futuro.
El puente aéreo y marítimo
De este modo —continúa el informe de Humire— en 2020, Irán conformó un puente aéreo y marítimo a través del Océano Atlántico, sustentado en una red del CGRI en terceros países. Tal situación generó múltiples rutas entre Irán y Venezuela, como la abierta en Argelia y Serbia, como puntos de reabastecimiento de combustible para rutas aéreas, mientras que Sudáfrica se ha convertido en un punto de circunnavegación alternativo a la ruta marítima entre ambos países.
El experto en temas de seguridad subraya que el puente marítimo permite al CGRI valerse de diversas tácticas de evasión marítima, tales como el cambio de banderas, el nombre y el color de las embarcaciones iraníes, así como de apagar sus transpondedores a la mitad del viaje, todo para hacer que los barcos iraníes arriben a Venezuela sin ser detectados. Pero pese a estos esfuerzos, en 2020, fue posible incautar el cargamento de algunos petroleros iraníes, gracias a esfuerzos de decomiso civil estadounidense. De todas maneras, esto no ha sido óbice para que Irán siga luchando por legitimar su presencia en Venezuela.
La clave
El reporte de Joseph Humire sostiene que para Irán y el régimen de Nicolás Maduro, la clave es pasar de un esquema de evasión de sanciones —implementado durante los años de Hugo Chávez— a una estrategia de resistencia a dichas sanciones.
Para ello, se basan en una narrativa de victimización conjunta dirigida a deslegitimar el uso y la efectividad de las sanciones estadounidenses e internacionales.
De tener éxito en este cometido, es probable que Irán refuerce su presencia militar en Venezuela, puesto que el régimen de Maduro busca enfrentar a sus vecinos de Guyana, Brasil y Colombia. Un objetivo en el que, al parecer, no van a cejar de ninguna manera. La estrategia expansionista de ambos regímenes continúa a todo trance.
Fuente: Maibort Petit