Haré referencia a varios discursos del presidente Donald Trump, que por Diosidencia llegan a mí. No sé si para ser mostrados a todos aquellos que leerán este escrito o para que muchos incrédulos logren entender lo que significa llevar a Dios en nuestras vidas, pero de lo que sí estoy segura es que es una misión que debo cumplir así me tachen de ‘fanática’. Ya me he amoldado a ese modo de vida de ataques, insultos, calumnias e injurias desde que inicié este camino del activismo político y de columnas de opinión.
Vamos al punto. Estos son apartes de discursos que le devolvieron la fe a esta gran nación:
“Sabemos que cuando se trata de resolver problemas y grandes desafíos, la fe es más poderosa que el Gobierno y nada es más poderoso que Dios. Desde la firma de la Declaración de Independencia hace 241 años, Estados Unidos siempre afirmó que la libertad proviene de nuestro Creador».
«Nuestros derechos nos son dados por Dios. Y ninguna fuerza terrenal puede quitarte esos derechos. Nuestra libertad religiosa está consagrada en la Primera Enmienda de la Carta de Derechos. Los fundadores estadounidenses invocaron a nuestro Creador cuatro veces en la Declaración de Independencia».
«Benjamin Franklin incitó a sus colegas en la Convención Constitucional a comenzar la jornada inclinando sus cabezas en oración. La fe ha forjado la identidad y el destino de esta gran nación que todos amamos. Nuestra nación será renovada con trabajo duro, mucha inteligencia y oración».
«No queremos ver a Dios forzado a salir de la plaza pública, ni ser expulsado de nuestras escuelas o de nuestra vida cívica. Queremos que todos los niños tengan la oportunidad de conocer las bendiciones de Dios. La oración cambia los corazones, transforma las vidas, eleva el alma, inspira la acción y nos une a todos. Damos gracias a Dios por la fe de nuestro pueblo».
«Alabamos a Dios por las bendiciones de la libertad, y ya seamos negros, mestizos o blancos. Ya me han oído decir esto antes, todos tenemos la misma sangre roja. Todos saludamos la misma gran bandera estadounidense y todos estamos hechos por el mismo Dios todopoderoso”.
Bajo estos apartes hay algo que queda muy claro: el presidente Donald Trump le devolvió a Estados Unidos y al mundo a ese Dios olvidado. Nos devolvió la fe ante un mundo donde hoy el anarquismo pretende tomarse el poder.
La plaga del mal llamado socialismo del SXXI se ha tomado escuelas y universidades donde Dios ha sido olvidado para el adoctrinamiento comunista de nuestros jóvenes donde, por ideología política, ese Dios no es permitido porque es el que da esperanza y consuelo en momentos de desolación por pérdida de la fe y nos quita la sed cuando nos sentimos como peregrinos en el desierto.
Bajo el American Dream Plan presentado por el presidente Donald Trump hace unos días en Arizona, quedó estipulado el retorno de las clases de religión y lectura de la Biblia en nuestras escuelas, para el retorno de los valores conservadores que rigen a esta sociedad y prepararnos para el regreso de la Palabra de Dios, que llegará a cada rincón de la tierra.
Este 3 de noviembre de 2020 será el día del triunfo, no solamente de Trump, sino de ese Dios que lo guiará para lograr la paz mundial.
Fuente: Diario las Américas