La convocatoria de la Asamblea Nacional a una Consulta Popular es, sin duda, un paso importante en una guerra que lleva más de dos décadas del pueblo venezolano contra el régimen chavista. Pero la misma ha abierto una serie de interrogantes respecto a su contenido, pertinencia y alcances. En mi opinión la más importante de estas interrogantes tiene que ver con el hecho de que la consulta no menciona de modo explícito el asunto medular de la conformación de un gobierno provisional, de emergencia o de transición, como se lo quiera llamar. La pregunta de fondo que nos debemos hacer todos los venezolanos comprometidos con la recuperación de la democracia y la libertad de la nación es ¿hasta qué punto es políticamente posible intentar separar cronológicamente la Consulta Popular de la formación de un gobierno provisional? A pesar de que el acuerdo de la AN sobre la Consulta Popular no menciona explícitamente al Gobierno de Transición, este ha sido solicitado ampliamente por la comunidad internacional y está explícitamente estipulado en el Estatuto para la Transición que fue aprobado por la AN el 5 de febrero de 2019 y que está aún en plena vigencia.
Una analogía biológica que siempre evoca la cercanía de nuestra propia fragilidad me lleva a pensar en la Consulta Popular y el Gobierno de Transición como si se tratara de unos gemelos siameses, unidos por la cabeza para más señas. Sin ninguna posibilidad de que alguno de ellos sobreviva la separación de células y tejidos. Sin embargo, se siguen manejando en el entorno político y de la sociedad civil como dos criaturas separadas, en un supuesto orden cronológico difícil de entender. Creo que no se requiere mucha imaginación para entender que contar con un Gobierno de Transición que se pueda presentar ante el mundo con toda su entidad de contraste al régimen, solamente traería beneficios a nuestra lucha por recuperar la democracia y la libertad. Es importante entender entonces por qué no se toma este paso crucial, de trascender la presidencia colectiva, gravitando alrededor del G4, de Guaidó hacia un verdadero Gobierno de Transición, como lo han reclamado los países que apoyan a Venezuela en su lucha contra el régimen.
Aparte de su destino común mellizal, la Consulta Popular tiene problemas específicos. Uno de los más importantes es contar con una narrativa tersa, que convoque y emocione y que despeje un conjunto de dudas e incertidumbres tanto de los venezolanos en Venezuela, lo que podríamos llamar en “casa”, como de los migrantes y refugiados que componen la diáspora. Entre los obstáculos más importantes para la Consulta en casa, dejando de lado las seguras medidas represivas del régimen para impedirla, la pandemia y las inmensas dificultades logísticas, está la desconfianza, el miedo y la ausencia de compromiso ciudadano que se ha ido instalando después de 20 años de catástrofe, y traición del régimen a su pueblo.
Para los venezolanos en la diáspora, la situación es aparentemente menos desesperada, pero existe también una profunda heterogeneidad, cuyos extremos son probablemente los sectores profesionales en Estados Unidos y algunos países europeos, en comparación con los migrantes en condiciones de pobreza y expuestos a la xenofobia en Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y Bolivia, por solo mencionar algunos ejemplos. Mientras que lo que podríamos llamar la diáspora profesional se ha ido ajustando a la vida en su nuevo espacio, la diáspora más vulnerable tiene un anhelo indiscutible por regresar a Venezuela y salir de la situación de segregación en que se encuentra en otros destinos.
En otra dirección, las preguntas que fueron aprobadas por la AN tienen algunos elementos de incoherencia cronológica, agravados por el hecho de que la Consulta Popular será ahora realizada en las mismas fechas que las elecciones fraudulentas convocadas por el régimen. Toda esta situación se ha complicado por las recientes declaraciones de Luis Manuel Aguana, directivo de ANCO (Alianza Nacional Constituyente Originaria), una de las organizaciones fundamentales detrás de la propuesta de la Consulta Popular (https://caigaquiencaiga.net/las-dos-consultas-opinion-por-luis-manuel-aguana/) indicando que la consulta impulsada por la AN difiere en esencia de lo propuesto por ANCO. Recordemos que Enrique Colmenares Finol, coordinador de ANCO, es también miembro del comité organizador de la Consulta Popular juramentado recientemente por Guaidó. En palabras de Aguana en su artículo reciente: “Esa ‘consulta’ vista desde esa perspectiva mata la esencia misma de lo propuesto por ANCO al país. No propusimos convocar a la soberanía popular para que le diera el visto bueno a los partidos para ‘ir a elecciones’. NO”.
Es decir, que aparte de todos los obstáculos que nos presenta el régimen, estamos en presencia del nacimiento de otro cisma entre la sociedad civil y los partidos de la resistencia por el tema de la Consulta Popular. Estoy convencido de que los venezolanos nos merecemos algo distinto. Un verdadero acto de unidad, una narrativa creíble que convoque al corazón de la gente y que permita que la Consulta Popular y el Gobierno de Transición comiencen a andar de la mano, como verdaderos gemelos. A estas alturas me atrevo a anticipar que si no se resuelve de manera perentoria el nombramiento de un Gobierno de Transición creíble, que vaya más allá de un gobierno colegiado parlamentario tutelado por el G4, no se podrá manejar el imprescindible tema de la Consulta Popular. Es difícil no llegar a la conclusión de que el verdadero motivo para no nombrar al Gobierno de Transición es la divergencia de criterios entre los partidos del G4, quizás unido al tema de la ausencia de garantías sobre fuentes de recursos creíbles para la acción de gobierno, que tendrían que ser provistos por los organismos internacionales y los países amigos.
Ya está demasiado claro lo que el régimen pretende hacer con Venezuela, condenando a nuestra nación a un estado deprimente de país en destrucción, inhabitable para su propio pueblo excepto si se somete al mandato criminal de quienes rigen sus destinos. Lo que sigue sin estar claro es qué es exactamente lo que nos tiene que pasar para que terminemos de entender que sin una unidad real de la resistencia, más allá de todo disfraz de conveniencia, no hay ningún futuro posible para nuestra patria.
Fuente: El Nacional