domingo, diciembre 22, 2024
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OPINIÓN- Raúl Tortolero: La CIA, el deep state, Biden, talibanes y elecciones en Estados Unidos

La retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán, no es, contra lo que muchos opinan ingenuamente, algo casual por parte del deep state de los Estados Unidos. Al contrario: se trata de la puesta en marcha de un perverso plan con diversos objetivos geoestratégicos, entre los cuales está activar la economía basada en la industria militar, y buscar recuperar la imagen de Biden a gran escala, y con ello conservar el poder en 2024.
Prueba de ello es que nadie ni nada obligó a Estados Unidos a salir de ese país: se fueron porque estaba de alguna manera previsto hacerlo, aunque no de la desastrosa manera en que lo operaron para efectos de una buena imagen.
¿Por qué se va Estados Unidos entonces de Afganistán en realidad? Y en su salida, de inmediato empieza a reinar el caos en muchas ciudades, la migración del miedo, y la represión a los disidentes.
No tardará en reinstalarse la lapidación a las mujeres “adúlteras”, la mutilación de manos a los ladrones, la defenestración de los homosexuales, y la decapitación de los “infieles” en general, sobre todo si son cristianos. Y la financiación a partir de la goma de opio, el mejor negocio de ese país.
La salida de los militares americanos causará, por supuesto, un desastre humanitario a manos de los Talibanes, que ya tomaron Kabul, la capital. Pero -no tan sorpresivamente-, sin que nadie les opusiera resistencia, pese a que sólo son cerca de 75000, mientras que el ejército afgano consta de 300.000 activos. ¿Casualidad? No.
Pero el caos que resultará del “gobierno” talibán y su sharia, impuesta a rajatabla, con los desplazamientos, sangre, hambre y dolor que causará en todos, además de la pérdida de derechos humanos en la población en general, y no sólo en las mujeres, será lo que finalmente permita a Estados Unidos regresar, en una nueva incursión militar en aquel país.

Es decir, esto es un plan maquiavélico del deep state. La opinión pública internacional clamará a Biden que intervenga militarmente para garantizar la vida y derechos de los afganos, encarcelados sin reja en una prisión ideológica de los talibanes.
Con ello, Biden concitará apoyos internacionales que hoy no reúne, pero sobre todo, desplazará el foco de atención de los problemas internos, a uno externo, en Medio Oriente, y esto alentará un patriotismo que hoy sólo posee MAGA, intentando arrebatárselo a Donald Trump.
Cuando un enemigo externo amaga a Estados Unidos, la gente hace a un lado, temporalmente, sus diferencias internas, familiares, por así decirlo.

El pleito entre los socialistas cercanos al Partido Demócrata, y los conservadores, por un momento pasará a segundo plano, lo cual le conviene mucho a Biden y su partido, en la antesala de las elecciones intermedias de 2022 y las presidenciales de 2024. Y los talibanes proporcionan esta opción a Biden y a su war room.
Las estrategias que emprenden las élites del globalismo junto con uno de los partidos políticos más poderosos del planeta podrían sorprender a muchos, y más aún cuando a éstas se suman agencias y estructuras del Estado con todos sus recursos, inteligencia, tecnología, personal y financiamiento.
Partimos del contexto norteamericano en el que el desempeño de Joe Biden al frente de la administración pública ha sido percibido, y con sobradas razones, como errático, con serios lapsus de desorientación, amnesia cognoscitiva, migración ilegal desbordada en la frontera sur, una economía estancada, criminalidad al alza.
Y un desastre de violentos conflictos intestinos causados por el progresismo que tanto alientan los Dems. Son los nuevos supremacismos socialistas: raza negra contra raza blanca, agenda gay contra heterosexuales, destrucción de la familia contra familia natural, impulso a la industria del aborto contra gente pro-vida, y un largo etcétera.
Los Dems y el deep state necesitan una guerra en Medio Oriente y ya la tienen en la bolsa. La industria militar impulsa la economía de esas élites de sangre globalista. Por ahora están sembrando la justificación para luego invadir, como lo han hecho siempre.
¿Cómo se creó la coartada para invadir Irak en 2003? Un diario neoyorkino progresista inventó que en ese país habría armas de destrucción masiva. No se encontró nunca nada, ni químico, ni biológico, ni nuclear.
Y usó su prestigio para dar pie a una guerra. Así juegan en equipo los globalistas, la industria militar, el deep state y la mainstream media. A lo que ahora se añade el Big Tech.
Hoy en día, la narrativa que estarán inyectado masivamente en la opinión pública, avanzará de esta manera: “Estados Unidos estaba ya en retirada de Afganistán, pero la crueldad extrema de los Talibanes obliga a nuestras tropas a permanecer e incluso a enviar refuerzos, e iniciar una nueva intervención”. Es la alfombra de un plan perfectamente bien diseñado. ¿Cuántas veces hemos visto lo mismo?
No subestimemos las operaciones del deep state, léase de la CIA. Básicamente, comparte un presupuesto de alrededor de 86 mil millones de dólares anuales. ¿Quién entrenó a Osama Bin Laden y a su gente en Afganistán como resistencia ante los rusos en los ochentas? La CIA. Luego de ahí surgió Al Qaeda.
Dudoso que años después, el saudí y sunita Bin Laden se rebelara contra los Bush, con quien su familia petrolera sostuvo negocios durante largo tiempo.
En 1997, los Talibanes renombraron Afganistán como Emirato Islámico de Afganistán. ¿Quiénes lo reconocieron como país? Pakistán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, cuyo socio comercial principal es, claro, Estados Unidos, cuyo deep state siempre ha operado con los sunitas. Irán, principal enemigo de los norteamericanos en esa región, tanto como de sus aliados de Israel, es de mayoría chiíta.
La ingeniería electoral de los Dems no escatima en su intento de no salir tan dañados en las mid term del 2022: les viene bien un poco de heroísmo en Medio Oriente y de direccionar la atención del gran público a un conflicto externo, alejándola del tema de los migrantes, de la vacunación semi fallida, y de la rebeldía de Trump y su MAGA. Los talibanes son los nuevos villanos adecuados.
Sin embargo, Estados Unidos se va de Afganistán sin realmente irse. Deja un pie adentro con 7 mil elementos militares, para facilitar su retorno, y para no perder totalmente el control y entregárselo a China.
Ya hubo una facción de los talibanes que fueron bien recibidos hace unos días por el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wand Yi. Los fundamentalistas islámicos no son un monolito y juegan según sus conveniencias con el deep state norteamericano, como con el Partido Comunista de China (PCCh).
China está usando al extremismo islámico sunita como alfil en guerra geopolítica de posiciones en Oriente Medio. Y en Afganistán con los Talibanes.
Trump ha dicho que Biden está vendido a China, y realmente habría elementos para sustentar esto (como promover el uso de autos eléctricos bloqueando a Elon Musk y beneficiando al PCCh), pero al demócrata como sea le gusta el poder, e intentará que al menos durante su primera administración, el Dragón comunista no sea visto como la nueva hegemonía en todos los campos.
Pasados los meses y documentadas las salvajadas de los Talibanes, escucharemos exigencias mundiales para que Estados Unidos bombardeé con drones los centros militares talibanes.
Esto ocurrirá cuando la mainstream media exhiba que se han agotado las vías diplomáticas, si las hubo. Biden podrá así recuperar terreno y no perderlo todo en las elecciones intermedias, preparándose acaso para un segundo periodo en 2024, o bien, abriéndole cancha a otro globalista de su partido para la sucesión.
Fuente: PanamPost

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